Por: Editorial Analítica
Al igual que ocurrió con la defenestración de Carlos Andrés Pérez, narrada de manera admirable por la periodista Mirtha Rivero en su libro La Rebelión de los Náufragos, en el que cuenta como urdieron una conspiración los notables de aquella época, junto a los eternos frustrados de la política nacional para fabricar un golpe de estado “ judicial”, que esperaban les iba a abrir las puertas del poder, pero que bien sabemos lo único que alcanzaron con sus maniobras fue entronizar este desastroso régimen hace 20 años, en la actualidad, subrepticiamente, hay diferentes agendas que comparten el mismo propósito que es el de serrucharle el camino a Guaidó, para que este no se convierta en el futuro Presidente constitucional de Venezuela.
Los métodos difieren desde aquellos que invierten el orden proclamado: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, planteando que primero deben realizarse las elecciones para constituir un gobierno legítimo, hasta otros que se las ingenian por apoyar formalmente a Guaidó, mientras al mismo tiempo preparan un esquema de transición diferente en el que el control del poder estaría en otras manos.
Estos casos están unidos por la necesidad de frenar la innegable popularidad de Guaidó, que de triunfar les reduciría, e incluso vaporizaría, sus apetencias políticas, dejándoles solos -aunque con sus egos machucados-.
Lo grave de estas agendas es que sus protagonistas no entienden -o no les importa- que sus respectivas opciones nunca lograrán sacar al país del foso, porque es de dudar que la comunidad internacional esté dispuesta a financiar e invertir en aquellos que no cuentan con el apoyo masivo de la población y con la disposición de producir un cambio incluyente y responsable que siga la hoja de ruta que con tanto afán se ha venido elaborando a través del Plan País.