Publicado en: YV Polis
Por: Iñaki Sagarzazu y Juan Manuel Trak
Para nadie es un secreto que Venezuela sufre una profunda crisis de liderazgo. A principios de enero la oposición fue duramente criticada por nombrar una directiva en la Asamblea Nacional poco inspiradora, y que en sus primeras palabras demuestra una desconexión total con la realidad que vive el país. Así mismo, el gobierno lucha ferozmente para aplacar cualquier posibilidad de división interna que debilite al presidente Maduro de cara a las presidenciales que deberían ocurrir este año. Esto claro no es novedad, el año 2017 ya había demostrado que tanto en el seno de la dirigencia del gobierno como en el de la oposición no existe un liderazgo capaz de generar confianza suficiente para unificar al país.
El problema del liderazgo es que mientras en el gobierno mantienen la añorancia al líder que se les fue temprano, en la oposición cada uno cuenta con una agenda distinta, desconectada de la realidad y de la magnitud del problema que se vive. Vemos dirigentes políticos que se pelean entre ellos para posicionarse en la delantera en unas eventuales elecciones sin darse cuenta del daño que eso le hace a la sociedad.
La confianza es una evaluación que hacen los ciudadanos de las diferentes instituciones y actores presentes en el sistema político (Stokes, 1962). Esta se construye a partir de las expectativas y experiencias que cada persona tiene sobre lo que cada actor o institución debería hacer y si, según quien evalúa, dicho actor o institución está cumpliendo con esas obligaciones. De modo que, la confianza no es únicamente una evaluación sobre lo que un líder ha hecho, sino una prospectiva sobre lo que hará en el futuro.
Basados en los datos de una encuesta reciente podemos evaluar el estado del liderazgo político en Venezuela. La figura 1 muestra el promedio de confianza que los ciudadanos tienen en cada uno de los líderes políticos incluidos en la encuesta (Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, Juan Pablo Guanipa, Henry Ramos Allup, María Corina Machado, Henry Falcón y Andrés Velásquez). Le conclusión principal de este es que los líderes políticos más importantes del país no gozan de la confianza de la gran mayoría de los ciudadanos. Con una puntuación por debajo de la media teórica de cinco, Nicolás Maduro (PSUV) es el líder político con el nivel de confianza medio más alto, con 3,88. Por su parte, Leopoldo López (VP) es el segundo mejor valorado con una media de 3,37. Todavía por encima de tres puntos están Diosdado Cabello (3,25) y Henry Falcón. En quinto y sexto lugar, Henrique Capriles (2,75) y Henry Ramos (2,74); respectivamente. Les siguen Juan Pablo Guanipa (2,71) y María Corina Machado (2,48). Finalmente, Andrés Velásquez es líder con la media de confianza más baja, 2,21.
Evaluación de Líderes por Auto-definición política
En este punto cabe preguntarse, ¿cómo en un momento de crisis económica tan profunda con consecuencias sociales y personales tan dramáticas, el líder con mayor nivel de confianza es, precisamente, aquel con mayor responsabilidad sobre esta situación? La respuesta a esta interrogante se encuentra al segmentar las medias de confianza según identificación política. Para esto se dividió la muestra en base a la autodefinición política en cinco categorías: Chavista resteado con Maduro, Chavista descontento con Maduro, De ninguno, De oposición pero no con la MUD, y Resteado con la MUD”.
Figura 2: Auto-definición política de los venezolanos
La Figura 2 muestra la fragmentación de la opinión pública venezolana. El grupo más grande es aquel que se define como de ninguno, es decir, 34% de los venezolanos no se ve representado por ninguna de las opciones políticas existentes en el panorama político actual. Quienes apoyan al presidente Maduro son el segundo grupo más grande con 23%. A estos les siguen quienes se dicen opositores pero no apoyan a la MUD con casi 18%, mientras que los que apoyan incondicionalmente a la MUD es el 16%. Finalmente, los chavistas descontentos representan el 9% de la población. Ahora bien, si agregamos en dos grupos chavistas (descontentos y resteados con Maduro) y opositores (Resteados con la MUD y no con la MUD), se observa que en Venezuela hay tres grandes segmentos políticos de igual tamaño: el Chavismo con 32,15%; los Opositores 33.07%, y quienes dicen ser de ninguno con 34,08%.
La Figura 3 muestra las medias de confianza de los cinco líderes “mejor” valorados según distribución según auto-definición política. En términos generales, se observa que quienes apoyan a Nicolás Maduro tienen mayores niveles de confianza hacia sus líderes que quienes están resteados con la MUD. Así, mientras que entre los seguidores de Maduro las medias de confianza hacia este y Cabello son altas, 8,83 y 7,72; respectivamente, aquellos resteados con la MUD son muchos más críticos con sus líderes. Leopoldo López es el que mejor nivel de confianza tiene en este grupo con 6,87; seguido de Henry Falcón con 5,65 y Capriles con una confianza media de 5,29. Por su parte, en el segmento de descontentos con Maduro, la confianza en este sigue siendo relativamente alta con una media de 6,18; mientras que Cabello baja a 4,83. En el caso de los opositores no MUD, Leopoldo López es quien goza de mayor confianza con 4,88, seguido de Falcón 4,21 y Capriles 4,01.
