El 26 de marzo de 2015, hace apenas un año, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Alicia Bárcena, dijo: “…nosotros nos inspiramos mucho en las ideas del Comandante Hugo Chávez para el proyecto de Cepal, en el cambio estructural para la igualdad y en los pactos para lograr… avances muy importantes que reconocemos en muchos de nuestros documentos e intervenciones, como el gran logro… en esta década en la disminución de la pobreza extrema y cierre en la desigualdad… Estoy honrada de poder venir a Venezuela para consolidar y reafirmar la voluntad… de seguir ayudando … un proyecto de cooperación con el Gobierno Bolivariano”. Declaró desde el Palacio de Miraflores luego de una reunión con el presidente Maduro. Ya Venezuela tenía la mayor inflación mundial y escasez de alimentos.
Según Marcelo Resende, de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la revolución bolivariana había contribuido a borrar el hambre en el planeta y por eso la premió consecutivamente desde 2012. “Venezuela es un ejemplo para el mundo… y …FAO tiene previsto invitar al presidente Maduro, para que en representación del pueblo venezolano, reciba la condecoración… de la ONU”. En el caso de la señora Bárcena, por fortuna los medios de comunicación internacionales reprodujeron ampliamente su declaración, porque es difícil conseguir en la Web los documentos de Cepal que elogian el milagro venezolano. Tal vez una mano revolucionaria, mágica, invisible se los llevó. Cepal había pasado años de travesía por el desierto, discreta, convertida en un organismo técnico.
Rompió el voto de silencio
Ya no era, como en los 60, el paladín para salvar el mundo, discreción adecuada por su enorme responsabilidad en empujar a Latinoamérica durante los años sesenta por el desfiladero de la Crisis de la Deuda a partir de 1981. Luego la señora Bárcena le imprimió de nuevo este sello profético y exaltado que tratan de disimular con delete. Otro caso memorable es el del Premio Nobel Joseph Stiglitz, asesor de tronío de los Kirchner, quien hace pocos años dijo en Buenos Aires que los únicos países latinoamericanos que hacían lo correcto en materia económica eran Argentina y Venezuela y justificó ampliamente la toma por asalto, ilegal, del Banco Central por Kirchner. ¿Hubiera apoyado a Bush en algo así? Luego en Venezuela felicitó a Chávez. Por su alto perfil comunicacional, los graves errores de Stiglitz, Bárcena y FAO fueron estruendosos, imposibles de ocultar e impulsaron tragedias sociales.
Hoy Argentina y Venezuela se sacuden en medio de las penurias por haber creído en cuentos cepalistas y en estos asesores ad hoc. Stiglitz es autor de varios libros desencaminados, erráticos, más manuales ideológicos o instrumentos de lucha anticapitalista que trabajos solventes, que engatusaron incautos. Era difícil conseguir algún bobo semilustrado que no cargara bajo el sobaco Malestar en la globalización, el Maleus maleficarum de la lucha contra el neoliberalismo, como todo manual de cacería de brujas, hecho de resentimientos, falsedades, errores, lugares comunes y distorsiones. La emprende contra el FMI, no contra los gobiernos que hundieron Latinoamérica, y promueve la izquierda anacrónica que recuperaba oxígeno para entonces en esta región (y en España). Critica los funcionarios del FMI por pernoctar en hoteles de cinco estrellas y otras parecidas.
Toma tu tomate
Aunque los debates conceptuales son inasibles, al pensamiento social se le puede evaluar por resultados. Este ganador del Premio Nobel felicitó calurosamente a los Kirchner y a Chávez por el “exitoso modelo económico en favor de los pobres”, pero el balance es sencillamente aterrador, sin que el consultor se digne a compaginar los ríos de leche y miel que vio entonces con las cenizas de hoy en los que siguieron sus consejos. Están disponibles los resultados pero la Academia Sueca no garantiza cambio de producto por defecto de origen. Ya hace ocho años de la crisis financiera que afectó al mundo desarrollado que para el autor era uno de los siete sellos del Apocalipsis del capitalismo, tal como llaman a la sociedad abierta marxistas y criptomarxistas. En su obra de 2010, Caída libre, explica la crisis por la oleada “neoliberal” que sacudía al mundo y en alarde de surrealismo conceptual, culpa a Clinton y a Blair, aunque el colapso de 2008 se debió más bien al socialismo.
El sistema financiero masificó créditos hipotecarios a personas insolventes, subprime, y ocurrió lo que sabemos. En Europa la crisis no tiene nada que ver con capitalismo ni niño muerto: las finanzas públicas no dan para pagar el Estado de Bienestar, cuyos principales esquilmados son los trabajadores activos, jóvenes, a los que las tasas impositivas les impiden formar capital, invertir, crear empleos y ni siquiera mejorar su nivel de vida, congelado en el tiempo. A Maritza, traumatóloga y doctora romana en medicina, con tres trabajos, no le alcanza para tener un vehículo propio, según sus palabras. Por eso la Unión Europea está congelada ante el avance de China que vive una etapa parecida a la Revolución Industrial del siglo XVIII y donde los derechos sociales no existen. Stiglitz, la señora Bárcena y el señor Resende, nos harían un gran favor si revisan sus consejos.
@CarlosRaulHer