Jovany Vásquez vive, la persecución sigue. Cuidado, que no es cuento. Con su traje camuflado y la mirada fija en el teleprompter, el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Gustavo González López, revela que el famoso “testigo estrella” del caso Anderson está involucrado en los planes desestabilizadores. Luego, prácticamente pide perdón a la audiencia. “Estamos conscientes de la poca credibilidad que Jovany Vázquez puede generar en el colectivo venezolano”, se excusa el mayor general, que en un último intento porque le crean aclara: “en este caso, Jovany Vázquez no está aportando información de carácter estratégico y criminalístico”. Entonces, ahora sí es verdad. En palabras de Ismael Miranda: “la cosa no es como antes”.
Vázquez es hoy tan útil como ayer. Es la verdad. Porque con él no hace falta tener “pruebas contundentes”, como repite una y otra vez González López apoyado en sus láminas de Power Point. Basta con verle a los ojos, olerlo, palparlo, sentirlo. Suficiente para armar un expediente, librar órdenes de captura y detener a opositores. El chavismo aprieta. A esta hora, el presidente Nicolás Maduro se debate entre dictar un decreto que elimine la inmunidad parlamentaria o enrejar el Palacio Federal Legislativo para convertirlo en un anexo de Ramo Verde. No es juego. Los que advierten que quizás puede ocurrir un “fujimorazo”, no se han dado cuenta de que el Tribunal Supremo de Justicia le bajó la santamaría a la Asamblea Nacional hace rato. El Gobierno tiene razón. Aquí se ha roto el hilo constitucional.
González López asegura que la derecha está detrás “del tan esperado y acariciado golpe de Estado”. Más que blando, este es un golpe sobado. Los responsables de adelantar las averiguaciones y ofrecer los detalles sobre la conspiración abortada son un señor sancionado por violar Derechos Humanos y otro investigado por narcotráfico en Estados Unidos. Se entiende la actitud. No hay alternativa. Difícil dialogar cuando se tiene un cuchillo entre los dientes. En el país no se consigue alimentos ni medicinas, pero el ministro Néstor Luis Reverol encuentra en cada esquina granadas, morteros, detonadores y fusiles. Mientras aumenta el éxodo de venezolanos, 92 paramilitares colombianos montan una comuna a 500 metros de Miraflores. Les gusta lo malo. Y, a todas estas, ¿qué dice la Fiscal? Tal vez sea hora de llamar también a Isaías Rodríguez para que se reencuentre con Jovany Vázquez. Esa sí sería una bomba.
Es interesante y seguramente pasará a la historia forense nacional, el caso de este testigo estrella, cuya verdad brilla en su mirada, que no tiene “credibilidad” pero si fuerza para meter preso a unos, nombrar embajador a otro y enviar el resto al destierro. Cosas veredes Sancho querido.