Por: Fernando Rodriguez
El ascenso del general Padrino a una inédita y vertiginosa posición de poder puede significar muchas cosas y ya se ha especulado bastante sobre la cuestión, al punto de convertirlo hasta en la carta oculta del diálogo de Zapatero, amparado por no sé cuantas potestades mundiales. Sería el eslabón para la “transición suave”, en otras palabras, la sustitución del conflictivo referéndum en 2016. Lo cual, ciertamente, puede sonar a mera especulación globalizada. Pero tampoco aparece como muy creíble, el otro extremo, que el buen padrino haya decidido acompañar a Maduro en su vía crucis antes de que renuncie en algunas semanas o le den una paliza revocatoria en unos meses. Padrino pero no tonto, ya lo ha demostrado saltando de aquí para allá y viceversa. De manera que algún entaparado hay, puede que todavía más nefasto, además de ser el último episodio de la muy castrense tarea de darle comida a los venezolanos, que comenzó por allá en la prehistoria del Proceso con la épica batalla de las cebollas y los tomates y que terminó en una obscena repartición de billetes, el nacimiento de una manera de gobernar que ha terminado con el precio del kilo de cebolla a algo así como cuatro días del sueldo mínimo y centenas o miles de millonarios exprés, rojos y verdes. De que hay rollo hay, pero nos limitamos por ahora a precisar la pregunta: ¿cuánto y cómo se vincula esta insólita repartición del poder con el diálogo que está por nacer si es que nace y que parece contradecirlo totalmente?, ¿tiene algo que ver el Departamento de Estado o su Santidad con los tomates y las aspirinas o es asunto meramente vernáculo? Y espero sentado, creo que no mucho. Circunspección llamaba Descartes a esa virtud, para él capital, de esperar la claridad y distinción del entendimiento, que ahora no tengo.
No quiero dejar de anotar algunos detalles curiosos que a lo mejor son solo eso. Por ejemplo que Lilian Tintori haya alabado el nombramiento del general. O que el prudente Chúo Torrealba haya acusado a Timoteo Zambrano de andar haciendo de las suyas por medio mundo, al margen de la MUD.
A todas estas uno se pregunta si el pueblo o, mejor, la gente, los venezolanos, se pronunciaron como lo hicieron el 6-D o en el primer tranco del revocatorio las encuestas no hacen sino adelgazar cada vez más la legitimidad de Maduro, los relatos de hambre y muerte no hacen sino multiplicarse y volver cada vez más tenebrosa la crisis, las fotos de la fugaces huidas a Colombia tienen un aura bíblica, hasta los ex chavistas e incluso muchos chavistas parecen comenzar a tirar la toalla y si el mundo entero nos mira como una de sus más monstruosas llagas, uno se pregunta, digo, si no están dadas desde hace mucho las condiciones para que el país cambie de piel de una vez por todas y no deba esperar un largo epílogo en las mismas manos que lo han desollado durante tanto tiempo. No es ya bastante saña y sufrimiento. ¿Va a soportar esta tierra esa última estación, sin otra razón que intereses delictivos que proteger, cumplirle a clientes siniestros compromisos que nunca han debido transarse, o darle una última despedida a la bandera deshilachada y pisoteada por los pueblos de los bolcheviques?, ¿u ofrecerle a algunos jerarcas imperiales otra oportunidad para poner en práctica su política latinoamericana de “dejar hacer” para salir bien en los selfis?
Pensamos que no hay otra salida sensata, aun para la paz y el tránsito leve que se dice buscar, que el revocatorio que abre el futuro y la esperanza y que le da salidas a la olla de presión que amenaza estallar a cada rato. Continuar con más de lo mismo, ahora blindado por militares detestados, que no solo van a reprimir sino a producir y distribuir, desastrosamente por enésima vez, el pan de los venezolanos, es desconocer el sentido de los límites políticos y el sufrimiento humano.
Ojalá estas sean unas dudas inútiles, algo paranoicas, y que haya que desestimarlas antes del domingo en que suelen aparecer.