Por: Sergio Dahbar
No hay mejor película que aquella de la que no sabemos nada y nos sorprende. Me acaba de pasar con una obra de ficción de un director español poco conocido, Paco Léon, que se llama Carmina y amén. Vale la pena buscarla para pasar noventa minutos desconcertantes, que recuerdan al mejor Almodóvar de todos, el de sus primeras películas.
Carmina o amén cuenta la historia de una mujer dura y entrañable, que fuma como un español. Su marido muere inesperadamente de un ataque al corazón y ella decide esperar todo el fin de semana sin decir palabra para cobrar el lunes la bonificación extraordinaria que les pagará el estado.
Así comienza una obra esperpéntica, cargada de humor negro, que roza el surrealismo, y que le permite a este sevillano de cuarenta años trazar un fresco de la España actual, en crisis, que bajo la fachada de modernidad esconde sus buenas taras.
Pero no hay mala leche en Paco León. Nada que ver. Su mirada resuma ternura por los personajes, interpretados de forma extraordinaria por su madre (Carmina Barrios) y su hermana (Mary León).
Carmina y Amén es la secuela de Carmina y revienta, un falso documental que recrea la historia de esta mujer insólita. En la Opera Prima León ubica a Carmina como propietaria de un bar y la pieza gira alrededor de las vicisitudes y traspiés de su vida.
Carmina y Amén es una secuela de una Opera Prima exitosa, pero sin duda mejora el producto original y habla de una madurez del director para pasar del falso documental -algo plano- a esta construcción de un momento desopilante de la vida de Carmina que reboza genialidad. Además cierra la saga y habrá que esperar lo que este realizador promete. Que es mucho.
Las referencias que incluye Paco León no son menores. Ya mencioné el humor negro para reírse de lo español, las frases escatológicas (“Me cago en tus muertos’’), las referencias a la política del momento… León bautiza como Bárcenas a la mascota de Carmina). Y en un momento de rabia lo mete en la jaula mientras grita “Bárcenas, a la cárcel”. Una pequeña venganza poética.
Otro momento delicioso surge cuando sus amigas de visita hablan de la situación frágil de la monarquía, con el tema de Iñaki, la acusación de su hija y el tema Corinna. La escena donde la amiga de Carmina le cuenta que la reina la visitará en su casa y se quedará a dormir es simplemente genial.
Carmina y Amén posee demasiados diamantes incrustados a lo largo de su historia: el momento en que Carmina se fuma el primer porro en su vida, las amigas mayores y la profesora de raiki hablando del cultivo de estupefacientes, o la profesora haciendo alusión a que acostarse con un negro es una maravilla porque después de hacer el amor son muy tiernos y serviciales.
Quizás uno de los cuadros más desternillantes es el viaje en moto de Carmina, cuando pierde parte de la ropa y un automovilista jodedor le grita que se parece a Lady Gaga.
Carmina y Amén bebe en las aguas profundas de la cultura popular española. Uno de sus referentes fundamentales es Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Una novela fundamental de los años sesenta franquistas, donde una mujer de clase media pasa cinco horas con el cadáver de su esposo y aprovecha para reclamarle una vida insatisfactoria.
Uno de los aciertos de este impresionante personaje llamada Carmina es su autenticidad, su peculiar manera de hablar del sur, sus frases y reacciones. El funeral es un logro de contención y estilo. Con esa pieza que no se puede parar de oír: “Ahora que la mierda ya me llega hasta a los ojos’’, de Espaldamaceta. La película entera está poblada de gemas verbales: “Si es que se está muriendo gente que no se había muerto nunca…’’ Ustedes dirán.