Miguel Rojas, con sello NORVEN – Mari Montes

Miguel Rojas, con sello NORVEN - Mari Montes
Cortesía: Prodavinci

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

Mari Montes

Miguel Rojas es un infielder venezolano.

Esta oración, para los entendidos, vale por una crónica en sí misma. Los seguidores del béisbol venezolano saben todo lo que eso quiere decir. “Un infielder venezolano” es una oración que hace recordar a Alfonso Carrasquel y a Luis Aparicio, Andrés Galarraga, Jesús Marcano Trillo, Marco Scutaro, Luis Salazar, David Concepción, Oswaldo Guillén, Edgardo Alfonzo, Melvin Mora, Omar Vizquel, Alex González, Dámaso Blanco, Enzo Hernández… la lista puede ser interminable si tomamos en cuenta a quienes siguen activos y confirman todo lo que he escrito. Un infieldervenezolano es sinónimo de excelencia, los de antes y los de ahora, guantes con sello de calidad NORVEN.

Miguel Rojas, con sello NORVEN - Mari Montes
Cortesía: Prodavinci

Miguel Rojas tiene un poco de todos ellos porque, aunque este año se ganó la titularidad para ser el campocorto de los Marlins, es capaz de defender con total solvencia cualquier posición en el cuadro, se luce en primera, al rededor de la segunda base y en la antesala.

Quienes cubrimos los juegos en Miami, le vemos hacer jugadas extraordinarias rutinariamente, ya no sorprende su alcance, su brazo o su instinto para sacar hombres fuera, pero siempre deleita y maravilla.

Llegó al béisbol de Grandes Ligas en 2014 con los Dodgers de Los Ángeles y al año siguiente fue cambiado a los Marlins de Miami, no tenía una posición fija, era un utility del infield que salía a defender en los últimos innings. Así comenzó a lucir su excelsa defensa, a ganarse la confianza del manager Don Mattingly y el respeto de sus compañeros.

Miguel Rojas tiene muchas fortalezas más allá de sus herramientas naturales. Sabe escuchar, es humilde a la hora de aceptar lo que debe corregir y para mejorar sus debilidades. No le gustaba ser un bate débil en la alineación, no se resignó a ser solo un guante y por eso se dedica diariamente a trabajar en su bateo, en su contacto, para aportar al equipo y ahí va, aumentando su promedio y ayudando a conseguir victorias.

Siempre con el uniforme sucio.

Esa es otra oración que permite imaginar otra crónica, el uniforme sucio significa muchas cosas para un seguidor del beisbol. Es el hombre que se zambulle en el terreno para detener una pelota que quiere irse a los jardines, o para llegar quieto alargando un batazo. Me hace recordar esto que decía Rickey Henderson: «Si mi uniforme no se ensucia, es que no he hecho nada en el juego de beisbol».

Pero más allá de todo eso, Miguel Rojas destaca por ser un hombre de familia. Eso es posible verlo en la cobertura diaria, ya no solo en el terreno sino en el área donde espera la familia, su esposa Mariana, su hijo Aaron que parece su clon, su adoración por sus abuelos, y punto especial su mamá, Norma, porque ella es una fiesta. Médico de profesión, supo llevar su carrera con ser madre de un niño deportista, apoyada por sus padres y suegros. Es el ser más goza todo lo que ha logrado Miguel y él, en retribución, está pendiente de complacerla. Norma es pediatra y nutróloga, sobreviviente dos veces al cáncer. Su hijo le decía que cuando llegara a las Grandes Ligas le iba a regalar una clínica, no sé ella quiere que él le cumpla esa promesa, pero en todo caso, uno de sus sueños era cantar, le gustan los boleros y los ritmos del Caribe que disfruta interpretar, como ya es sabido por todos, gracias a su disco Renacer, que le produjo su hija Nohelia en complicidad con Miguelito. La temporada pasada, por el sonido interno del Marlins Park, se escuchó uno de los temas grabados por Norma “Yo no sé vivir sin ti”. Ella estaba en el parque y fue la primera sorprendida. Los jugadores eligen las canciones que quieren escuchar cuando toman turno al bate y esa elección de Miguel fue un precioso homenaje a su mamá. Un detalle que no olvidaremos quienes estuvimos ahí.

Esta mitad de temporada ha sido muy buena para él, mejoró su bateo notablemente y el manager Mattingly lo ha valorado, tanto, que la semana que termina dijo que para él, Rojas merece ser el Marlin seleccionado para estar en el Juego de las Estrellas que tendrá lugar en Cleveland el próximo 9 de julio. Cuando escribo estas líneas, domingo en la mañana, faltan horas para saber si será así, pero no hay dudas de que podría ser él, con todo derecho.

El sábado 29 fue entregado como obsequio a los primeros diez mil fanáticos que acudieron al Marlins Park un bobblehead de Miguel Rojas. Es una manera de reconocerlo, significa que es una de las figuras del equipo, detalle que él aceptó con humildad y alegría, me dijo: “Es una de las cosas que uno sueña cuando está niño, tener un bobblehead, porque uno ve a esos grandes jugadores. Yo creo que sin ser una súper estrella, esto es un mensaje para todos esos muchachos que están jugando pelota, que no se rindan, que los sueños se hacen realidad, que sí se cumplen y que no es necesario llegar a Grandes Ligas y ser una súper estrella de una vez, uno puede ir tomando paso por paso”.

Esta semana estuvo de visita en el estadio Marco Scutaro, Miguel lleva el número “19” porque fue un niño caraquista que creció admirando al segunda base del Caracas, lo lleva por él. Cuando se lo dije, se sorprendió gratamente, emocionado me dijo: “No lo sabía, qué honor, ese muchacho siempre ha sido un fenómeno con el guante, pero ahora además ha mejorado su bateo, qué orgullo, no lo sabía, qué bueno que me cuentes eso”. Estábamos en el pasillo interno del parque, saliendo del terreno, después se lo conté a Miguel y también se alegró mucho.

Yo no sé si lo voy a ver en Cleveland, pero como cronista de beisbol me alegra que puedo verlo cuando los Marlins están en casa, para seguir escribiendo de él, para entrevistarlo antes o después de un juego, orgullosa de compartir gentilicio.

Desde Concepción y otro “19” inolvidable, Jesús Marcano Trillo, los he visto jugar a todos, a todos los infielders venezolanos, y Miguel es una confirmación de que son guantes por encima del promedio.

Lea también: Phil Regan, “El Buitre” venezolano“, de Mari Montes

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