Publicado en: El Estímulo
Por: Francisco Olivares
“Todas las posibilidades están sobre la mesa”, como lo reconoció el asesor de seguridad de Donald Trump, John Bolton
Durante la última semana, el presidente venezolano se ha dedicado a recorrer las guarniciones militares del país insuflando a los soldados una dosis de patriotismo, de heroísmo y de exaltación de la herencia heroica del Padre de la Patria. En medio de una severa crisis económica de proporciones humanitarias que ha enterrado el apoyo popular del que antes disfrutó su padre político, Hugo Chávez, Nicolás Maduro intenta mantenerse en el poder con la única fuerza de apoyo que aún lo sostiene. El sector militar.
Así, un aislado jefe de Estado, aparece vestido con ropas de campaña, un día a bordo de una tanqueta, al otro día trotando con el Alto Mando Militar, luego en un anfibio al lado de “la primera combatiente” alzando el puño izquierdo y más tarde en campo abierto anima con palmadas a una tropa no muy bien alimentada, quienes sentados sobre la arena al unísono repiten las consignas que les imponen sus jefes: ‟¡Con el pecho! ¡con las palmas!″; “me desplazo por los aires, quiero ser un buen patriota, apoderarme de los cielos, defenderé mi bandera, defenderé mi nación, a mi patria Venezuela, con orgullo y con valor, con la fuerza que tiene ¿quién? La República Bolivariana de Venezuela ¿con quién? Con nuestro comandante en jefe Nicolás Maduro Moros”.
El ministro de la defensa, mayor general Vladimir Padrino López, comprimido en un traje de campaña, chaleco antibalas y casco de combate, quien se identifica como un soldado bolivariano, convencido de seguir construyendo la patria socialista dice que las fuerzas armadas tienen las armas listas para defender la patria con espíritu libertario. Identifica la situación como “un asedio, un libreto. Estuvimos viendo todo el formato que se le aplicó a Libia, estamos viendo el mismo procedimiento, los mismos actos progresivos que se han venido dando en Venezuela”.
Ambas expresiones resumen la temperatura con la que mira el Gobierno la presión internacional que lo ha confinado a un reducido espacio. Hace poco el Parlamento Europeo ha reconocido como presidente interino al joven diputado Juan Guaidó; el presidente español, también al reconocerlo se deslinda de Maduro diciendo que es lo opuesto al socialismo y la Internacional Socialista también lo acoge como aliado. Guaidó ha despertado a una sociedad que estaba hundida en la incertidumbre, cohesionó a la oposición, recibe llamadas de Donald Trump, del jefe del Parlamento Europeo y de importantes personalidades de la política mundial. Su imagen ha aparecido en los últimos días en las portadas de los medios impresos más importantes del mundo.
Si bien Maduro ha llamado al diálogo a Donald Trump, al mismo tiempo ha cerrado la posibilidad de una salida negociada con su negativa a aceptar un proceso general de elecciones supervisado por organismos internacionales, tal como lo han solicitado unos 80 países en el mundo, mientras Venezuela padece uno de los procesos de hiperinflación más severos conocidos hasta ahora generando una situación de crisis humanitaria.
¿Bajo este escenario es altamente posible un pronunciamiento militar que obligue a Maduro a aceptar una transición? Analistas internacionales observan que promover un quiebre del apoyo militar de Maduro para sacarlo del poder, podría ser el peor escenario, pero al mismo tiempo ven casi imposible que acceda a una negociación.
Una salida militar podría suceder en la medida en que la presión internacional y la carencia de recursos afecte la estructura de ese poder. Sin embargo ¿qué tan eficaz puede ser un pronunciamiento militar, un golpe o una acción armada? ¿es posible que ello ocurra en Venezuela? Hugo Chávez y el chavismo se prepararon durante 15 años para blindar la estructura militar y hacerla invulnerable frente a un golpe militar. Sin embargo, frente a una crisis de la magnitud que vive Venezuela, la ausencia de respaldo de la mayoría de la población, pueden fracturar ese trabajo que de la mano de los cubanos hizo el chavismo en las fuerzas armadas.
