Publicado en: El Nacional
En los últimos tiempos hemos visto como ha surgido una corriente «anticonocimiento» global que busca desprestigiar y limitar la relevancia de los hechos y el análisis crítico en el debate público. Esta tendencia se observa en diferentes grupos sociales, incluyendo políticos, analistas, periodistas, ciudadanos, y sobre todo en las redes sociales. Esto es sumamente grave porque buscar debatir o intercambiar ideas, sino distorsionar la realidad para -en la mayoría de los casos- crear una matriz de opinión que favorezca sus intereses. Cabe entonces preguntar ¿Cómo nos informamos en medio de la polarización que vivimos? ¿Cómo sabemos que es «verdad» y que no? ¿En quién podemos confiar?
En la lectura está la respuesta. Mientras más ataques reciba la ciencia, sea social o no, más tenemos que informarnos para poder tomar decisiones informadas y no caer en las falsas verdades difundidas por la tendencia «anticonocimiento». Recordemos que el lenguaje es poder, y, por tanto, dominarlo, así como dominar conceptos, también lo es.
Uno de los conceptos más usados, pero menos entendido, es el populismo. Tanto en la política, como en la ciencia política se ha debatido este concepto y aun parece haber poco consenso sobre que es en realidad el populismo. Veamos.
Entre los profesores más reconocidos que han trabajado este concepto se encuentran Weyland, Knight, Mudde, Hawkins, Laclau, Levitsky, Roberts, y Kaltwasser. Weyland define el populismo como una estrategia política con la cual «un líder personalista busca ejercer el poder basado en el apoyo directo, inmediato e institucionalizado de un gran número de seguidores en su mayoría no organizados.» Knight considera que el populismo es un estilo político que refleja el vínculo directo entre un líder y su pueblo. Ambos consideran que el populismo surge en contextos antagónicos en los cuales surgen las tensiones entre el establishment político y un sistema político que incluya a todo el pueblo por igual. Mudde y Kaltwasser definen el populismo como una ideología fina que divide a la sociedad en dos grupos homogéneos y antagónicos: «el pueblo puro» y «la élite corrupta». Usualmente los líderes populistas consideran que solo ellos pueden representar a todo el pueblo ya que las élites solo se saben representar a sí mismas y sus intereses particulares. Cabe destacar que el populismo no está vinculado a ninguna ideología en especial, es decir, puede haber populistas de «izquierda» y «derecha».
Ahora bien, lo interesante –más allá de la definición conceptual- es entender cuándo y por qué surgen estos liderazgos populistas. Según Roberts, el populismo suele surgir en coyunturas críticas (crisis), y, sobre todo, cuando el status quo no cumple con sus promesas. Una coyuntura crítica significa, por ejemplo, una crisis institucional del sistema político. El surgimiento de política personalista centrada en un llamado directo a la gente sugiere que existe una crisis en las instituciones políticas existentes, lo que implica que los canales de la democracia no están funcionando correctamente. En otras palabras, cuando los ciudadanos no se sienten representados por los partidos políticos, se pueden ver tentados a seguir a un liderazgo populista que ofrezca soluciones rápidas. De igual manera, un mal desarrollo de indicadores socio-económicos puede contribuir también al colapso de un sistema político, y, por tanto, al surgimiento del populismo.
¿Y cuál es el problema con que existan líderes populistas? Levitsky, por ejemplo, sostiene que sí puede el populismo puede incluir a personas previamente excluidas del sistema político o desarrollo económico. Sin embargo, también advierte que el populismo usualmente no logra democratizar a los sistemas políticos ya que, al representar a la población de manera directa, puede desestabilizar las instituciones verticales de control que existen en las democracias liberales. Es decir, si bien el discurso populista puede incorporar a sectores previamente marginalizados o temas ignorados, la forma con la cual implementa los cambios políticos o económicos no es necesariamente democrática.
Antes de ponerle alguna carga positiva o negativa a ciertos conceptos o términos políticos, debemos procurar entender el contenido de éstos. En el caso del populismo, lo más relevante, es comprender por qué y cuando surge. Solo atendiendo sus causas, es decir, la desigualdad, la exclusión, la falta de representación, entre muchas otras, se podrá evitar el surgimiento de líderes populistas. Por último, recordemos que una población que comprende las complejidades sociales, políticas y económicas del mundo actual puede exigir al liderazgo político una conducción más transparente y eficiente. Nos toca, entonces, informarnos más, cuestionarnos más y preguntar más para resistir, no solo a los populistas, sino también a los grupos «anticonocimiento» que tienen algo en común con los primeros: se aprovechan de las coyunturas críticas para favoreces sus intereses y agendas individuales.