En los libros Estado Delincuente (2013) y El Gran Saqueo (2015) definimos al régimen de Venezuela como una kakistocracia (gobierno de los peores) y una cleptocracia (gobierno de ladrones). Es un poder grandote y glotón que dice que todo lo controla y al final, como el dicho aquel: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Estamos en una anarquía total, producto de la incapacidad, la improvisación, la violencia y la corrupción.
La casta que desgobierna a Venezuela se sirvió de la mentira para llegar al poder y la sigue utilizando, sin vergüenza ninguna, para continuar en él.
Si antes fue la promesa incumplida de la soberanía alimentaria, donde a nadie le faltaría comida, o los medicamentos al alcance de todos, o el saneamiento del río Guaire donde todos se podrían bañar, pasando por centenares de ofertas engañosas, ahora es el Petro: supuesta criptomoneda que prácticamente sustituiría al hiper-devaluado bolívar “fuerte”.
El nuevo engaño pretende burlar las sanciones económicas y financieras de EEUU y Europa contra Maduro y el entorno cívico-militar que se ha enriquecido a costa de la destrucción del país y del hambre de millones de venezolanos.
La última manipulación de Maduro es que todos los venezolanos tendrán acceso a los petros, que estarán respaldado por el petróleo enterrado en la Faja del Orinoco o los metales preciosos del Arco minero, que cada petro valdrá lo que cueste un barril de petróleo, y que al final, los petros se podrán canjear por dólares y euros, todo lo cual es falso.
El Petro ni es una criptomoneda ni es legal. Economistas y expertos nacionales e internacionales han descartado que el Petro sea una criptomoneda: al estar supuestamente respaldado por las reservas de petróleo de la Faja del Orinoco y los minerales del denominado Arco Minero, como ha anunciado Maduro, se trataría de un título de deuda, un intento ilegal para obtener pagos por adelantado por la eventual venta de las reservas de petróleo del país. En un acuerdo aprobado por unanimidad, la Asamblea Nacional declaró la nulidad del Petro y denunció que su utilización es ilegal porque viola el artículo12 de la Constitución que establece que los yacimientos mineros y de hidrocarburos de la República son inalienables.
Sin embargo, el cacareado respaldo del Petro con las riquezas mineras de Venezuela tampoco está claro. En ninguno de los varios, deficientes e improvisados white papers o papeles técnicos del Petro, ni en Castellano ni en Inglés, se especifica esa garantía. Por el contrario, el único respaldo claro del Petro es el Bolívar, como se expresa literalmente en la Sección 5 del último papel técnico publicado, donde se presenta la fórmula para calcular los bolívares equivalentes al Petro, según la tasa de cambio oficial DICOM.
La conclusión es sencilla, como dice el economista Alexander Guerrero: “el Petro respaldado por el Estado, tendrá que cargar bolívares arbitrados a la tasa de cambio oficial, que es la octava parte del precio del dólar paralelo”. En pocas palabras: El Petro es un Bolívar, y tendrá el mismo destino de éste.
Que el Petro pudiera tener el valor de un barril de petróleo es otra falsedad. Es obvio que las reservas enterradas en la Faja del Orinoco valen mucho menos que un barril de petróleo ya extraído o en producción.
El fraude que gravita en torno a la “clepto-moneda” de Maduro, queda confirmado con la opacidad con la que se realizó la ICO (Oferta Inicial de Moneda, por sus siglas en Inglés). Expertos en criptomonedas han desmentido a Maduro y aseguran que el Petro no recaudó los anunciados 735 millones de dólares en la preventa del 20 de febrero. Se basan en el hecho de que en el histórico de transacciones del Petro en NEM (la plataforma gratuita y de acceso público que finalmente se utilizó) no aparecen transacciones que confirmen esa cantidad.
Igualmente, es totalmente incongruente desde el punto de vista político, que luego de tanta retórica y discursos contra el “imperio” ahora el régimen de Maduro pretenda atraer como inversionistas del Petro precisamente a fondos de EEUU como el denominado Pantera, tal como lo anunció el superintendente Carlos Vargas.
Por decir lo menos, resulta bastante improbable que los petros puedan intercambiarse al final por dólares o euros, vistas las sanciones internacionales que pesan sobre el país. Al final, cualquier intercambio de criptomoneda por dinero fiduciario tiene que pasar por los bancos y éstos no están dispuestos a ser penalizados por el Departamento del Tesoro de EEUU o las autoridades europeas.
El rasgo anti-ecológico de la producción de cripto-activos, aumenta las incongruencias del Petro. Una de las muchas pruebas de que estamos frente a una nueva estafa de Maduro, es que, la creación de criptomonedas a través de redes de los denomimados mineros, precisa de inmensas cantidades de energía eléctrica, cuestión que obviamente no existe en Venezuela. Los constantes apagones en todo el territorio nacional, se deben a la falta de mantenimiento, la incapacidad y la corrupción de la mal llamada emergencia eléctrica, que llevó al colapso del servicio.
Maduro ha dicho que el Petro se usará en cualquier intercambio financiero de los ciudadanos con el Estado venezolano y viceversa, desde pagar impuestos y gasolina hasta las nóminas de los empleados públicos y las pensiones.
Ofrecer el Petro a los venezolanos como solución para la escasez de alimentos y medicinas y la hiperinflación es otra burda y despiadada manipulación. El petro, al estar respaldado por el bolívar, correrá la misma suerte.
Decir que sólo tendrán acceso al Petro, los portadores del denominado carnet de la Patria (equivalente a ser miembro del Psuv o más bien de Somos Venezuela, como lo asomó el superintendente) es otra prueba más de la discriminación política que el régimen ejerce contra la mayoría de los venezolanos.
Lo cierto es que no creemos que el Petro tome la calle. Para empezar, el régimen debe crear la plataforma tecnológica y el ecosistema necesario, cuestión que vista la improvisación e incapacidad con la que arrancó la preventa, luce muy lejano. Proyectos de criptomonedas que se iniciaron con mayor planificación y seriedad tardaron meses y hasta años en ver la luz.
Los embustes y la corrupción de Maduro han conducido al país a un desastre total. Llegó la hora de un gran frente de unidad nacional, que con el apoyo de la comunidad internacional, exija la apertura del canal humanitario y la convocatoria de elecciones libres y democráticas para finales de este año, tal y como lo prevé la Constitución; con un nuevo CNE, sin inhabilitados, ni perseguidos, ni presos políticos.
Solo con una verdadera unidad y la fuerza de todos, lograremos los cambios necesarios para el inicio de una transición hacia la mejor Venezuela.
@TablanteOficial