Sentado en el muelle de la bahía – Jean Maninat

I’m sittin’ on the dock of the bay

Watchin’ the tide roll away

I’m sittin’on the dock of the bay

Wastin’ time

Otis Redding (Sittin’ on) The Dock of the Bay.

 

Por:  Jean Maninat

Las situaciones extremas alteran los sentidos, confunden la rutina cerebral, aumentan las pulsaciones, y, a veces, producen alucinaciones; sus efectos se agravan cuando los depositarios de los desvaríos los confunden con la realidad. (Quizás el Dr. Alirio Pérez Lo Presti, nos regale un artículo desmenuzando los mecanismos que sustentan tamaño trastorno de la percepción).

Uno puede observar que nuestros alucinados autóctonos no son todos unos tontos de capirote –que los hay, convengamos–, algunos hicieron sus estudios, cubrieron su parcour académico por Europa y Norteamérica; incluso, estudiaron en universidades de gran renombre internacional. No sufren de desnutrición crónica, no los verá usted escarbando la basura en sus urbanizaciones, muy por el contrario, lucen bien alimentados, con la piel rozagante de quien almacena suficientes proteínas en el organismo. Si llegan a hacer cola, es para pagar sus compras en Whole Foods, Publix o en alguna delicatessen de moda entre sibaritas de buen gusto.

¿De dónde viene su desconecte de la realidad? En algunos casos es producto del ocio intelectual, de pasar el día entero en el Twitter, cazando la menor inclinación “colaboracionista” para denunciarla ante sus pares en las redes, sacrificando horas preciosas que de otra manera habrían podido dedicar a una que otra estimulante lectura. Pero…chismear por Twitter, es casi tan bueno como era leer Hola en los buenos tiempos.

Hay mentes más ocupadas, más lúcidas y fértiles, que empiezan a patinar ante la obstinación de los hechos, frente a la desatenta insistencia de la realidad en no darles la razón. Fracasadas las salidas express, agotados los “vete ya” de toda laya, la mirada impaciente se torna hacia el exterior, hacia la “comunidad internacional”, junto a quien se librará –una vez más– la batalla final en contra del régimen. La “comunidad internacional” es el nuevo objeto transaccional, el dedo reencontrado de mamá para darnos confianza, la nueva cobijita para desandar seguros el mundo en su intemperie.

En Días Malditos (Un diario de la revolución) el escritor ruso Iván Bunin, relata el avance bolchevique en los años 1918 y 1919 en las ciudades de Moscú y Odessa. Ante el proceso de confiscación material y espiritual de la sociedad rusa, muchos intelectuales se entregaron a las más disímiles ensoñaciones, intercambiando falsas noticias acerca de inminentes invasiones, por mar y por tierra, de los alemanes, de los ingleses, o el ataque imparable de algún encopetado general de los Rusos Blancos. Todo era mentira, simples proyecciones de sus temerosas y recónditas esperanzas de que un milagro venido del exterior los salvase de la terrible suerte que ya presentían.

Sí alguna vez pudiéramos hacer sorna de los días malditos que nos ha tocado vivir, seguramente recordaremos las delirantes exhortaciones de algunos radicales de la oposición a una intervención conjunta de fuerzas internacionales, y los chapuceros ejercicios “militares” de unas supuestas milicias populares frente a las costas de nuestro país para enfrentarla. Aló, aló, me copias Radio Rochela.

Seguirán, como el gran Otis Redding cantó, sentados en el muelle de la bahía, perdiendo el tiempo viendo las olas pasar.

 

@jeanmaninat

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