Vaffanculo

Por: Sergio Dahbar

Los europeos han advertido con dolor que la alternativa a la terrible ineficacia es otro infierno, peor al que ya conocen. Se llama Beppe Grillo y encabeza un movimiento llamado cinco estrellas. Para algunos excépticos es el necesario llamado de atención a la crisis del sistema actual.

De manera superficial el cómico Beppe Grillo luce como un cantaverdades salvaje: es el personaje que busca la manera de enfrentarse a un banquero delante de las cámaras y acusarlo de cualquier cosa;  el vengador de “los poderosos y los ricos’’.

Beppe Grillo comenzó como actor cómico, que en Italia tiene una segmentación variada, donde cabe entre otros el bufón que gesticula y grita. Además es un bloguero influyente y un político que con escaso tiempo en la arena ya cuenta con una audiencia para tomar en cuenta.

Si uno entra en su blog, y es muy fácil, puede advertir en qué cosas cree Beppe Grillo. Que las estelas de los aviones esparcen sustancias químicas que hacen que la gente se vuelva loca. Que las sangrías son un método curativo y las vacunas absolutamente peligrosas.

Que la Banca Islámica de Desarrollo regala dinero a los prestatarios que se lo merecen. Que los judíos son una pequeña minoría árabe que robó Tierra Santa a los demás hace 2500 años.

Que los judíos controlan el mundo a través de los Illuminati, las logias masónicas, Rockefeller y Rothschild. Que son responsables de la crisis económica en Italia y en el mundo porque son los dueños de los bancos usureros. Y que deben ser “procesados” en masa.

Que los mulás de Irán representan la antigua civilización persa, la cultura más avanzada del mundo. Que la quimioterapia del cáncer es una conspiración de Big Pharma para matar a los pacientes. Que los organismos modificados genéticamente (OMG) y las nanopartículas asesinarán a la gente.

También que el SIDA es “la mayor mentira del siglo” y el HIV una quimera. Y que se puede salvar Italia nacionalizando los bancos y cortando el comercio con la UE.

Como escribe el periodista español Cristian Castro en el portal Jot Down, “Beppe Grillo es un loco… también es antisemita… Un loco antisemita que no se limita a defender la salida de Italia de la UE, sino que cree en la viabilidad de una Italia autárquica, a imagen y semejanza de la España del franquismo’’.

Beppe Grillo además forma parte de una legión de redentores que aterrorizan el planeta con ideas estrafalarias. Redentores que fascinan a una izquierda que no tiene palo donde ahorcarse.

Ante la caída de los sistemas políticos que conocíamos, por ineficientes, por corruptos, por envejecidos, aparecieron los alucinados. Lo que nadie se esperaba era la audiencia que iban a conseguir. Como los locos que visitan los pueblos.

Otro periodista español, Javier Gómez, también en Jot Down, escribió que Beppe Grillo quería hacer reir y terminó por asustar a la gente. Imitó a Michael Moore, pero también  a Hugo Chávez Frías. Y hoy representa al tercer partido de Italia.

Para ganar adeptos dice cosas como ésta: “La mafia nunca ha estrangulado a sus propios clientes. Se limita a pedir el ‘pizzo’ [el impuesto de Cosa Nostra]. Aquí estamos ante una mafia que estrangula a sus propias víctimas”. Habla del estado, de los sindicatos, de Berlusconi, el stablishment

Hay más, con Beppe Grillo siempre hay más. “¿Votar en las elecciones? ¿Izquierda o derecha? Vaffanculo”, gritó en Palermo. El ‘vaffanculo’ es su marca de fábrica. Creó el “día de a tomar por el culo’, como rechazo a la clase política italiana. Las gradas enardecieron…

Como también ha pensado Iván de la Nuez en un brillante artículo publicado en El País, Pospolítica contra Antipolítica, ambas corrientes se alzan sobre las cenizas de la socialdemocracia.

En palabras de este intelectual cubano: “La primera, con su ataque persistente a la condición económica del Estado de Bienestar; la segunda, desde una crítica cultural y generacional que rechaza la moderación, el pactismo a ultranza y un lenguaje secuestrado por la corrección política’’.

Es aquí donde estamos y es en este contexto que se debate la suerte de Venezuela. Pero nuestro drama actual ofrece cierta ventaja. El encargado ni siquiera calza los zapatos de Beppe Grillo. ¿Sabremos aprovecharla?

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