Por: Carlos Raúl Hernández
La mayoría popular podrá confiar en la propuesta, impulsarla con entusiasmo…
Las elecciones en sistemas políticos autoritarios suelen ser retos al destino, porque se juega la existencia de los grupos que preservan la semilla de la democracia. En Venezuela retoña porque por fortuna se reinició la participación electoral desde 2006. Hoy 80% de los consultados culpa de sus males al gobierno, dato que el populismo puede revertir, y hay que preguntarse por qué eso no es automáticamente intención de voto. Una nueva mayoría nacional en 2015 requiere transformar conceptos, prácticas y lenguajes para convencer, seducir a la mayoría silenciosa que ya ni siquiera apoya protestas pacíficas. Representar seguridad, confianza, paz, estabilidad, prosperidad para los decepcionados y erradicar los sintagmas de violencia a su dueño, el poder: venganza, agresividad, amenaza, sirenas, gases y sangre en las calles. La noción de cambio no se puede aherrojar con incertidumbre.
- La nueva mayoría será un equipo de estadistas, no de agitadores. Son responsables, firmes, aptos, serenos, para curar heridas, nunca aventureros. Así la mayoría popular podrá confiar en la propuesta, impulsarla con entusiasmo, devenir protagonista de los acontecimientos y garante de los resultados. Trocar el silencio por el voto. Fuerza tranquila llamó Felipe González la suya para sosegar los franquistas que temblaban porque temían que su triunfo acarreara persecuciones y atropellos que nunca ocurrieron.
- No existirá terrorismo judicial porque quienes derrotan el autoritarismo no toman venganzas, ya que de hacerlo se les deshace el poder en las manos, como analiza Betancourt a propósito del período 45-48. Por eso su principal preocupación en 1958 fue edificar el Pacto de Punto Fijo para incluir en el gobierno los dos principales responsables civiles de la caída de Rómulo Gallegos. El país no será una manga de coleo para perseguir con los tribunales a los adversarios políticos, como ocurre hoy.
- Una Asamblea Nacional independiente del gobierno sería un mensaje contundente de la nación a los gobernantes sobre la necesidad de cambiar en paz. No saben qué hacer, no quieren saberlo o no lo hacen porque no les da la gana y el país va a un socialismo de republiqueta subsahariana. La nueva mayoría hará que la Asamblea deje de ser un ministerio gigante que agavilla a los disidentes, calla representantes de la soberanía popular e incumple su función de supervisar al gobierno. Su papel será plantear medidas económicas y sociales para salir del Hotel del Abismo, donde según György Lukács vivía Alemania de entreguerras y hoy Venezuela alquiló todas las habitaciones.
- La mayoría de las dictaduras han salido con votos porque así lo dicen los hechos. No se sabe quién inventó el mito contrario, pero tuvo que haber sido obra de cráneos cerrados al vacío. Frente a un Estado todopoderoso, armado, multimillonario, hay que luchar por los derechos universales. Vaclav Havel en Checoslovaquia y Lech Walesa en Polonia reclamaban rendijas para asomarse poco a poco, construyeron grandes fuerzas y después abrieron ventanas y ventanales. Hay que dejarse de malos ruidos y asumir definitivamente que el trabajo es la defensa de la Constitución, el reencuentro, los derechos y sacudir los mitos radicales que abruman el entendimiento.
- Triunfar con ese CNE. El cambio obtuvo 49,5% en las presidenciales de 2013 a pesar de todos los abusos imaginables. Ganó Miranda en 2012, y Barinas-ciudad en 2013, pese a que para el gobierno eran plazas simbólicas y se jugó el resto para defenderlas. Triunfó en las parlamentarias de 2010 con 52% y si no obtuvo mayoría de escaños fue porque el abandono de la Asamblea en 2005 le dio a la revolución unanimidad para rehacer a su antojo la Ley Electoral. En 2008 la disidencia triunfó en 8 gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana, y en 2007 derrotó a Chávez en el referéndum constitucional.
- Gracias al sistema automatizado han podido contarse los votos opositores, sobre todo en el interior del país y en los municipios rurales por diversas razones desatendidos. El voto electrónico favorece a quienes no pueden usar el Estado como maquinaria electoral y la reacción contra él se parece al síndrome de Frankenstein, miedo primitivo a la tecnología porque el mito dice que se voltea contra el hombre. La falla de la Unidad consistiría en no cubrir parte de las mesas electorales por el déficit de voluntarios, y donde no los hay se facilita muñir.
- Las trampas son manuales, no electrónicas. El mito dice que es imposible ganar máquinas porque hay hackers cubanos o rusos en submarinos cerca de la costa, e incluso chinos flaquitos ocultos en las cajas. Los problemas reales son: voto asistido, multicedulación, grupos armados en centros electorales, expulsión de testigos, uso brutal de los recursos del Estado.
En vez de llantos, desde hoy iniciar políticas para enfrentar esos, los verdaderos problemas. Contra una mayoría sólida no hay manipulación de circuitos que valga, gerrymandering o malportion, para organizar las circunscripciones en función de favorecer a alguien, lo que tiene un límite porque no es posible sonsacar votos infinitamente.
El reto es ganar Barinas, Apure, Cojedes, Guárico, y los municipios rurales de Lara, Miranda, Zulia y Carabobo.
@CarlosRaulHer