Artículo publicado en konzapata.com
Por: Miguel Ángel Santos
Por Miguel Ángel Santos @miguelsantos12 (Boston).- Y ahora viene el oro. “Después de todo: ¿qué se van a hacer de esos 1.500 millones de dólares? ¿Importaciones de comida? ¿Sobrefacturación de importaciones? ¿Qué nos queda de eso? ¿En qué otro activo es que lo vamos a invertir? ¿Cuánto va a durar ese efectivo en nuestras reservas? ¿Una semana? ¿Dos?”.
Entramos en los últimos quince días de marzo. El año, como todos los de vacas flacas, como la Presidencia de Maduro en su conjunto, tiene un paso lento y atribulado. El gobierno ha hecho lo posible por esconder la realidad: no hay cifras oficiales de inflación, hace rato que no las hay de escasez. Es como si creyeran que la muerte de la palabra, en este caso del guarismo, es la muerte del fenómeno que describe.
El petróleo venezolano en lo que va de año ha tenido un precio promedio que, según el mes, se encuentra entre 50% y 58% por debajo del mismo período el año pasado. Ya para entonces, con el petróleo alrededor de 95 dólares, la economía había empezado a pasar aceite. Imagínese ahora. En estos primeros 75 días del año el gobierno ha logrado mantener estables las reservas internacionales alrededor de 22.000 millones de dólares. Es una cifra engañosa que, cuando se le mira en agregado, esconde la magnitud de la catástrofe.
En ese período, se han realizado tres operaciones y asomado una cuarta. Así, aparecieron en reservas la liquidación anticipada de la acreencia que teníamos con República Dominicana (1.900 millones de dólares, aparecieron los dos últimos días de enero), la emisión de deuda de CITGO (2.000 millones de dólares, aparecieron a mediados de febrero), y otros 1.600 millones que probablemente hayan resultado de una operación de consolidación de cuentas con el Fondo Chino. Así, a punta de deuda, la revolución ha conseguido reunir para amortiguar en algo la caída, 1.100 millones de dólares para cancelar el Eurobono 2015.
El gobierno también ha asomado una operación de swap de oro por unos 1.500 millones de dólares. En esencia, el swap consiste en que Venezuela entrega el oro el equivalente a esa cantidad, y se compromete a pagar unos intereses y a recomprarlo a un precio ya fijado en cuatro años. ¿Por qué no venderlo de una vez? Según los principios contables, en una operación de swap las partes pueden mantener los activos involucrados en la operación en su balance. Eso se traduce en que no observaríamos una caída en nuestras reservas, a pesar de haber entregado el oro efectivamente en la operación. Luego ya se verá. A este ritmo, cuatro años son una eternidad.
15Algunos economistas han comentado esta operación como si se tratase de una ejecutada por el Banco Central Europeo bajo la escrupulosa mirada de Mario Draghi. Según esta ingeniosa versión, apenas se trata de una recomposición de activos. Actualmente Venezuela tiene su portafolio muy concentrado en oro; lo que se quiere es diversificar sus inversiones para minimizar riesgos. Como si fuésemos un país normal. Utilizan a la teoría de portafolio y a Harry Markowitz para disfrazar lo que les venga en gana. Como si el hecho de que esa reservas estuviesen colocadas en oro no hubiese sido un dique de contención contra la rapacería revolucionaria. Después de todo: ¿qué se van a hacer de esos 1.500 millones de dólares? ¿Importaciones de comida? ¿Sobrefacturación de importaciones? ¿Qué nos queda de eso? ¿En qué otro activo es que lo vamos a invertir? ¿Cuánto va a durar ese efectivo en nuestras reservas? ¿Una semana? ¿Dos?
De aquí en adelante, y mientras no se recupere el petróleo, habrá que sacarse de la manga alguna operación de este tipo. Ya dispusieron del oro que se encontraba fuera de Venezuela, muy pronto echarán mano también del que se encuentra aquí. Importará muy poco el deshacer la operación de soberanía nacional que invocara Chávez con motivo del traslado del oro al suelo de la patria: Se acabó el dinero, y con él, la vergüenza. Le van a entrar a todo y a acabar con todo antes de salir. Aún así, la escasez es rampante y la inflación que se ha filtrado para estos dos primeros meses del año ha sido 11% y 8% respectivamente. Los precios ya han crecido 87% en los últimos doce meses, y a ritmo de enero y febrero cerraríamos el año en 197%.
Imagínese usted la magnitud de los malabarismos que habría que hacer para pagar los 10.500 millones de dólares en servicio de deuda que vendrían a finales de año. ¿Y llegados allí? ¿Qué harán? Quién sabe. La revolución improvisa, sobrevive como todos los venezolanos: un día a la vez. Como ya he calculado en otra parte, para pagar deuda con estos precios del petróleo habría que recortar importaciones en aproximadamente 50%. Esa caída no tiene por qué ser lineal. Como ha ocurrido en estos primeros 75 días, la revolución recurrirá a la liquidación de cualquier cosa susceptible de ser convertida en efectivo y a cualquier precio, mientras engendra una caída colosal en el abastecimiento, el consumo y las importaciones. Ya la banca privada está reportando una paralización casi total de las liquidaciones de divisas. Estos serán los meses más difíciles. Para mediados de año, probablemente se anuncie que se les está “ganando la batalla a la guerra económica”, y se acompañe con algunas importaciones de comida.
Y es aquí donde es presumible ocurra un cambio sustancial: El amedrentamiento, la amenaza y la coerción que hasta ahora ha operado en el ámbito electoral, se extenderá al abastecimiento. Ya han empezado a colocar capta-huellas en todos sus centros de distribución. Podemos saber por quién votas. Si no estás con nosotros, ya no es que no podrás acceder a las misiones, o a algún empleo público. No. Si no estás con nosotros no comes, no hay leche barata, no hay harina. La miseria sin límites.