En esta columna se ha comentado varias veces aquello de haberse perdido la capacidad de asombro ante lo insólito, bizarro, degradado, etc., del acontecer político nacional. En consecuencia la intervención de Tibisay Lucena en cadena de radio y televisión del pasado martes ya no consiguió sorprender a quienes estamos curtidos en estas lides. Eso no significa que la presentación de esa dama haya dejado de producir asco por su descarado cinismo, manipulación de cifras, etc. Tal sensación de rechazo se repotenciaba de tanto en tanto con los primeros planos que tomaban las cámaras a las rectoras Oblitas, Hernández y D’Amelio, cuyas expresiones delataban el recóndito placer que escondían ante el inminente anuncio de la “primus inter pares” avisando que a lo mejor la recolección del 20% de las firmas requeridas para convocar el referéndum revocatorio, si acaso, se llevaría a cabo a fin de octubre lo que, tal como estaba diseñado, bien podía matar la posibilidad práctica de realizar el evento electoral en tiempo hábil para producir la consecuencia política que 90% del país espera y desea.
Quien esto escribe se tomó el trabajo de calarse casi dos horas de cadena para escuchar una clase magistral sobre la historia de los revocatorios desde que se inventaron, una disertación sobre el derecho constitucional y una serie de láminas hechas con suficiente detalle como para asegurarse de que no se puedan entender. Los que conocen de estos temas aseguran que los plazos y normas citadas por la señora fueron manipulados a voluntad, lo cual bien pudiera ser el caso si nos atenemos al escenario: breve plazo para la convocatoria, longitud, lo reducido del auditorio presente, complejidad del asunto e historial de normas sobrevenidas, etc. Lo que sí puede afirmar este columnista es que no valió la pena aguantar casi 2 horas de gramínea para oír los únicos 15 segundos que eran importantes y esperados por todos: el revocatorio no va en 2016. Llama la atención observar que el único rector no oficialista del CNE, Luis Emilio Rondón, rápidamente desmintió lo afirmado por Tibi y su combo explicando que todavía existe tiempo –si existieran las ganas– de efectuar la elección refrendaria antes de enero de 2017. En todo caso no cabe duda de que harán todo lo posible para que no ocurra así. Hay muchos que no tienen retorno posible y deben jugarse el todo por el todo para mantenerse en el poder.
De lo antedicho surgen dos consecuencias evidentes. La primera es que si el gobierno no se anima a contarse en un referéndum, menos se animará a contarse en las elecciones para gobernadores que deben ocurrir en diciembre. Imagínese usted una oposición mayoritaria en la Asamblea Nacional ganando al menos 20 de las 24 gobernaciones estatales. Trampitas para lograrlo sobran. La primera de ellas es no solicitar los recursos económicos y logísticos para el evento tal como es el caso hasta la fecha.
La segunda consecuencia es la muerte del “diálogo”, la cual ya venía anunciada. Para dialogar se precisan al menos dos partes. Habiendo sido asesinado el RR que siempre fue una condición no negociable ni dialogable por ser un derecho constitucional, no parece haber razones de suficiente peso (aunque sí importantes como los presos, la independencia de los poderes y la ayuda humanitaria) como para reunir a quienes más nada tienen que conversar. Ha quedado supremamente evidente que el llamado al diálogo hecho por Maduro y sus secuaces no tenía otro objetivo que ganar tiempo y acumular oxígeno y, pese a ello, acaba de producirse una declaración hace poquísimos días insistiendo en promover el diálogo, emitida por parte de 15 Estados miembros de la OEA (Argentina, Belice, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Estados Unidos y Uruguay) expresando su preocupación por el desarrollo de los acontecimientos en la República Bolivariana (http://m.state.gov/md261001.htm).
¿Será que todos son “injerencistas” y lacayos de Washington? ¿O será que ya todos se dieron cuenta del talante de los “revolucionarios” hoy devenidos en gatos boca arriba defendiendo a como dé lugar el poder tener algún lugar que los cobije cuando la normalidad vuelva a reinar en nuestra patria? (Faltaron naturalmente la “clientela” de Petrocaribe, el ALBA y los que culipandean siendo que todos juntos no representan ni 5% del continente ni en población ni en PBI).
En opinión de quien escribe ya más nada tienen que hacer Zapatero ni sus colegas Fernández y Torrijos, mucho menos Samper ni Unasur, que nos enredó en una diatriba que a nada bueno podía llevar. Hasta el papa Francisco y su nuncio en Venezuela, promotores de buena fe del diálogo, han explicado que nunca recibieron invitación alguna de las partes: gobierno ni oposición. ¿Entonces? ¿Será que el Espíritu Santo habría de guiarlos en su tarea de pacificación?
Por lo dicho más arriba es que creemos que el juego está más trancado que nunca y, parafraseando una ingeniosa frase de Teodoro Petkoff, podemos afirmar que “lo bueno de esto es lo mal que se está poniendo”. La solución será inédita como predijo Pompeyo Márquez. Esperemos que no demore mucho y que sea pacífica, democrática, electoral y lo mas constitucional posible. ¡Así lo precisa Venezuela sin demora!