Por: Víctor Suárez
Las duplas Venezuela-caos, Venezuela-corrupción, Venezuela-colapso se mantuvieron durante toda la semana pasada en los titulares de los medios españoles, tras las graves informaciones del diario ABC sobre Diosdado Cabello y las visitas –casi al mismo tiempo, pero con agendas separadas– que realizaron el director ejecutivo de la MUD, Jesús “Chúo” Torrealba, y Miguel Henrique Otero, editor del diario El Nacional. Pero la del domingo fue una noche de terribles turbulencias informativas que involucran al gobierno venezolano. Tempestad sin cuartel, o tempestad sobre el cuartel, que seguramente no amainará en lo inmediato.
Los Papeles Suizos (que circulan en Twitter con la etiqueta #SwissLeak) emergieron a las 22:00 del domingo 8 de febrero. Un pool de medios europeos, asiáticos y americanos que circulan en 45 países, encabezados por Le Monde en Francia, informan de la existencia, documentada, de centenares de miles de millones de dólares camuflajeados en el sistema bancario suizo, que no pagan impuestos en sus países de origen y que ocultan fortunas individuales y corporativas de gente presuntamente muy honorable, pero también de otra vinculada al tráfico de drogas, metales preciosos, corrupción, armas y secuaces del terrorismo internacional.
En las listas (beneficiarios de cuentas y países de procedencia) aparece Venezuela en tercer lugar en volumen de dinero “oculto” en Suiza. Los mismos ciudadanos o residentes en Suiza encabezan el listado (dinero guardado en su país, como es normal) con 31,2 millardos de dólares, le sigue Reino Unido (21,7 millardos de dólares) y continúa Venezuela, con la friolera de 14.800 millones de dólares.
Para el año 2006-2007, período en que se basa la recopilación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés, con sede en Washington), en los bancos suizos, especialmente en el más grande, el HSBC, con sede principal en Londres, existían 1.282 cuentas bancarias pertenecientes a 1.138 clientes conectados con Venezuela. De ellas, 7 corresponden a instituciones del Estado venezolano, con depósitos de 11,7 millardos de dólares.
Esa es una cifra semejante a la de los compromisos de deuda externa que el gobierno venezolano deberá cancelar en 2015 (y no sabe cómo), y casi la mitad de las reservas internacionales del país declaradas por el Banco Central de Venezuela en enero de este año (22.000 millones de dólares).
El Banco del Tesoro y la Tesorería Nacional son los titulares de esas cuentas oficiales, cuyos responsables para la fecha eran los oficiales del Ejército Rodolfo Marco Torres y Alejandro Andrade.
Según los periodistas Joseph Poliszuk y Emilia Díaz-Struck, que forman parte del equipo que trabaja con el ICIJ desde Venezuela, de los 14.800 millones de dólares registrados que corresponden a cuentas de venezolanos, la gran mayoría es dinero del Estado. “Casi 85% de esos fondos salieron del gobierno venezolano y, en especial, de dos instituciones: la Tesorería Nacional y el Banco del Tesoro”.
Refieren en su portal www.armando.info que la cuenta “del Banco del Tesoro, por ejemplo, fue abierta el 10 de octubre de 2005 a las 9:10 de la mañana en la sede del HSBC de Ginebra. En la ficha de la institución financiera figura como responsable el propio Rodolfo Marco Torres, que entonces se mantenía al frente de esa institución y hoy ocupa los cargos de ministro para las Finanzas y Vicepresidente del Consejo de Ministros para Planificación y Conocimiento. Dos meses después la Oficina Nacional del Tesoro también inició operaciones en Ginebra. Fue el 8 de diciembre de 2005 a las 10:49 de la mañana, según el reloj suizo”.
En el portal ICIJ.org figura el nombre del exteniente Andrade, a quien el finado expresidente Chávez le hirió un ojo en un “juego de chapitas” y en descargo le premió con altísimas posiciones en la administración pública. “Alejandro Andrade fue catalogado en los registros de HSBC como abogado de la cuenta del cliente Oficina del Tesoro de Venezuela, dependiente del Ministerio de Hacienda en 2007, cuando asumió el cargo de tesorero nacional. La Oficina del Tesoro se convirtió en cliente de HSBC en 2005 y abrió una cuenta con el nombre de la institución gubernamental. A esa cuenta están asociadas otras tres cuentas bancarias”.
Los Swiss Leaks, que ahora son revelados en todo el mundo como un ejemplo de la opacidad del sistema financiero internacional, son el resultado de la filtración de más 100.000 registros bancarios, especialmente del HSBC en Ginebra, que realizó el técnico en informática Hervé Falciani en 2009, quien trabajaba para el banco. Una vez entregados los datos al ministerio de Hacienda de Francia, y obtenidos por el diario Le Monde, fueron trasladados al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación para que hiciera las conexiones correspondientes por nombres, montos y países.