Publicado en: El Confidencial
Por: Alicia Hernández
El país con las mayores reservas mundiales de petróleo y la gasolina más barata del planeta está quedándose sin combustible.
La larga fila de coches acapara el arcén de una autopista de entrada a Caracas podría confundirse con un atasco, pero en Venezuela hace mucho que los embotellamientos dejaron de ser un problema. La imagen, que se repite cada vez con más frecuencia, es una cola para repostar gasolina. El país con las mayores reservas mundiales de petróleo y la gasolina más barata del planeta está quedándose sin combustible.
Dice el refrán que “Caracas es Caracas, y el resto monte y culebra”. Por eso, la escasez de combustible es una nueva miseria que hasta ahora no había llegado a la capital. El patrón suele estar ligado a los momentos de incertidumbre y prolongarse un par de días antes de volver a la normalidad. Pero en el interior del país, la espera no se limita a unas horas y en varias ciudades los venezolanos pueden tardar días para llenar el depósito.
Las zonas más afectadas son las fronterizas, donde durante años se ha contrabandeado con el preciado combustible por el diferencial de precios entre Venezuela y las vecinas Colombia y Brasil -que venden a precios internacionales-. Si antes de la crisis ya era mucho más rentable traficar con gasolina que con cocaína, la hiperinflación en el país petrolero ha disparado los márgenes haciendo el negocio aún más lucrativo.
Desde Táchira, estado fronterizo con Colombia, Randolfo Fernández cuenta que puede pasar hasta 32 horas esperando para repostar. Algo similar lamenta Carla Cadremy, en el vecino estado Zulia, que puede gastar un día en “intentar llenar el tanque”. Dice intentar porque a veces llega su turno y ya no queda combustible.
“Hay funcionarios públicos que dan preferencia por ejemplo a los bachaqueros (revendedores de combustible). Lo venden por fuera y pagan un cupo para llenar el carro o pimpinas (garrafas) de 20 litros por 20 dólares”, se lamenta.
Antes se solía decir que era más caro comprar un litro de agua que un litro de gasolina. Ahora, con el salario mínimo apenas puedes comprar un huevo pero a cambio te puedes llevar 94 millones de litros de gasolina.
Venezuela lleva décadas tratando de frenar el llamado contrabando de extracción. Hace unos años, el gobierno puso en marcha un sistema electrónico para controlar cuánta gasolina se abastecía a cada utilitario y se intensificaron las revisiones en los puntos fronterizos de control para detectar si los vehículos llevaban depósitos ocultos. Pero nada de eso pudo amainar la compraventa ilegal de carburante.
Abandono y sanciones
En los últimos meses, el problema se ha extendido de la frontera a otras regiones como en Carabobo, un estado industrial en la costa norte del país, donde la escasez de gasolina llegó hace unas semanas. “Llegué a una cola y daba la vuelta a toda una cuadra (manzana). Era de noche y hay un tema de inseguridad, nadie vigila las estaciones de servicio”, relata Carlos Ñáñez, detallando las vueltas que tuvo que dar hasta conseguir una gasolinera activa y cómo ahora a veces se vende muy por encima de su precio oficial.
Aunque el contrabando agudiza el problema, el origen se encuentra en el lento declive de la industria petrolera nacional tras años de nacionalizaciones y crisis, como el paro petrolero de 2002 o el incendio de la refinería Amuay en 2012.
“En 1998 se refinaba entre 900.000 y 1,0 millón de barriles por día (bpd). Se consumían más o menos 280 mil barriles. Ahora mismo en todo el país se refina el 10% de la capacidad instalada”, apunta Horacio Medina, exgerente de PDVSA, para explicar cómo el déficit en la producción nacional obliga a traer productos de fuera.
El Gobierno alega que los picos de escasez obedecen al “bloqueo” de Washington. En enero, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a PDVSA a través de un decreto ejecutivo. El objetivo era aumentar la presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro privándole de su fuente clave de financiamiento. El principal ingreso de dólares a las arcas del Estado venezolano provienen de la exportación de petróleo.
Para el analista Franco Vielma, el embargo petrolero es una estrategia estadounidense para quebrar Venezuela y considera que la situación es una “caída coyuntural en el inventario de gasolina que ha provocado una reacción de nerviosismo y estampida que ha generado colas”.
“El bloqueo que sufre PDVSA ha impedido la adquisición con regularidad de aditivos indispensables para hacer gasolina”, asegura Vielma, quien argumenta que la reacción de las autoridades ha logrado evitar “estragos mayores en el suministro interno” burlando las sanciones para adquirir los aditivos necesarios para la gasolina.
Para Medina, quien también es presidente del sindicato petrolero Unapetrol- las sanciones no son el problema. “Antes había déficit, pero menor que ahora. Se enviaba crudo a CITGO (refinadora de petróleo venezolana en suelo estadounidense) y había trueque con las refinerías del Golfo de Estados Unidos. Mandábamos petróleo y la refinería pagaba con gasolina. Se paliaba la crisis”. Pero ahora los compromisos adquiridos de Venezuela con India, Rusia, China y Cuba, a los que paga préstamos e importaciones con petróleo, hace cada vez más difícil disponer de crudo para refinar o intercambiar.
Gasolina prestada
La situación a corto plazo es complicada y Medina advierte que ve difícil revertir la tendencia en medio de la crisis económica y política. “(Las refinerías) no están a full capacidad, no se reparan. Pero además, no hay mantenimiento ni siquiera de los pozos ni para mantener la producción. No se cumplen los protocolos de seguridad. Hace siete años del accidente de Amuay y no se han reparado los tanques y esa capacidad de inventarios quedó anulada”.
Para Vielma, mientras se mantengan las sanciones de Estados Unidos “el ciclo de perturbación a la producción regular de gasolina se mantendrá”, ya que afectan no solo a los aditivos para hacer el combustible, sino también a los diluyentes para despachar el crudo extrapesado que se bombea en Venezuela, los respuestos para refinerías o el envío de gasolina desde CITGO en Estados Unidos.
En este contexto, la única forma de que mejore el abastecimiento, según Medina, es con algún tipo de intercambio con países como India o importando productos con ayuda de la petrolera estatal rusa Rosneft u otras compañías afines. Precisamente Rosneft acaba de enviar un barco procedente del Mar Negro con 360.000 barriles de gasolina con destino Venezuela, según el experto. “Habrá sensación de mejora. Paliarán el área metropolitana y la región centro occidental”, aseguró.
Así, Caracas seguirá siendo Caracas y lo demás, monte, culebra y colas por gasolina.