Moción de angustia – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Beloso

 La cuerda revienta por lo más delgado. Eso no quiere decir que el problemasoledad morillo belloso 2 haya estado solo en ese segmento de la soga. Es como si se hubiera producido un quiebre por fatiga del sistema, o del modelo. Porque hay una enfermedad sistémica, general. Pero se produce lo lógico: privan las necesidades básicas. Y entonces la gente no habla sino de lo que la atormenta.

 A la gente poco le importa los grandes postulados de la democracia. De hecho, suenan a necedades con las que no tiene tiempo ni energía para lidiar. De allí la importancia de contar con políticos serios, pues son ellos quienes pueden ver el bosque y los árboles, y entender que los errores y pecados que cometen los populistas terminan destruyendo arriba lo cual genera destrucción aguas abajo. A los ciudadanos del común, quienes no tienen por qué saber ni entender los vericuetos de los efectos de las malas decisiones sobre la vida cotidiana, acabó importándoles la situación del país cuando les pegó en donde más duele, en el estómago, en la salud, en la vida.

Pasó en Venezuela lo impensable. A quienes contabilizamos años de historia y varios gobiernos democráticos, tiene que sorprendernos que todo ocurrió como si del primer gobierno de CAP hubiéramos brincado sin escalas al segundo gobierno de Caldera. Es decir, un viaje supersónico de la bonanza enloquecida -que comprensiblemente nos convirtió en una sociedad que no entendió que se había sacado el premio gordo de la lotería- a la precariedad económica que fue enfrentada con conciencia y sensatez. El finado actuó como CAP I pero el actual presidente no entiende que le toca ser Caldera II. Así de insólito como suena. Es decir, de la riqueza a la pobreza en una carrera de velocidad. Y con indigestión. En apenas poco más de una década. Con una deuda externa acromegálica y una deuda interna que no hay cómo pagar. Con una ausencia indismulable de desarrollo económico que contrasta con las muy gritadas promesas de acabar con el rentismo. Con un problema grave en Aragua, pues es allí donde está La Casa de la Moneda, espacio donde el BCV imprime billetes sin respaldo. Con una caída del bienestar social que pone los pelos de punta. Con una corrupción inmunda que hizo del enchufadismo la nueva modalidad de farsa que se burla de la ciudadanía y le birla impunemente sus dineros. Y así suicidaron el futuro, así suicidaron la esperanza.

La gente del común, esa que hace colas interminables, que no consigue lo que necesita, que pasa penurias infinitas, que se cala la oscurana y la inseguridad, que tiene hambre y sed de justicia, que necesita desesperadamente creer en algo y en alguien, no consigue metabolizar qué diantres fue lo que pasó y cómo fue que llegamos a este desmadre. Sabe que es inocente pero no sabe quién es culpable. No entiende que fueron esos, los sentados en las poltronas del poder, la ristra de ministros incompetentes, las focas que se enchufaron en el poder legislativo, ciudadano, electoral, judicial y ejecutivo, son esos quienes nos trajeron a esta calamidad de país y luego de suicidar el futuro ahora suicidan el presente. Y si la gente del común no entiende eso, menos entenderá la relevancia de cambiar a quienes conforman el parlamento nacional. De allí mi preocupación. De allí esta moción de angustia, esta voz que elevo con los decibeles que me van quedando en este medio, con la esperanza de que logre penetrar en la densa bruma de la estrategia de campaña para las elecciones de diputados. Se sorprendería el lector si supiera cuán pocos venezolanos conocen los nombres de los diputados responsables del desastre, hayan votado por ellos o no. De hecho, esos parlamentarios usan el desconocimiento de los electores para pasar agachados y, horror, algunos logran ser reelegidos. Los votantes, cuanto mucho, y si son medianamente informados, conocen diez o veinte de los nombres de los diputados que han aprobado con la señal de costumbre y aplaudido con sus aletas las barbaridades que han ocurrido en estos años. Hará bien la oposición en desenmascarar a todos esos diputados. No vaya a ser que se cuelen otra vez en esta escena dantesca en la que tornaron a Venezuela. Hay que sacarlos. Y echarle cloro y germicida al palacio legislativo.

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob

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