Los Reyes Magos obran como una especie de premio de consolación,
una taquilla de objetos no encontrados. Tienen la ventaja de emerger con los primeros días del año, pasada la Natividad, cuando ya hemos constatado -con pesadumbre- que todos nuestros deseos no se apiñaron, cumplidos, alrededor del nacimiento o a pie del árbol de Navidad. Son idealmente portadores de esa segunda oportunidad que siempre anhelamos que nos dé la vida, luego de un pequeño traspiés o una equivocación memorablemente estrepitosa.
Habíamos esperado con fe inusitada que los Reyes de Oriente nos trajeran una Mesa de la Unidad Democrática (MUD) repotenciada, con la camiseta de la Unidad lavada, planchada y refrescada para asumir la difícil lucha que se avecina por recuperar el terreno perdido en el 2016. Seguramente agobiados por lo que fue un año terrible para buena parte del planeta, no tuvieron tiempo de enfocarse en nuestra pequeña petición -ya con Mr.Trump deben tener suficiente- y henos aquí que la MUD regresó jaloneada de todos lados, estropeada, con sus principales líderes refiriéndose a ella en tercera persona, como si fueran meros testigos del quehacer de un ente que les es ajeno.
La Asamblea Nacional (AN) declaró el abandono del cargo por parte del presidente Maduro y demandó una salida electoral para resolver la terrible crisis que vive el país. La primera parte de la fórmula -según reconocen algunos de sus principales valedores- no tendría efecto real alguno en lo inmediato y se trataría de cumplir con una obligación moral impostergable. Ya está hecho. La segunda parte de la proposición, está por hacerse y en ella se le puede ir la vida a la oposición democrática: la recuperación del derecho al voto desde una posición de debilidad y anemia unitaria.
Una vez más -al menos hasta nuevo aviso- factores hoy determinantes de la oposición democrática han optado por exigir lo máximo sumiendo a lo más probable bajo el estruendo de la épica callejera. El relato mítico lo tienen a mano: el gobierno estaba de rodillas en septiembre de 2016 y la campanada del diálogo lo habría salvado. Ahora, basta con recuperar la fuerza de ese momento refundador de la opción de cambio, salir a la calle y perseverar en ella hasta el momento final…
Mientras tanto, el proceso electoral más probable de llevarse a cabo a mediano plazo es la elección de gobernadores retrasadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el primer semestre de este año y que ya costará bastante rescatar del cronograma cautivo. Esas son las elecciones que hay que exigir en lo inmediato. Habría que preparar las primarias para escoger los candidatos unitarios a las gobernaciones. Estar listos para recorrer los estados con un mensaje de cambio real, efectivo, unitario, allí donde la gente vive y padece cruelmente la situación que se vive.
Esa calle habría que recorrerla, palmo a palmo, casa por casa. No tiene el aire épico de la lutte finale, ni de las marchas sin retorno, pero tiene la efectividad del jab repetido que abre heridas, nubla la visión y desespera hasta la derrota al contrincante. Ojalá y no dejemos escapar -una vez más- la oportunidad de derrotar al gobierno en todo el país persiguiendo un espejismo más.
Con un poco de suerte, los Reyes Magos se adelantan este año y lejos de los lamentos y las acusaciones mutuas del momento, nuestra dirigencia democrática nos regale un triunfo en las elecciones regionales como lo hizo con las parlamentarias en el 2015. ¡Yes you can!
@jeanmaninat
dura realidad… difícil de cambiar