Por: Alberto Barrera Tyszka
Escena 1. Palacio. Sala de entrenamiento. Día. En traje deportivo, Nicolás realiza su rutina de ejercicios. Frente a un monitor gigante, trata de copiar los gestos y el tono de voz de quien está en pantalla.
NICOLÁS (imposta un poco la voz) Yo recuerdo, cuando estaba niño, allá en la sabana, ¡ah, caracha!, ¡esos vientos de la sábana! Pero no continúa porque vienen entrando Rafael y Jorge. Ambos muy serios.
NICOLÁS (al ver sus caras) Rafael Francisco! ¡Jorge Vicente! ¿Qué significa esto?
JORGE ¡Ya no podemos seguir ocultándola, Nicolás Antonio!
RAFAEL: ¡No puedes seguir teniendo esa relación clandestina con ella! ¡Incluso los han visto juntos! ¡No puedes seguir negándola! ¡Tienes que hablar de ella ya! La cámara toma los rostros tensos de los tres, mientras suenan grandes acordes.
Escena 2. Palacio. Sala Situacional. Oficina secreta. Día. Es una sala pequeña y oscura. Nicolás está reunido con varios asesores. Solo una luz tenue ilumina a Nicolás. Los asesores siempre permanecen en sombras.
ASESOR 1 (con acento insular) Eso sí te digo, pipo, hay que evitar un escándalo, tú. Las cosas no se pueden decir así, de sopetón.
ASESOR 2 (es francés, pronuncia erres marcadas y guturales) Quizás sería oportuno crear otro viceministerio…
ASESOR 3 ¡Coño! ¡Ya tenemos 107! ¿Saben cuánto estamos gastando en escoltas? Todos quedan un instante en silencio, mirando a Nicolás.
NICOLÁS (suspira, explica) Ella está desesperada. Me tiene contra las cuerdas. Ya no se aguanta. Dice que si no lo decimos, ¡ella va a estallar! ASESOR 1 ¡Hay que tener cuidado! Que no se embulle, mira tú que después todo se vira y nos toca echar un patín.
ASESOR 2 (con las mismas erres marcadas) El problema es quién lo dice, quién da la cara. Tú no puedes hacerlo, Nicolás.
ASESOR 3 ¡Podríamos usar otra vez a los artistas! Con lo de la inseguridad nos salió perfecto. La gente pasó de la nota roja a Chepa Candela. ¡Eso estuvo genial! Nicolás asiente y los mira como si fuera Raúl Amundaray.
NICOLÁS: (también habla como si fuera Raúl Amundaray) Sí. Pero ahora todo es distinto… Ahora no podemos cambiar el tema. Ahora tenemos que decir la verdad ¡sin decir la verdad! Todos se miran preocupados.
Acordetazo.
Escena 3. Palacio. Salón Oval. Día. Nicolás está reunido con diez o doce de sus ministros. Uno de ellos está de pie, junto a unas láminas, señalando un esquema lleno de flechas y cifras.
MINISTRO 1 La idea es que trabajemos con bandas.
MINISTRO 2 (sorprendido) ¿Otra vez la banda de los Enanos?
MINISTRO 3 No, no… Está hablando de la banda de Rafael Francisco, ¿no es así? Todos empiezan a opinar, hablan a la vez, la confusión va en ascenso.
MINISTRO 4 Yo creí que se refería a las bandas Derwick!
MINISTRO 5 ¡No, chico! Está proponiendo otra cosa. ¡Está hablando de las bandas militares
MINISTRO 6 ¿No será que está hablando de grupos musicales… De Vargas y su Combo o de los Hermanos Melenudos? El revuelo crece hasta que Nicolás da un golpe en la mesa y se levanta intempestivamente.
NICOLÁS ¡Ya basta ya! (Todos hacen silencio, lo miran, tensos). ¿Qué hubiera hecho (énfasis, hace un signos de comillas con los dedos) “ÉL” si estuviera aquí? Todos se quedan pensando, ensimismados. Miran el techo esperando una señal. Pasan un minuto en la misma posición y en el mismo silencio, hasta que Nicolás se sienta de nuevo.
NICOLÁS (resignado) Ni modo, Rafael Francisco. Te toca. Tú tienes que hablar pero, eso sí, no la nombres. ¡Te lo prohíbo!
RAFAEL ¿Y entonces? ¿Qué voy a decir?
NICOLÁS Habla del Nuevo Orden Económico, habla del amor…
Di que todo esto lo estamos haciendo por amor.
Los demás suspiran, emocionados.
Escena 4. Calle de la ciudad. Día. En un barrio popular, en una calle con un gran muro. Al fondo, se oye el audio de la rueda de prensa de Rafael Francisco. Aparece un muchacho de 14 años. Lleva una gorra y en la cintura se asoma la cacha de una pistola. Se acerca al muro, mira para todos lados, y vemos que el arma es en realidad un spray. El muchacho escribe un grafiti: “La primera comandante de la revolución es la devaluación”.
Continuará.
Excelente!! Jajaja reírnos para no llorar.