Los golpes de Estado
Desde la muerte del Libertador y la independencia de Venezuela, el militarismo ha estado presente en la vida política del país. Durante el período democrático, que se inicia tras la caída del general Marcos Pérez Jiménez y el comienzo de la democracia que duró 40 años, hasta que se instaló el Gobierno de Hugo Chávez en 1999, se registraron al menos 12 intentos de golpe de Estado. Ello dejó una lección para los militares con la premisa de que, quien controla las dos brigadas que operan en la capital controlan el poder. Es decir que sin la adhesión de esas unidades no hay golpe posible.
Esa falta de previsión la sufrió Hugo Chávez durante el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, cuando los batallones Simón Bolívar y el regimiento Guardia de Honor que resguardaban el Palacio Presidencial, que inicialmente estaban implicados en el golpe masivo, no se sumaron a los comandantes del golpe a última hora.
Por tal razón es que las acciones militares para que sean exitosas deberían centrarse en la región central que son Caracas, Aragua, Carabobo y Vargas.
Indagaciones realizadas para este reportaje con expertos en seguridad y defensa, explican que, teóricamente para el poder central, bastaría con tener el control directo de ocho generales, 18 coroneles, 30 comandantes y cuadros medios de los batallones: “Chirinos” Maracay, “Briceño” y “García de Sena”, todos en Maracay, Estado Aragua, para evitar la movilización de otras guarniciones hacia el centro del poder.
Cambios en la estructura
Asesorado por los militares cubanos, Hugo Chávez, luego de haber sufrido los pronunciamientos militares en 2002 que desconocieron a su Gobierno, pero fue finalmente rescatado por los batallones de Aragua a cargo del general Raúl Isaías Baduel, hoy prisionero político, se dedicó a reestructurar la Fuerza Armada y una de las principales medidas fue la de proteger las regiones cercanas a Caracas y desarticular las del resto del territorio para hacer compleja su movilidad hacia la capital.
Esos cambios en la estructura se realizaron en el contexto de un proceso de transformación, que a partir de agosto de 2007 con la reforma de la Ley Orgánica de la FAN se incorporaron aspectos similares al de las Fuerzas Armadas Cubanas, como las Regiones de Defensa Integral (REDI), el nuevo grado de mayor general y el comandante en jefe de la FAN.
En 2008 se establece el “Grupo de Cooperación Estratégica” dirigido por un general de las Fuerzas Armadas de Cuba cuya función fue la de asesorar la nueva organización de la FAN y revisión de los nuevos planes operacionales de acuerdo con la nueva doctrina militar. Ello incluyó el establecimiento de una unidad militar cubana de unos 200 a 300 efectivos con sede en Fuerte Tiuna que operan en las diversas áreas del nuevo concepto de defensa.
Así pues, durante la presidencia de Hugo Chávez se procedió a reducir la logística y abastecimiento a los batallones que pudieran maniobrar en contra de la capital, con la creación de los regimientos de apoyo logístico, teniendo un control más estricto en batallones de comunicaciones, armamento y transporte autónomos. Por lo que el control logístico se concentra sobre apenas un puñado de comandantes y cuadros medios, altamente ideologizados y controlados por cubanos y personal local.
Finalmente lo que hizo Chávez fue tomar el control convirtiendo en un componente pretoriano a la Guardia de Honor y transformándola en una brigada con su propio regimiento de logística, blindados, armas pesadas y altas prestaciones de defensa. A esas unidades se les dotó de su propio sistema de recompensas, dolarizadas, que privilegiaron a sus oficiales; así como un sistema propio de ascensos, al mando de 483 oficiales y suboficiales altamente ideologizados, con dos mil hombres en armas.
Junto a ello, el poder central tiene en este momento el control de los batallones de infantería mecanizada, Simón Bolívar y del Ayala (Infantería motorizada), asesorados por militares cubanos. Es de recordar que sobre esas unidades hay un estricto control político sobre sus oficiales y de vigilancia de sus actividades. A mediados de 2017, por una queja que se generó por razones económicas en el batallón Ayala, su comandante, Iber Martín Chaparro, junto a 19 oficiales de otros componentes, fue detenido y procesado por traición a la patria. Dada la persecución política y deserción, ese batallón se ha reducido de 350 a 245 efectivos, según está referido en el portal, Control Ciudadano, de la especialista en temas militares, Rocío Sanmiguel.
