Por: Laureano Márquez
Sale en las noticias que un funcionario pide someterse al polígrafo junto a otra funcionaria que sostiene un punto de vista exactamente contrario al suyo, para vez quien dice la verdad.
Que alguien que sostiene la existencia de este estado de cosas, pida someterse al polígrafo, no deja de ser motivo para una humorada: uno se imagina al polígrafo echando humo hasta explotar; o que se vaya oportunamente la luz, justo en el momento de responder a una pregunta; o que el polígrafo este manejado por una rectora de un organismo electoral cualesquiera, de cualquier país ubicado al norte de América del sur; que sea machista y descalifique a priori la opinión femenina; incluso que se dé la curiosa circunstancia de que habitando el interrogado de manera plena y absoluta en la mentira, todo lo que diga termine siendo verdad, su verdad: una verdadera mentira.
El polígrafo, llamado también “detector de mentiras” o “maquina de la verdad”, es un aparato que mide las respuestas fisiológicas a determinadas preguntas.
Digamos por ejemplo que usted es una persona cuya obligación es velar por la defensa de los Derechos Humanos. Bueno, a usted lo sientan en este momento frente a un polígrafo y usted debería comenzar a sudar copiosamente, ya de entrada, incluso antes de los buenos días, antes de que le hagan la primera pregunta.
Porque si su misión es defender al pueblo, en estos tiempos usted no debería ni siquiera mencionar la palabra polígrafo y mucho menos la palabra verdad.
Pero hay maneras de derrotar al polígrafo, por ejemplo dicen los que saben del aparato e que la tensión emotiva que provoca el conocimiento propio de la verdad modifica ostensiblemente la progresión orgánica de una persona que engaña sobre un aspecto específico.
Lo primero que usted debe hacer si quiere aprobar el examen del polígrafo es evitar esa “tensión emotiva”. Le va a ayudar mucho, por ejemplo, el no considerar humanos a los que se oponen y piensan distinto. Partiendo de esa verdad, usted podrá, sin mentir superar la prueba.
Como en estos tiempos hay especialistas para todo. Estas son las recomendaciones que hacen los expertos en engañar polígrafos:
-Di solo lo que necesitas decir. Para la mayor parte de la prueba tendrás que contestar “sí” o “no”. Resiste la tentación de explicar tus respuestas o de entrar en detalles, aunque el evaluador puede intentar pedirte más información. Sé cortés y coopera, pero no des más información de la que es estrictamente necesaria.
-No admitas nada relevante. Sin importar cómo se vean las líneas de la gráfica, nada es más cierto o dañino que tu confesión.
-Responde las preguntas con firmeza, seriedad y sin dudar. Este no es el momento para hacer bromas o tratar de ser gracioso. Al contrario, debes parecer sincero, cooperativo y decidido.
-Respira normalmente. Excepto durante las preguntas de control, debes intentar mantener el ritmo de la respiración: de 15 a 30 respiraciones por minuto. No respires demasiado hondo.
Sabemos que usted está en condiciones de superar la prueba del polígrafo, porque realmente usted ya ha venido actuando así desde hace tiempo ante el detector de mentiras de la vida. Sin embargo, ¿Cómo va a hacer usted con la máquina de la verdad que lleva dentro?
Aquella que le recuerda que la trayectoria vital suya era la defensa de los Derechos Humanos, que usted comenzó en todo esto porque le dolía el sufrimiento de la gente.
No cabe duda, al polígrafo de la conciencia también se le puede mentir, pero al final del día, el alma siempre sabe la verdad.
Como tan excelente es descubrir o tener la suerte de encontrarse con páginas como la de el Sr César M. Rondón, también es invalorable leer a Laureano Márquez. Que final y que alimento de artículo para la historia circunvecina de nuestro día a día en Venezuela compuso Laureano¡¡¡ Vivan por siempre.