En importantes universidades chinas, norteamericanas y europeas estudian la guerra económica y hay revuelo. No es que despalillé dos billones de dólares, los regalé, quebré a los productores agrícolas, permití que se desvencijara la infraestructura moderna creada en cuarenta años, convertí las fincas productivas en rancherías luego de expropiarlas, arruiné las clases medias, destruí el sistema educativo, hice cerrar 75% de las industrias, logré el milagro de hundir al Titanic de una economía petrolera, sino que las oligarquías, el imperialismo y los malvados me persiguen por ayudar a los pobres. Pero 85% de los pobres sufren ataques de mal de rabia al oír mi nombre y la pobreza se ha cuadruplicado en 20 años. El desconcierto de los investigadores surge porque, además, dos ministros declararon que el empobrecimiento era política económica.
Se repitió la historia sin fin: la deslechada nación cae en manos de un caudillo socialista y termina hundida en la prehistoria. Nada nuevo. Ocurrió con la mitad del mundo solo que en Venezuela lo apoyaron sin darse cuenta. Hace casi 35 años estalló la terrible crisis de la deuda latinoamericana que puso en jaque al sistema financiero internacional. Gran parte de las viudas y plañideras del progre planetario creían estar frente al final del kapitalismou, sin darse cuenta que lo que estallaban eran las fórmulas regionales de socialismo: la teoría del desarrollo de Cepal, el populismo y la estatización. Las naciones latinoamericanas crecían aceleradamente en los sesenta, pero Cepal consideró inmoral que produjeran materias primas para el maldito mercado mundial, e impuso que el Estado las hiciese industriales aunque fuera a palos.
Lacrimógenas mentales
El nuevo modelo socialista industrial-a-la-brava, contra natura, colapsó. Baldada por la teoría del valor del marxismo que impide entender lo más rudimentario de la economía, la izquierda vio chance de pasar a la ofensiva. Con la boca aguada acarició la ilusión de que el desbarajuste del sistema financiero arrastraría las sociedades occidentales. Pero para quien no estuviera asfixiado por el humo tóxico del pensamiento anacrónico, la debacle era consecuencia directa de expropiaciones, controles de cambios y de precios, acoso a los empresarios y comerciantes, que remataban generalmente en golpe militar. Juan Domingo Perón dejó su estela desastrosa en el continente y un contrahecho modelo que proliferó en decenas de dirigentes irresponsables. Sociólogos, economistas, planificadores, políticos, escritores, intelectuales convirtieron el error en desiderátum.
Panteón de ídolos
Lejos de entender que inflación, devaluación, desempleo e ingobernabilidad eran producto de tales rubieras, trocaron los fracasados en héroes que luchaban por los pobres contra oligarquías inhumanas que los derrocaron. Así apareció ese panteón de ídolos desmañados, manetos, que arrastraron sus pueblos a la tragedia con sacrificios inútiles, presididos por el trágico y suicida coraje de Allende. El drama metamorfosea al incompetente en redentor y su fracaso en martirio. No se hundían por incapaces, equivocados que traían desgracias, miseria y caos a sus países, sino que eran santos inmolados en nombre de los pobres, y las desventuras que acarreaban a éstos sus desvencijadas gestiones, complots de la maldad interna y el imperialismo.
Lamento podemita
En cambio grandes estadistas: Rómulo Betancourt, José Figueres, Muñoz Marín, Valencia, Torres, eran odiados agentes del imperialismo. El Robin Hood maneto sirve en general para racionalizaciones y excusas de todo tipo, y es sobremanera útil para que la insensatez justifique babiecadas fallidas. En síntesis: soy demasiado tonto o irresponsable para actuar con la cabeza, calcular mis fuerzas y las del adversario; arrojo a mi gente por un barranco, hago que se evapore un gran capital al actuar a lo loco y después atribuyo el fracaso a la maldad de mis adversarios y la traición de mis aliados. Ante el chasco, la salvación será que me encierren, me rompan un brazo o la cabeza. Total, si no me aprovecha para pensar, debe servir para algo. La estulticia de nuestras élites viene de lejos, pero en 25 años reproduce implacablemente aventuras dementes, descangalladas.
En 40 años de entablillar fracasados, el Banco Mundial, el FMI, el BID codificaron lo que se debe hacer en materia económica. Y casi no hace falta ser un gran economista, sino simplemente bibliotecario en cualquiera de esos organismos para hacer un superministro. Por supuesto, si usted es tan ingenuo para designar un doctor en equivocaciones de Podemos, caminará al peor de los mundos y llevará palo hasta por la glándula pineal.
Al final el sevillano se irá a su país a comer en calle de la Sierpe y usted tendrá que lidiar con los millones que aquí no comen y con un país que se deshace.
Cualquiera se pregunta: ¿por qué el gobierno es tan diligente para dar respuestas mañosas (y malas) en política y abúlico ante la inflación y la devaluación? ¿Por qué en vez de un ambilado podemita no contrata la señora que limpia el centro de documentación del BM?
@CarlosRaulHer