Por: Luis Ugalde
El gobierno necesita tiempo para que la gente no lo pueda cambiar con votos luego del referéndum revocatorio. Para ello hay que estirar los tiempos y retrasar las fechas. Por el contrario, la agonía de la gente con inseguridad de muerte, desabastecimiento e insuficiencia de ingresos para comer, con falta de medicinas vitales y de insumos médicos… está urgida de tiempos más cortos que reduzcan sus sufrimientos. Es necesario acercar lo más posible las fechas de referéndum para poder empezar el cambio de gobierno atendiendo las emergencias humanitarias de millones (de todo color político) y abrir el indispensable diálogo para la reconstrucción nacional. Urge activar, de verdad, verdad, la producción nacional con verdaderos estímulos a centenares de miles de empresarios-productores y millones de trabajadores-productores con condiciones para una productividad superior. Cuanto antes mejor.
El CNE estaba en una encrucijada entre escoger tiempos máximos o acelerar el revocatorio a los tiempos mínimos. Como era de suponer, se impusieron los tiempos que quiere el gobierno y se dio una bofetada a los tiempos que pide la agonía política, social y económica del país; solo la dignidad de un directivo del CNE razonó y salvó su voto. De paso y como si fuera algo insignificante, también desplazaron para mediados de 2017 las elecciones regionales para evitar, por ahora, la manifestación contra el régimen con una votación abrumadora.
El despliegue de tiempo y de palabras que hizo la Presidenta del CNE no logró ocultar el hecho de que entre dos posibilidades estaba escogiendo la que le convenía al gobierno y no a la gente. Daba la impresión de que no consideraban o despreciaban la pregunta ¿cómo va a aguantar la gente el terrible malestar desde agosto a febrero de 2017? ¿Se hace esta pregunta el Ejecutivo y el CNE? ¿Se la hace el Ministro de la Defensa ahora con doble responsabilidad sobre el desabastecimiento y el hambre? ¿Escuchan el clamor que sale de las entrañas de la mujer que dice “si no consigo esta medicina me muero”? ¿Y el de los niños que se desmayan en el aula o simplemente no van porque no tienen comida, ni en la casa ni en la escuela? ¿Saben multiplicar esos gritos por millones que pasan hambre, o agonizan en los hospitales por falta de medicina e insumos? ¿Será que los intereses creados y la corrupción de unos cuantos cientos de capos son mucho más poderosos que la vida de millones de venezolanos? ¿Puede la sociedad entera permitirse el lujo y la irresponsabilidad de correr la arruga seis meses? ¿No va a estar todo peor en febrero de 2017 y la reconstrucción más difícil? ¿No es verdad que en cualquier país democrático una situación así llevaría a la renuncia del Presidente y a nuevas elecciones para nuevas políticas? Desde luego la renuncia no ocurre en gobiernos comunistas, ni fascistas, ni en dictaduras mesiánicas; para ellos los opositores son perversos enemigos de la patria. Lamentablemente así está Venezuela. ¿Bajo qué principios se le da una larga prórroga al comienzo de una solución de la emergencia nacional? ¿Por qué se prolonga la impúdica corrupción pública, la violación de los derechos humanos y de la Constitución, la existencia de presos políticos sin causa ni sentencia, la partidización de la Fuerza Armada y el empeño en anular la Asamblea Nacional?
Todo el mundo ve (menos el que quiere ocultar) que la grave situación de Venezuela hoy, es más difícil que hace un año o hace seis meses, y que en diciembre será peor; que la reconstrucción mañana será más grave, difícil, compleja e imposible sin importantes y prontas negociaciones nacionales e internacionales.
Triste, muy triste la situación y el desamparo humano de Venezuela. Hace falta unidad de la sociedad en la tragedia, unidad que superando las barreras políticas, pueda responder inmediatamente a la emergencia sociopolítica y activar la producción de manera sostenida y sólida. Este avión vuela herido de muerte y necesita un aterrizaje de emergencia sin estrellarse, de manera que pueda levantar vuelo otra vez, pronto y con nueva tripulación en condiciones seguras para no caer de nuevo. Es tan evidente la emergencia que no la pudo ocultar la lluvia de palabras de quienes dominan el CNE, desde dentro y desde fuera. Los tiempos del dolor de la gente y del rescate de su esperanza están enfrentados a los tiempos que le interesan al gobierno. Por ahora se han impuesto estos, que prorrogan el poder y multiplican los muertos. Ya hay respuestas.
Caracas, jueves 18 de agosto de 2016