Efectividad de los pronunciamientos
En la actualidad existen 683 generales realmente activos de los cuales hay 487 generales que se conocen como “plan pijama” y en otros destinos que no tienen capacidad de movilizar tropas. Es decir, solo 196 están activos.
A ellos hay que agregar 311 generales en la lista protocolar del Ministerio de la Defensa que incluye zonas de Defensa Integral (ZODI), para un total de 507 generales activos con capacidad de comando verdaderamente activos, más el componente de la Guardia Nacional, más 1.400 coroneles y más de 2 mil tenientes coroneles entre las categorías de comando, técnicos y asimilados.
Hasta diciembre de 2018 habían 63 generales en empresas básicas y gubernamentales, 51 en las distintas instancias ministeriales y 72 en los estados y algunos municipios para un total de 683 generales que componen el Gobierno que se ha denominado como cívico-militar pero que en realidad se ha transformado en un gobierno “militar-cívico”.
De manera que de producirse un pronunciamiento a favor de un cambio político de parte de ese sector militar que forma parte del Gobierno en las distintas instancias públicas o técnicas, ello no tendría ningún efecto a la hora de controlar el poder o influir en los componentes activos, salvo un efecto propagandístico o sicológico en los componentes militares.
Aún si se tratase de un pronunciamiento mixto encabezados por generales de otros componentes, pero que no está articulado dentro de los componentes importantes, sería igualmente solo una movida política de parte de esos oficiales que estarían buscando salir del juego.
Un escenario más comprometido de un pronunciamiento de un miembro del Alto Mando, varios generales activos y unos pocos en cuerpos de combate; igualmente indicaría que en ello no está comprometido la mayoría de los oficiales claves, para quebrar el centro del poder.
ara que un pronunciamiento militar sea efectivo en las condiciones actuales que afecte la estructura militar es necesario que se produzca en forma masiva en comandos desde sus propias guarniciones, de manera de representar el poder persuasivo al centro del poder político.
Pero además hay que tener en cuenta que la casta militar, al igual que ocurre en Cuba, controla el verdadero poder de la mayoría de los negocios en Venezuela. El sector militar está al frente de la industria petrolera, empresas básicas, importaciones y en esta última etapa, hay sectores interviniendo en el control de la extracción de oro y otros minerales, tal como ha sido denunciado en importantes trabajos de investigación. John Bolton refirió recientemente que Maduro está vendiendo las reservas de oro para financiar la intervención rusa, a propósito de la intención de vender 20 toneladas de oro que se encuentran en el Banco Central de Venezuela.
Adicionalmente, como lo ha ratificado Nicolás Maduro en una entrevista con la agencia de noticias, Sputnick, mensualmente están entrando a Venezuela los sistemas de armas más modernos del mundo suministrados por Rusia; compras que no aparecen en el presupuesto de la Nación.
La estructura interna del poder
El régimen no es un bloque sólido. Se trata de cuatro o cinco grupos aliados por intereses en común que podrían identificarse como: los comunistas ortodoxos radicales dispuestos a morir en una épica histórica; los socialistas bolivarianos dispuestos a sostenerse en el poder negociando, los corruptos que se han beneficiado con los negocios desde el Gobierno y tratan de sobrevivir a sabiendas que podrían perder lo alcanzado y los que podríamos llamar los halcones, es decir los señalados internacionalmente de participar en lavado de dinero y drogas, solicitados por tribunales extranjeros. Alrededor de todos estos están los cubanos que tratan de no ser arrastrados por los acontecimientos, entendiendo si se cae el gobierno de Maduro se cae la economía cubana.
La mayoría de los socialistas bolivarianos y algunos de los ortodoxos han tratando de establecer puentes con Estados Unidos, pero hay un punto de honor para los norteamericanos, y es que los halcones, es decir, todos aquellos a los que se les ha comprobado su vínculo con el lavado de dinero o el narcotráfico, deben ser entregados a la jurisdicción internacional. De allí que no tendrían otra salida más que escalar el conflicto.