Finalmente, en el grupo que se identifica como de ninguno, la confianza promedio de todos los líderes es muy baja. Siendo el menos malo Leopoldo López con una media de 2,74; seguido de Henry Falcón con 2,53 y Nicolás Maduro con 2,47.
Confianza y participación
La literatura académica ha encontrado que la confianza sirve para explicar por qué la gente participa en política. Estudios han encontrado que una confianza alta en el gobierno y sus líderes aumenta la participación en elecciones y también aumenta el nivel con el que los ciudadanos siguen las indicaciones de sus gobiernos (Scholz, 1998). Por el contrario, una baja confianza (en el gobierno y sus líderes) aumenta la participación en protestas en contra del gobierno. Asimismo, una baja confianza en los líderes políticos abre el camino a `outsiders’ (Hetherington 1999).
Entre las preguntas del estudio se indaga sobre la participación del entrevistado en las protestas en contra del Gobierno, las marchas pro-gobierno, y las elecciones Regionales de 2017, así mismo se pregunta por la posible participación en unas hipotéticas Presidenciales en 2018.
Al analizar qué hace que los entrevistados hayan participado de las marchas pro-gobierno o de las protestas en contra de este (Figuras 4 y 5), se observa que, nuevamente, la confianza en los líderes es indispensable. Aquellos que manifiestan una mayor confianza a los líderes del gobierno son más proclives a participar en marchas organizadas por estos. Mientras que quienes mejor evalúan a los líderes de la oposición son más proclives a participar en protestas anti-gobierno. De manera que, al gozar de mayor confianza entre sus seguidores le resulta más fácil movilizarlos (además de contar con recursos del Estado para tales fines), mientras que para la oposición la movilización es más cuesta arriba en tanto en cuanto sus seguidores poseen menos confianza en la dirigencia política.
Estas figuras, aunque muestran la ya de por si alta probabilidad de participar también, muestran que a menor confianza en los líderes del gobierno menor la probabilidad de participar. Así mismo pareciera que la confianza en los líderes opositores no influye mucho en la probabilidad de votar. Los resultados son interesantes puesto que según lo visto en la figura 1, los simpatizantes del gobierno tienen lógicamente en mejor estima a sus líderes, lo que los haría más proclives a participar. Bajo esta misma lógica los simpatizantes de la oposición y los Ni-Ni serían menos propensos a participar por su poca confianza en el gobierno y en sus líderes.
Como se puede ver de estos análisis de participación tanto en elecciones como en marchas y protesta la confianza de los ciudadanos en sus líderes afecta significativamente la participación de estos en métodos de participación, tanto en los tradicionales (elecciones) como en los no-tradicionales (protestas). Sin embargo, la lógica nefasta de la exacerbada crítica interna dentro de la oposición aunada a lucha entre líderes opositores conduce a que en el seno de quienes no apoyan al gobierno la desconfianza sea mayor y, en consecuencia, su probabilidad de movilización sea menor.
En Resumen
Este breve análisis de datos de opinión pública muestra la crisis de confianza en el liderazgo político nacional. Tanto los dirigentes del gobierno como los de la oposición no han sido capaces de responder a las expectativas de la mayoría del país. En el caso del gobierno, sus acciones han servido para reforzar la base de apoyo pero más allá de eso, el resto del país los observa con profunda desconfianza. En el caso de los dirigentes opositores la situación es mucho más crítica, pues incluso en el seno de los seguidores propios la confianza en moderada.
Así las cosas, luego de un año 2017 tan conflictivo, y ante la ausencia de una respuesta política eficaz a la grave crisis que vive el país lo que hemos visto es que en la oposición abundan los dirigentes pero carece de líderes. Esta situación debería llamar la atención a esta heterogeneidad llamada oposición, la cual tiene como principal desafío plantearse seriamente un refrescamiento de sus caras más visibles, una apertura auténtica hacia la sociedad civil y el chavismo disidente y, por encima de todo, el establecimiento de un Frente Nacional que trascienda a los partidos con el fin rescatar no solo de la democracia, sino lo que queda país. En este sentido, una candidatura no partidista y de unidad nacional pareciera ser la opción que mayor posibilidad de generar confianza entre quienes adversan al gobierno de Maduro. De lo contrario, la desmovilización política, tanto electoral como de calle, facilitará una victoria electoral del gobierno, incluso en condiciones electorales adversas.
Referencias
Hetherington MJ. 1999. “The effect of political trust on the presidential vote 1969-1996” American Political Science Review 93-311-26
Stokes SC. 1999. What do policy switches tell us about democracy? In Democracy and Accountability, and Representation. A. Preworski and S. Stokes and B. Manin (eds) Cambridge University Press
Scholz 1998 Trust, taxes, and compliance. See Braithwaite & Levi 1998, pp. 135-66