Por: Carlos Raúl Hernández
La cúpula de gobierno es civil-militar y hay que eludir confusiones y errores políticos
Maduro tendría que ir más allá de lo posible para recoger los demonios que liberó Chávez y meterlos en el frasco, antes que se lo traguen y el destino sea una ruleta rusa con cinco balas. La cúpula civil y militar del Gobierno arrastra al país a las puertas del infierno y si dan el aldabonazo, pasan el dintel y continúan la marcha, se entrará en dominios tan tenebrosos que mejor no invocarlos. Podría ser la tragedia inenarrable de un Estado fracasado africano o europeo oriental, que rozó México y Colombia. Cuando colapsan los revolucionarios dejan como legado la violencia entre hermanos y la desintegración nacional. ¿Serán capaces de revertir tres lustros enajenados de costo tan grave para las mayorías? Pese a la inyección de odios fratricidas los venezolanos no se dejaron hasta ahora inducir inquinas raciales, regionales ni religiosas.
Lucen ocupados en triquiñuelas autoexculpatorias, guerra económica, guerra eléctrica, magnicidio o el cuento japonés de una pugna entre militares y civiles ¡y un cubano hace la reingeniería del Gabinete! La cúpula de gobierno es civil-militar y hay que eludir confusiones y errores políticos. La FFAA es el único apoyo sustantivo, además es “clase reinante” que suministra personal de gobierno, y la menor vacilación del aparato armado pondría a Maduro en órbita. Hay que leer con racionalidad lo que ocurre y actuar igual ante los episodios aledaños a la salida de Giordani, quién no cae “por civil” ni por “honesto”, sino por el fracaso de su experimento mengeliano. Un radical es alguien con el cerebro paralizado y ojalá fueran los estertores del surrealismo económico chavista. Cuidado con creer que “¡el sistema se hunde: haz peso!”, y ver con simpatía ¡caos institucional, intervenciones, militares o lucha contra la corrupción! Pero las fracciones revolucionarias parecieran no comprender que montan un tigre.
La chusma global
Según índice elaborado con 35 variables sociales de ONU, Venezuela está entre los 10 peores del planeta acompañada de escombros de estados hamponiles y revolucionarios. El último es Libia precedida por Vietnam, Iraq, Azerbaiyán, Angola, Zimbabue, Indonesia, Benin, Venezuela y Yemen. Otra vergonzosa tabla da al país una de las mayores inflaciones existentes, con Sudán, Bielorrusia, Sudán del Sur, Siria, Irán, Argentina, Etiopía, Malawi y Burundi. Los colectivismos se cayeron porque carecían de columna vertebral para soportar un Estado acromegálico. Gorbachev puso fin a la gran pesadilla del siglo XX, desapareció la Unión Soviética y quince naciones tomaron sus caminos, mientras Alemania y Vietnam se reunificaron. Checoslovaquia muere con el socialismo, en 1993 se fractura, y de Yugoslavia entre 1991 y 2003 surgen 7 banderas.
Los que colapsaron o se desintegraron en los siglos XX y XXI fueron casi todos estados revolucionarios. El llamado socialismo africano sirvió desde los sesenta a pensadores radicales de importantes universidades de Europa y Estados Unidos, para apuntalar avances totalitarios prosoviéticos disfrazados de fervor anticolonial, delirio tercermundista extremo que llevó parte de África casi a la extinción. Crearon el diferencialismo o multiculturalismo que rechaza la herencia jurídica, institucional y simbólica de occidente por servir a la opresión en el tercer mundo y por eso lo revolucionario era mantener las comunidades en su condición bárbara, fuera de la civilización. De allí surgió la insólita simpatía con atrocidades de musulmanes, negros, asiáticos o “pueblos originarios” a nombre de la identidad cultural. Se hizo mal visto decir que un velo femenino islámico es una porquería, como lo es.
La esperanza
¡Ojalá el chavismo salga del hoyo y deje salir al país!, porque los radicalismos ciegos querrán jugar al Apocalipsis. Es básico aunque nada fácil: que el Gobierno ejecute un programa integral de reformas económicas e institucionales, redefina sus relaciones con la sociedad y las encuadre en la Ley y la Constitución, procesos electorales transparentes, institucionalización de las FFAA y liquidación del paramilitarismo. Si no hacen lo que deben hacer, ahí están los abismos-traga-todo, desde los 10.000 muertos de Videla. Si hacen lo que deben hacer, pagarán los costos políticos pero crearán los fundamentos para que la vida renazca. Hay una confrontación en el chavismo, pero no entre civiles y militares, ni entre corruptos y honestos ni entre mejores y peores. Borges dijo que “… los peronistas no son buenos ni malos: son incorregibles”. Ojalá estos no lo sean.
En el calendario -digo, es un decir- hay elecciones en 2015, y si la oposición supera ímpetus de la pubertad y trabaja para conquistar la mayoría, podrá jugar para ganar en imprevisibles escenarios futuros. La mayoría silenciosa, 80% que rechaza la violencia, y la comunidad internacional deben saber que Venezuela no es un país olvidado de Dios, sin alternativas, donde hay dos manadas de bestias carnívoras y tontas y que ninguna merece dirigir el país, como en Siria o Iraq. En algún momento el chavismo tendrá que pasar a la oposición, hacerse un curetaje moral para vaciar la semilla del Galáctico y convertirse en una fuerza moderna, como los socialistas chilenos y europeos, el PRD de Panamá, el MNR de Bolivia, el APRA de Perú, el PRI mexicano y muchos otros, que tanto daño hicieron, pero que después supieron redimirse.
@CarlosRaulHer