Aunque algunos implicados en corrupción ya han llegado a acuerdos con EEUU, sectores de los halcones han tratado de bloquear cualquier acuerdo. Cuando se llevó la primera conversación con Bob Corker, del grupo de Boston, a principios de enero de 2018, grabaron y difundieron el video de la muerte de Oscar Pérez, el funcionario policial alzado en armas, pese a que su rendición ya estaba en las redes. El día que Corker se sentó a negociar con el gobierno en Caracas, ocurrió el asesinato del concejal opositor Fernando Albán, quien se encontraba detenido en el Sebin, luego de regresar de Estados Unidos y participar en reuniones en la ONU. En los días en que el grupo de Boston decidió enviar al negociador Jim Tull, detuvieron la caravana presidencial y el día en que Maduro se entrevistó con una ex candidata republicana, para tratar de hablar sobre negociaciones, el Sebin retuvo por breve tiempo en la autopista Caracas La Guaira a Juan Guaidó.
En la medida en que la presión política económica y militar sea muy fuerte, la oposición podría negociar con los factores mayoritarios para aislar a los factores que están tratando de decir escalar el conflicto violento, bien para mantenerse el poder o forzar una negociación internacional que les permita eludir un proceso en EEUU.
Lo que hay sobre la mesa
En retórica de conflicto norteamericana se encuentra las frases “all options are on the table” u “opción nuclear de Eisenhower” de 1955. Desde esa fecha hasta nuestros días, todos los presidentes de Estados Unidos la han utilizado y ha significado una escalada de presión para terminar con un conflicto. Significa que el presidente Donald Trump, por ejemplo, usará a los organismos de inteligencia y la vía diplomática hasta agotarse, la presión financiera (sanciones) y de no funcionar, la intervención militar en escalada con bloqueos y ataques selectivos, para finalmente ocurrir el acto de guerra.
Para entender esto, las palabras del presidente de los Estados Unidos están vinculadas a lo que se denomina “DEFense CONdition o Condiciones de Defensa”, que mide el nivel de disponibilidad y defensa de las Fuerzas Armadas, que si bien está vinculado al lenguaje nuclear, el acrónimo militar en términos políticos se usa para referirse al empleo progresivo de la fuerza, siendo el nivel 5 la Paz y el nivel 1 “desplegando tropas de combate”. El lenguaje político está vinculado por ende al militar y cumplir con las amenazas y preparar las acciones militares.
“All options are on the table” significa que los militares pasan de DEFCON 5 a condición de DEFCON nivel 4, en la que políticamente demuestran algo de compromiso, sin que esto signifique algo mayor, pero las fuerzas armadas se preparan para todas las opciones de respuesta militar, por si el presidente las solicita. Un ejemplo de este lenguaje fue el utilizado por Barack Obama durante el conflicto entre Israel e Irán. En su primera etapa.
En el caso que nos ocupa, la frase “todas las opciones están sobre la mesa” tiene un condicionante, y es que el Consejo de Seguridad profirió adicionalmente la amenaza, si Maduro escala atacando al presidente Guaidó o a la Asamblea Nacional, pasarían a lo que se denomina DEFCON 3, cuya retórica política implica un compromiso más fuerte que implica sanciones equivalentes a un bloqueo y DEFCON 2 cuyo lenguaje político es claro, colocando una línea roja, que si es traspasada, se aplicaría el bloqueo total e incluso ataques selectivos se darían.
Un ejemplo de esto lo tenemos también con Obama en la segunda fase con Irán y su intento de desarrollar armas nucleares cuando dijo que: “el liderazgo iraní debe entender que no vacilaré, en el uso de la fuerza” en el caso de proseguir con sus intentos. Sería el mismo, caso de Venezuela si se cruza la línea roja con Guaidó.
Continuando con su juego sicológico, el asesor de seguridad de Trump, John Bolton desde su cuenta de twitter expresó: “Ayer tuiteé que le deseo un retiro largo y tranquilo en una linda playa lejos de Venezuela. Y cuanto antes aproveche esa oportunidad, más probable será que pueda tener un retiro agradable y tranquilo en una playa bonita en lugar de estar en otra zona playera como la de Guantánamo”, dijo Bolton. Además, el funcionario negó una posible intervención militar inminente por parte de Estados Unidos, Brasil, Colombia o una combinación de esos países, aunque recordó que Trump mantiene “todas las opciones sobre la mesa” ante la crisis en Venezuela.