Mis citas clásicas de republicanismo – Elías Pino Iturrieta

Por: Elías Pino Iturrieta

Aristóteles, Política: “Nadie considerará feliz al que no participa en absoluto de la fortaleza, ni de la templanza, ni de la justicia, ni de la prudencia, sino que teme hasta a las moscas que pasan volando junto a él, no se abstiene de los mayores crímenes para satisfacer su deseo de comer o de beber, sacrifica por un cuarto a sus amigos más queridos, y es además tan insensato y tan falso como un niño pequeño o un loco”.

Cicerón, Sobre la república: “¿Quién, pues, llamaría cosa del pueblo, esto es, república, a aquella en la que todos se vieran oprimidos por la crueldad de uno solo, donde no existiera vínculo alguno de derecho, ningún consenso, ninguna camaradería, lo cual es un pueblo? (…) No diré, por lo tanto, como ayer, que donde hay un tirano hay una república viciosa, sino que se ha de decir, como me compele ahora la razón, que no existe absolutamente república alguna”.

Cicerón, Sobre los deberes: “Los hombres pervierten a los que son los fundamentos de la naturaleza cuando separan a la utilidad de la moralidad”.

Plutarco, Catón menor: “Los ciudadanos no debían temer a los hijos de los germanos y de los celtas, sino al mismísimo César”.

Tito Livio, Los orígenes de Roma: “Hasta tal punto es difícil la moderación en la protección de la libertad, cuando cada uno, simulando querer la igualdad, se ensalza de tal modo que humilla al otro; y los hombres, procurando no tener miedo, antes bien se convierten en temibles; e inferimos a los demás la violación de un derecho que nosotros rechazamos, como si fuese necesario causarla o sufrirla”.

Tácito, Anales: “Se cuenta que Tiberio, cada vez que salía de la Curia, solía decir en griego una frase como esta: ¡Oh, hombres preparados para la esclavitud!”.

Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio: “Es una cosa fácil reconocer de dónde nace en los pueblos su afecto por el vivir libre; porque se ve por la experiencia que los ciudadanos jamás han ampliado su dominio y su riqueza sino mientras han estado en libertad”

Maquiavelo, Discursos…: “Un pueblo es más prudente, más estable y de mejor juicio que un príncipe. Y no sin razón se asemeja la voz del pueblo a la de Dios, pues vemos que la opinión general consigue maravillosos aciertos en sus pronósticos, tal que parece que por una oculta virtud le previene de su mal y de su bien”.

Bodin, Los seis libros de la República: “Como en la música de la lira y de las flautas, o en el canto vocal mismo, se debe obtener un concento entre voces de sonidos distintos, que no pueden tolerar los oídos eruditos si es monótono o discrepante, y este concepto acorde y armónico resulta de la concordia congruente en la dirección de las voces más disímiles, así del temple de los órdenes más elevados, más bajos y medios, como del acorde de los sonidos, la ciudad concierta el consenso con la dirección razonable de los sonidos más disímiles y que los músicos en el canto llaman armonía, en la ciudad se llama concordia, el vínculo más fuerte y robusto de consistencia en toda la República”.

Voltaire, Pensamientos sobre la administración pública: “Un republicano siempre está más apegado a su patria que un sujeto a la suya, por la razón de que se ama mejor el bien propio que el del amo”.

Rousseau, Cartas escritas desde la montaña: “La libertad consiste en hacer menos nuestra voluntad que en no estar sometido a la de otro; ella consiste en no someter la voluntad de otro a la nuestra”.

Rousseau, Sobre la economía: “La patria no puede subsistir sin la libertad, ni la libertad sin la virtud, ni la virtud sin los ciudadanos; ustedes tendrán todo si ustedes forman ciudadanos, sin eso ustedes no serán sino malos esclavos, comenzando por los jefes de Estado”.

Shakespeare, Julio César. Habla Bruto: “Si hay algún querido amigo de César en esta asamblea, a él le digo que el amor de Bruto por César no era menor que el de él. Si entonces ese amigo pregunta por qué Bruto se alzó contra César, esta es mi respuesta: no es que yo amé menos a César, sino que yo amé más a Roma”.

Tocqueville, El antiguo régimen y la revolución: “Quien busca en la libertad otra cosa que ella misma, está hecho para servir”.

Verdi, Aida: “O patria! O patria… quanto mi costi!”.

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