Así podrían llamarse -con aires de vinilo de rock mexicano- nuestros indómitos y rebeldes hipercríticos de todo lo que haga la MUD, de todo esfuerzo que orqueste la oposición democrática; especialistas ellos en arrojar sospechas e indiciar culpables hasta debajo de las piedras.
No están para aperitivos. Para acciones que sólo contribuyen a “perpetuar el régimen” al no asumir una estrategia decidida y valiente para el cambio inmediato, dicen. Así es, nos recuerdan también a la izquierda universitaria de los años 70 que consideraba traidores a quienes participaban en los procesos electorales de entonces. ¡Retruécanos Robin!
Yo no soy un rebelde sin causa, ni tampoco un desenfrenado, yo lo único que quiero es criticar a la MUD, andar de todo el mundo sospechando, y siempre enlodando, sin ton ni son. Podría tranquilamente ser la letra de su primer sencillo (perdón, si es que todavía existe el single) que cantarían enfundados en sus chaquetas negras, con calaveras estampadas en las espaldas ellos; y con falditas cuadriculadas y medias tobilleras ellas. En una esquina del pub, unos afiches de Capriles y de Ramos Allup, reciben los dardos envenenados que lanzan los díscolos enojados.
Según las revistas científicas especializadas en jóvenes de la tercera edad, son la generación enfadada, los laissé pour compte, a quienes nada satisface, sobre todo, si son iniciativas exitosas que otros han emprendido. Sus principales voceros sí saben de batallas triunfantes, tienen en sus manos la fórmula para desenredar cualquier nudo histórico, destrabar el enfrentamiento decisivo que los cautos impiden con su tibieza. Entretanto, a sus lados caen exangües jóvenes promesas envejecidas prematuramente gracias a su asesoría política.
La MUD convoca una manifestación -La Toma de Caracas-, cientos de miles de ciudadanos responden entusiastamente en una demostración potente de fuerza sin paralelo en la historia reciente. Es un éxito, sin duda alguna, esperanzador para el país y celebrado internacionalmente.
Pero no… a Los Díscolos del Ritmo no les convence. A ver -dicen- fue una poderosa demostración, maravillosa. ¿Pero de qué sirvió? ¡El gobierno sigue allí y no han dado la fecha del revocatorio para este año! ¿Nos lo vamos a seguir calando? ¡No señor, hay que exigirle a la MUD que se deje de juegos! Hay que diseñar una estrategia holística-concluyente; determinante-superadora, que sin ambages permita que nos den las fechas para recolectar el 20% de las firmas, anuncien la fecha del revocatorio para este año, y que de no ser así Maduro renuncie de inmediato. ¡Zambomba Batman!
No es nada nuevo, los señores aturden al vecindario con sus compases agresivos, algunos los aplauden, pero la gran mayoría ya le tomó la medida y los jóvenes políticos que están en la Asamblea Nacional no quieren su asesoría -así sea gratis- pues temen sucumbir empavados por sus consejos.
La MUD -y su Secretario Ejecutivo – han venido realizando una extraordinaria labor, con los roces internos que son normales, y que se irán naturalizando a medida que la oposición democrática se siga abriendo paso como opción mayoritaria, democrática, responsable y contundente para asegurar el cambio que ya comenzó. Merecen nuestras felicitaciones y apoyo.
Yo no soy un rebelde sin causa, ni tampoco un desenfrenado, yo lo único que quiero es criticar a la MUD…