Por: Alejandro Moreno
Con la pregunta que encabeza este texto concluía mi artículo anterior. El Comendador de Fuenteovejuna no pudo en realidad hacer nada porque el pueblo enardecido lo ejecutó. ¿Qué hará el nuestro, el gobierno venezolano?
Es curioso que una corriente filosófica, ideológica y política como la que nos está gobernando, en la que siempre y por principio se han interpretado las situaciones sociales mediante el análisis estructural de la sociedad, recurra aquí y ahora a explicaciones individualistas y subjetivistas: el desabastecimiento se explica por la codicia de los bachaqueros; la inseguridad por unos tipos malos y unos paramilitares apoyados por un sujeto que se llama Uribe; la guerra económica es obra de unos “pelucones”. Nada tiene que ver con la estructura del sistema político, económico y social que esa corriente está imponiendo desde el poder y que ha demostrado producir los mismos resultados en medio mundo.
Coincide, en esto de atribuir a la maldad de los individuos, con sus oponentes los cuales todo el mal se lo atribuyen a la impericia e ignorancia del presidente y sus ministros.
Dada esta manera de enfocar los hechos, ¿qué posibilidad y probabilidad de acción le queda al gobierno actual? ¿Hacia dónde nos está llevando? El gobierno debe estarse dando cuenta de que no tiene más remedio que intervenir con contundencia en esta situación que amenaza con ejecutarlo como al comendador el pueblo de Fuenteovejuna. ¿Vamos hacia la necesaria definición del régimen con respecto a sus relaciones reales con los venezolanos? No puede seguir manteniendo esta ficción de democracia que ya a nadie engaña. La presión de la realidad social es tal que el sistema parece necesitar, para no sucumbir, poner en ejecución un modelo abiertamente autoritario de gobierno, lugar al que todos los sistemas socialistas radicales han ido a desembocar desde el primero hasta el último. Da la impresión de que hoy ni siquiera le sirve el modelo cubano, especialmente ahora que se está modificando. ¿Vamos a un régimen tiránico cada vez más radical, tipo Corea del Norte?
El hambre y la miseria están instalados. El término “bachaqueo” ha adquirido ahora su propio significado. Ya no es acumular para vender porque el que vende hoy, pierde, dado el aumento vertiginoso de los precios, sino acumular hoy para no morir de hambre luego. La propia hormiga de la fábula.
Habría otra salida: invertir en reconstruir el país con el trabajo de todos; no en ganar adeptos que se roban los recursos, como bien sabemos.
El gobierno tiene cómo. ¿Lo hará? No.