Por: Sergio Dahbar
Cada tanto tiempo una petite histoire me obliga a estacionarme en el hombrillo del asombro. Habida cuenta de que somos carne de telenovela. Y de que el melodrama articula nuestros sentimientos con desesperación, alcohol e hijos naturales que no son reconocidos hasta bien avanzada la trama.
El personaje central de esta historia, o si se quiere ser más preciso, uno de sus ejes centrales, se llama Isabel Carrasco y para los españoles pasó de ser gran señora de la política regional castellana, Presidenta de la Diputación de León, y líder regional del Partido Popular español, beneficiaria de las dietas de 11 cargos, y mandamás provincial con un uso autocrático del poder, a víctima desgraciada por tres disparos, mientras cruzaba un puente de León, por la espalda, para remarcar la alevosía del ataque, el 12 de mayo de 2014.
Uno de los disparos pegó en el punto débil de esta matrona, su corazón, y no sabemos, ya no se sabrá, si al caer vio a su verduga, una mujer disfrazada que volvió sobre sus pasos y se perdió en el atardecer más crudo de mayo. Saberlo le habría agregado picante a la escena.
Con la rapidez con la que se resuelven ciertos casos en la actualidad, la policía de León resolvió el asesinato en horas. Al día siguiente fue detenida Monserrat González, esposa del jefe de la policía de Astorga, y madre de Triana Martínez, una ingeniero que trabajaba en la Diputación con Isabel Carrasco.
La madre decidió vengarse del aparente maltrato que habría recibido su hija Triana, cuando trabajaba con Carrasco. La Presidenta de la Diputación fue acusada por madre e hija de acoso sexual (aparentemente Carballo quería acostarse con Martínez), persecución laboral e intento de arruinar sus vidas.
Madre e hija fueron detenidas, y una amiga de la joven, Raquel Gago, policía local, también quedó entre rejas, por encubrimiento y tenencia de armas. Toda una tragedia griega.
Esta semana el tribunal de la Audiencia Provincial de León condenó a 22 y 20 años a madre e hija, al encontrarlas culpables de ponerse de acuerdo para cometer el crimen de Isabel Carrasco. Y aquí viene una de las aristas curiosas de este caso, que las tiene todas: Raquel Gago fue encontrada culpable como Monserrat y Triana, pero el magistrado presidente del juicio decidió corregir el veredicto del jurado y absolver del delito de asesinato a esta mujer policía.
No encuentro la mejor manera de trasmitir el tesoro que se esconde en los claroscuros de esta historia: Monserrat abandonó a su esposo en Astorga para vivir obsesivamente cerca de su hija; Triana consiguió por una recomendación entrar en la Diputación de León y cuando las cosas no funcionaron acusó a la jefa de acoso sexual; Raquel vivía un amorío secreto con un hombre casado y se desahogaba en llantos con Triana, que la escuchaba mientras comía mejillones y amasaba un odio visceral por la jefa que ya no la quería.
Y está la jefaza de todas las jefas, Isabel Carmona, alguien de temer, con una lengua más poderosa que una pistola Taurus, hasta el 12 de mayo de 2014, día en que sus abusos cesaron.
Me ha impresionado esta pequeña historia de la región donde salió mi abuela materna a principios del siglo veinte para no volver nunca. Hay huellas de corrupción y abusos de poder de provincia; hay gente que acepta entrar en un trabajo apalancada pero no acepta fracasar; hay gente que vive una vida miserable para coronar con un acto salvaje de venganza que no sirve para nada. En fin, hay un infierno grande en un aburrimiento de provincias. Este es el momento en que un diablo en el oído me susurra, será que se merecen a Podemos? Habría que ver.