Por: Jean Maninat
Con todo el rifirrafe causado por las primarias para elegir a los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), podría pensarse que la Unidad ha exhalado su último aliento y que solo queda asistir a sus exequias y darles unas palmaditas sentidas en el hombro a sus deudos. “Hermano, no sabes como lo siento”. “Para mí fue como una madre política”. “Tú sabes que yo no siempre estuve de acuerdo, pero…” Y así, muy probablemente, rodarían las aflicciones mejilla abajo de dolientes y convidados de piedra, en lo que para algunos sería un motivo de pesar y para otros de celebración.
Pero, si bien algo vapuleada, la Unidad –algo así como la astucia de la razón hegeliana jugando dominó– ha regresado para insistir en la necesidad de que la oposición democrática deje de lado sus querellas, se aplique Hirudoid en los moretones, y se ponga a trabajar de nuevo con ánimo y en conjunto.
Una vez establecida la lista de candidatos opositores, la MUD debería comenzar la campaña cuanto antes. Y esa campaña implica solicitarle a la comunidad internacional que presione para que las elecciones se realicen de una manera transparente y sin postergación alguna. De aquí al 15 de octubre, fecha en que se llevarían a cabo según el Consejo Nacional Electoral (CNE), esa debería ser la prioridad, el día D, la madre de todas las batallas electorales.
Por supuesto, el gobierno y su partido harán lo que esté a su alcance –y es mucho lo que todavía pueden hacer– para entorpecer cualquier proceso electoral en ciernes en Venezuela. De hecho, los procesos electorales para la oposición democrática han sido carreras de obstáculos que harían desfallecer a cualquier Ironman en el planeta. De darse las regionales, probablemente ESPN y FOX Sports las quieran transmitir en directo.
Estas elecciones regionales son determinantes para la lucha por la recuperación democrática del país. (Tiene usted razón, suena a Perogrullo… a veces, a riesgo de incordiar hay que machacar obviedades). Lo suficientemente importantes, como para que quienes todavía albergan dudas, las dejen de lado y se incorporen al esfuerzo por venir. Especialmente, si son dirigentes reconocidos.
En tal sentido, sería determinante que dos líderes opositores como María Corina Machado y Antonio Ledezma –quienes objetaron las primarias haciendo valer sus razones y su derecho a disentir– liberaran a sus seguidores de la disciplina partidista para que voten a conciencia por los candidatos de su predilección, si es que los tienen. Sería una contribución para lograr un triunfo y no estarían faltando a su posición personal al respecto.
La Unidad nunca es perfecta, ni nadie exige que lo sea. La MUD ha escogido sus candidatos –hay ruido, que duda cabe– y el entusiasmo irá creciendo en la medida en que los escogidos comiencen a caminar con vida propia, focalizados en las aspiraciones de la gente en sus estados, y con respuestas concretas para sus problemas específicos.
¿Vale la pena salvar la Unidad? ¡No cabe la menor duda!
@jeanmaninat