Por: Sergio Dahbar
Hay una novela del escritor ruso Stanislaw Lem, Retorno de las estrellas que cuenta la historia de Hall Bregg, un hombre que regresa a la tierra de una arriesgada misión de diez años en una galaxia lejana.
Al pisar la tierra, Bregg descubre que las cosas ya no son como eran. Se ha producido una contracción del tiempo einsteniana de 127 años. Los cambios que encuentra a su regreso resultan sustanciales. Se da cuenta que es un anacronismo viviente. Es una obra notable sobre la soledad.
Stanislaw Lem la publicó en 1993, pero poco se sabe sobre su posible conexión con la historia real de Sergei Krikalev (1958, Leningrado). Este ingeniero mecánico y cosmonauta ruso ostenta un melancólico record: es el ser humano que ha pasado más tiempo en el espacio.
Regresé a Krikalev cuando vi la película Out of the Present (1995), documental dirigido por el rumano Andrei Ujica. El cosmonauta es el único ruso que observó la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 380 kilómetros de altura.
Sergei Krikalev era en 1991 ingeniero de vuelo de la misión Soyuz TM-12, y pasó 311 días, 20 horas y un minuto a bordo de la estación especial Mir. Ujica es un devoto del cine documental basado en imágenes de archivo, sin intervenciones.
Con material de archivo e imágenes tomadas con la cámara de 35 mm que llegó al espacio, Ujica compone la estadía de Krikalev fuera de la tierra. Desde el espacio advirtió cómo su ciudad (Leningrado) recuperaba su antiguo nombre (San Petersburgo); y su país (URSS) se desmoronaba y su bandera roja sumaba otros dos colores.
Al rumano Andrei Ujica hay que tenerlo presente. Es un director excepcional, que tiene en su haber las siguientes películas: Videograma de una revolución (1992, realizada al alimón con Harun Farocki, director alemán por cierto de Bárbara), sobre el uso de la televisión en la caída de los dictadores Ceausescu en 1989.
Y La autobiografía de Nicolae Ceausescu (2010), compuesta con el metraje oficial de actos gubernamentales. Para ser un dictador sin carisma, a Ceausescu se lo filmó una hora por día a lo largo de 25 años. Material único para retratar a un autócrata.
Debo confesar que Out of the Present abrió en mi imaginación una puerta insospechada. Tuve un sueño. No pude evitar sentirme Sergei Krikalev ante las imágenes de la caída de la revolución bolivariana. No se me puede culpar: la ciencia ficción es una licencia para jugar con los tiempos y hablar de sueños. ¿Qué es sino la obra completa de Bradbury?
De repente me sentí como el personaje de Blade Runner: “He visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia’’.
Del sueño recuerdo algunas imágenes. No vi a los gringos invadiendo ningún territorio. Casi todos estaban en Cuba, arreglando las cosas con Raúl. Sí vi un imperio rojo de corrupción e ineficiencia viniéndose abajo por su propia ceguera y anacronismo. Vi estampidas de enchufados huyendo a paraísos sin extradición.
Vi a funcionarios públicos desmontando cuadros de Chávez y el Che Guevara de sus oficinas. Vi a gente desconcertada porque perdían los negocios con el gobierno (aunque se preparaban para montarse con los que llegaban). Vi a muchos bachaqueros abrazándose con las cajeras de los automercados. Vi a muchos presos políticos salir en libertad y a muchos exiliados regresar a su tierra.
Me desperté con una llamada telefónica de un amigo que me daba un buen dato sobre un vendedor de repuestos raros de carros. El mio va para seis meses varado y el pronóstico es de terror.
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