Del proceso de validación que impuso el Consejo Nacional Electoral (CNE) para dilatar la realización de las elecciones regionales que había pautado –ya retrasadas– para el primer semestre de este año, quedará patente el extraordinario coraje de la oposición democrática para no dejarse intimidar por un gobierno que trastabilla dando manotazos a diestra y siniestra.
En realidad, más a siniestra que a diestra, en su propósito de no enmendar su torpe gestión, avocada a desenterrar recetas económicas fallidas y desechadas hasta por sus más cercanos valedores. (Los pocos que van quedando en el barrio regional).
Ciertamente, el proceso de validación no culmina todavía, y el CNE es una caja de Pandora eficaz para hacer saltar prodigios arbitrarios, a fin de torcer la voluntad democrática de los venezolanos. Pero, hasta a los más duchos prestidigitadores se les escapa de la chistera un gato macilento disfrazado de liebre, para enojo de los dueños del circo de carpa remendada. El tiro les salió por la culata, corre el refrán como un saltaperico entre las botas de los mandamases.
Del proceso para validar también surge un nuevo posicionamiento de los partidos políticos de la oposición que a nadie debe alterar –más allá del natural entusiasmo partidista– y que no debería alentar la confección de nuevas y oscuras leyendas para desmerecer los resultados. Al fin y al cabo, se trata de una pole position para calentar los motores en vista de una carrera de obstáculos que se anuncia extremadamente difícil, en un circuito largo y tortuoso trazado arbitrariamente por sus dueños circunstanciales.
Lo peculiar del evento que se avecina es que ninguna escudería, por sí misma, está en capacidad de llevarse el trofeo sin el apoyo de los otros concurrentes. En realidad, se asemeja más a una carrera de relevos, donde los competidores de un mismo equipo corren con denuedo sus trechos establecidos, se pasan el testigo esforzadamente, hasta que el más rápido corona la meta en nombre de todos.
Todos ganan, nadie pierde. ¿Quién es el más rápido de los contendores en un mismo equipo? Sólo las eliminatorias previas irán perfilando a quien le toca hacer el esfuerzo final para lograr el triunfo. Algo así como unas primarias, entre velocistas políticos.
Y si se nos permite seguir con el bisoño intento de equiparar el difícil ejercicio de la política con la cruenta disciplina del deporte: habría que tener un campo de entrenamiento común, con técnicos multidisciplinarios al servicio de todos –al menos en las destrezas básicas que debería manejar todo competidor democrático–, establecer una estrategia compartida que respete las habilidades de cada uno y de cada quien, y desanime las zancadillas entre bomberos para ver quien enciende el fuego primero y chamusca a todos antes de llegar a la meta.
El esfuerzo realizado por los militantes de los partidos que asumieron el reto de validar sus colores, y de quienes los apoyaron desde la acera independiente, merece una respuesta unitaria de sus dirigentes. Un plan de juego común que esté a la altura de esa fanaticada que no cesa de insistir valientemente en recuperar su democracia.
Revalidar la Unidad con la fuerza y el espíritu del 6D/2015, amarrar –con el apoyo y la presión internacional– la realización de las elecciones regionales este año y prepararse para ganarlas contundentemente, es el mejor homenaje que el liderazgo opositor le puede ofrecer, en este momento, a sus infatigables bases.
Ah, y por cierto, recordar que los rusos también juegan, siempre ayuda a ganar.