Publicado en ALnavio
Por: Pedro Benítez
Al PSUV, el partido de gobierno en Venezuela, le espera otra sonora derrota electoral. La peor desde su fundación en 2008. El responsable directo no será otro que el propio Maduro, que en la práctica ha asumido la jefatura de la campaña. La disputa electoral será entre votar por sus candidatos o votar contra sus candidatos. Por Maduro o contra Maduro.
Cuando en diciembre de 2012 el expresidente Hugo Chávez regresó de su tratamiento de salud en Cuba para hacer sus últimas apariciones públicas en Venezuela, apenas al bajar las escalerillas del avión presidencial, ante las cámaras de televisión interrogó al entonces presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) Diosdado Cabello sobre el número de gobernadores que se esperaba ganara el oficialismo. En ese momento faltaban pocos días para las elecciones de gobernadores y alcaldes, las primeras que se realizarían sin la presencia del jefe de Estado desde su arribo al poder en 1999. La respuesta de Cabello fue rápida y sin titubeos (obviamente esperaba la pregunta):
-Las 23 gobernaciones, Presidente.
A las pocas horas Hugo Chávez designó a Nicolás Maduro como sucesor, partió para Cuba y a los pocos días se efectuaron las elecciones. El PSUV, con la ayuda de la desmovilización opositora, desmoralizada luego de la derrota en la elección presidencial de octubre anterior, consiguió 20 de las 23 gobernaciones en disputa.
Casi cinco años después (los gobernadores en ejercicio tienen nueve meses con sus mandatos constitucionales vencidos) Nicolás Maduro ha anunciado que su partido, el PSUV, aspira a ganar 10 de los 23 gobernadores en la elección pautada para el próximo 15 de octubre.
Es decir, el número más optimista que maneja es 10. De modo que en su mente puede pensar que el partido fundado por Chávez puede en realidad lograr ocho o quizás menos, seis.
Según los estudios de opinión pública que empiezan a difundirse en Venezuela, y comparándolos además con los resultados de la elección parlamentaria de diciembre de 2015, el chavismo no ganaría en ninguno de los estados del denominado ‘corredor electoral’ venezolano, que va desde el estado Zulia, fronterizo con Colombia al occidente del país, hasta el de Anzoátegui en el oriente. En esa franja se concentra la mayoría de la población y las ciudades más importantes, incluyendo Caracas, la capital.
De manera tal que las regiones donde los candidatos del Gobierno tienen hoy oportunidades de victoria son aquellas menos pobladas, más pobres y por tanto más dependientes del masivo clientelismo típico del chavismo.
A lo anterior hay que sumarle el brutal ventajismo oficial, que ha incluido la inhabilitación, persecución judicial, exilio y cárcel de muchos de los potenciales candidatos adversos al régimen y un bloqueo en la cobertura de los grandes medios televisivos a las organizaciones opositoras.
Votar por Maduro o contra Maduro
De modo que en boca del Presidente, lo que les espera a los candidatos del PSUV es otra sonora derrota electoral. La peor desde su fundación en 2008.
El responsable principal y directo no será otro que el propio Nicolás Maduro, que en la práctica parece haber asumido la jefatura de campaña de la tolda política oficial.
El mandatario le va a simplificar el trabajo a los estrategas de la campaña opositora al reducir la disputa electoral a votar por sus candidatos o votar contra sus candidatos. Por Maduro o contra Maduro.
Las ofertas, propuestas, carácter y estilo de los aspirantes al ejercicio de las administraciones regionales se verán opacados por este factor. Después de todo, cada vez que un opositor conquista una gobernación o una alcaldía el Gobierno central le despoja de sus competencias en el mejor de los casos, cuando no le inicia un proceso judicial.
Pero Maduro parece decidido a propinarse una nueva derrota electoral, a la que intentará restar importancia con el argumento de que, después de todo, no le fue tan mal.