Maduro no puede aplastar ni hacer desparecer a la oposición – Pedro Benitez

Publicado originalmente en Konzapata.

Por:Pedro Benitez

¿La oposición está más débil o más fortalecida que hace un mes? ¿Se encuentra más unida o más dividida? Por otra parte, ¿Con su propuesta de constituyente Maduro ha recabado más apoyo nacional e internacional? ¿Ha sumado más aliados, ha subido en las encuestas, ha mejorado su base de apoyo social despertando nuevas esperanzas? ¿Tiene mayor control militar, policial y político del país que cuando empezó el año? Los expertos en opinión pública dicen que lo importante no es la foto del momento, sino el desarrollo de la película. Lo importante hoy en Venezuela es la tendencia, que va en un solo e indetenible sentido.

La situación de Nicolás Maduro es como el que está atrapado en arenas movedizas, en cada movimiento que da para salirse del fango se hunde más. El problema es que no se está hundiendo solo, con él se hunde todo el chavismo como movimiento político, porque mientras más se extienda esta crisis más les costara recuperarse electoralmente en el futuro.

No falta quien argumente que el proyecto de la constituyente comunal es otro paso en la ruta por implantar definitivamente la dictadura totalitaria en Venezuela al estilo cubano.  También lo era el retiro del billete de cien bolívares en diciembre pasado y todavía estamos esperando por eso.

Maduro prometió en 2016 que “gobernaría la economía” pero no ha podido ni con la economía ni con los venezolanos que se niegan a someterse a su voluntad.

Usted no puede imponer un proyecto totalitario cuando tiene a toda una población movilizada y en la calle en su contra.  “Un paso para atrás para avanzar dos” fue la consigna de nada más y nada menos que de Vladimir Lenin para imponerle la dictadura bolchevique al antiguo imperio ruso. Saber distinguir entre lo que desea y lo que puede es fundamental para el manejo del poder. Incluso los peores tiranos (ha habido sus notables excepciones) saben cuándo retroceder. Pero Maduro avanza a paso decidido al abismo, mientras sus más cercanos colaboradores, como Elías Jaua y el general Padrino López, lo alientan con la conocida expresión: “Siga así Presidente, que va muy bien”.

Maduro no tiene un plan infalible ni perfectamente pensando. Se está agarrando de cualquier cosa para sobrevivir en Miraflores.

La propuesta constituyente no ha sumado ni un apoyo nuevo. Ni uno solito. Todo lo contrario, ha dividido todavía más al chavismo donde cada vez se habla más de las traiciones y de los traidores. Allí discutirán quien traicionó a quien, qué ocurrió en Cuba durante los meses finales de Hugo Chávez y cómo se decidió que Nicolás Maduro fuera su sucesor. Esa procesión va por dentro con al menos una ex ministro y un ex vicepresidente económico del actual mandatario esperándolo en la bajadita para el respectivo ajuste de cuentas.

Por su parte, el campo de los adversarios no deja de crecer. Cada día que pasa la oposición suma más apoyos. Eso es directamente proporcional al desgaste del grupo gobernante, donde, de paso, las fracturas internas se hacen más evidentes.

Para imponer su pretensión constituyente, Maduro y su círculo necesitan aplastar y desaparecer a la oposición. Pero eso no va a ocurrir, porque pese a todas las críticas que se le puedan hacer, durante estos 18 años la oposición venezolana ha demostrado que es inderrotable. De cada descalabro, de cada fracaso, de cada desastroso error, se ha levantado con más fuerza.

Esa ha sido parte de la historia nacional desde 2002. Por otro lado, desde 2007 una parte del país que votaba por el Chávez populista, paradójicamente se resistía a apoyar su proyecto socialista. Esos dos bloques se unieron electoralmente en 2015. En Venezuela, y este es el dato sociopolítico más importante, la polarización hace rato que desapareció. Hoy es todo un pueblo contra una minoría armada.

A Maduro no se le ha dado el jaque mate definitivo porque todavía no ha surgido un frente común, o al menos alguna mínima coordinación entre el chavismo disidente y los partidos de la MUD, en torno a la defensa de la Constitución y en pos de una salida electoral, con garantías para todos y que sea el pueblo el que decida.

Por ahora, lo único que sostiene a Maduro es el poder de los hombres de armas, que cada día que pasa pagan un costo más alto por mantenerlo.

 

 

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