12/11/2015
Hoy sentí que hicimos el programa más denso, exigente y apasionado de este mes en la radio.
A modo de historia, no sólo me crié en un apartamento con libros y televisión, sino también en la relojería de mi madre y mi tío: Joan-Hope. Fueron muchos los relojes explorados, destrozados y reparados que toqué en todos esos años. Entre los digitales y los mecánicos, la fascinación por su funcionamiento interno es infinita. Ambos dan la hora, pero una cosa es el misterio de la electrónica y otra distinta es la maquinaria hermosa llena de engranajes y piezas que conforman un alma mecánica coherente y exacta.
Es similar a lo que siento cada día en el estudio. Somos 6 personas, junto al mago de los controles, girando en torno al ancla principal para armar el castillo de arena del día. Allí se toman decisiones y se reparten tareas en una coreografía increíble que le da otro sentido al tiempo y es capaz de mantener un hilo coherente de contenido en un país al filo del silencio.
Hubo información, análisis y opinión. La nota editorial de César Miguel Rondón fue una clase de dignidad en un momento donde urge. Hicimos ‘framing’, encuadre, confrontamos la realidad y la sopesamos con el material disponible para presentarle a la gente un modo de hacerse cargo.
Pero no se detuvo allí. También se habló de Araminta González, una presa política torturada y destrozada, cuya audiencia preliminar no se ha realizado un año y tres meses después de su detención porque se ha pospuesto 19 veces.
Luego un experto dibujó el panorama económico de las cuentas grandes que al poder no le dan, y por las cuales nos sacrificará aún más, a costa de nuestras muertes por violencia, escasez de comida o medicinas.
Sin tonterías ni estridencias, con los datos en la mano y la cautela que exige el método de trabajo y la amenaza constante de los censores. Viví mi propio episodio de The Newsroom.
La maquinaria no falló y con ella hablamos de salud y de gente que trabaja a pesar de todo. Incluso escuchamos en vivo una viola da gamba y otros instrumentos antiguos. Esa gran estructura del programa-revista estaba allí para darnos guión, ha evolucionado con el tiempo, nos han permitido ser parte de ella, y ha respondido con pulso y con ritmo a la nueva complejidad.
Dimos la hora. Dimos los datos. Dimos el relato de un país complejo y en colapso que aún se resiste a entregarse por completo a la barbarie.
Quienes escucharon fueron nuestros cómplices. Los demás, podrán serlo mañana.
Me encanta ser parte del anónimo que escucha todas las mañanas embelesada los ritmos del engranaje de ese programa que lleva 26 años al aire!!!! Abrazos para todos