Lo que no dice el CNE – Alberto Barrera Tyszka

Publicado en prodavinci

Por: Alberto Barrera Tyszka

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Lo más importante fue la nota de prensa.

Breve, ambigua, escurridiza. Sin rostros. Sin imágenes, sin voz. Sin posibilidad de memoria. Unas breves líneas queriendo colarse por debajo de la historia.

No es nada casual que, en el momento más esperado, en un instante crucial de la crisis política del país, el poder encargado de decidir equilibradamente y a favor de los ciudadanos de pronto enmudezca, elija desaparecer, esconderse detrás de una casi anónima gacetilla periodistica. Como en la mayoría de los relatos, aquello que solo parece un detalle a veces termina convirtiéndose en una revelación. Todo lo demás era predecible. Podía entrar en cualquiera de las hipótesis que manejaba la oposición.  Todo menos la forma. Todo menos la nota de prensa  ¿Por qué ninguna de las 4 rectoras que avalaron la decisión tomada esta semana quiso dar la cara? ¿Por qué Tibisay Lucena, Socorro Hernández, Sandra Olbitas o Tania D ´Amelio no fueron capaces de sentarse frente a una cámara y frente a un micrófono a pronunciar públicamente su veredicto?

Porque no hay manera de defender esa decisión. Porque solo se puede defender con un oficio impersonal y poco claro. Basta ver la confusión que mostró al día siguiente una de las rectoras en el programa de entrevistas de Vladimir Villegas. No hay forma de sustentar, con coherencia y honestidad, la postura del CNE. Esta semana quedaron en evidencia de manera contundente. Quisieron pasar agachaditas y terminaron transformadas en un espectáculo. Esta semana fue el striptease final. Y les dio pena, vergüenza. Y entonces decidieron mandar la ropa envuelta en un papelito.

En un comunicado publicado ayer ,  El Observatorio Electoral Venezolano analiza lo dicho en la nota de prensa, señalando la intencionalidad política del CNE. Los árbitros se han terminado convirtiendo en los obstáculos para que los ciudadanos ejerzan un derecho consagrado en la Constitución.  Ellos lo saben. Y también saben que los ciudadanos lo sabemos. No es posible seguir manteniendo esta farsa como si nada estuviera ocurriendo, como si todo fuera normal. No es gracioso, ni divertido, ni mucho menos ético, que el poder se burle descaradamente de la voluntad del pueblo.  Al paso que vamos, entre el referéndum y las elecciones regionales, la única función que parece tener el CNE es prohibir la democracia.

Pero mientras el órgano electoral no habla, el aparato represivo del gobierno cada vez tiene más voz. Hay que medir bien el contrapunto real entre la mudez de las instituciones y la elocuencia cada vez mayor de los organismos armados. Hay un traslado importante en términos de mensajes, una mudanza en el flexible territorio de las comunicaciones. Estamos ante un gobierno que tiene cada vez más armas que palabras.

A nadie le importa mucho que Maduro se desgañite sobre una tribuna. Puede hablar de Ho Chi Min o de Sai Baba, da lo mismo. Puede prometer de nuevo que mañana sí que viene el re-re-re sacudón de todo la economía. Da igual. Puede jurar que pondrá la rodilla, el costillar y hasta las axilas en tierra para proteger a la patria de Bolívar en contra de los gringos. Nada que ver. Nada importa. No da ni coquito…Pero saber que algunos habitantes de Villa Rosa, que una noche quisieron sacar a protestar su hambre tocando cacerolas, están todavía presos en la cárcel del Dorado, eso sí que mete miedo. Da frio. Paraliza.

Cada vez más se repiten estos casos. Cada vez hay más noticias sobre detenciones arbitrarias, secuestro a ciudadanos por parte de organismos de seguridad del Estado, aprensiones sin seguir el debido proceso, violación de los derechos humanos… Ese es el mensaje que día a día gotea sobre el país. Como el caso de Francisco Marquez, de Braulio Jatar y de tantos otros. Como el caso de los tres jóvenes detenidos por producir un video para el partido Primero Justicia. Es un exabrupto monumental. Si esta pieza audiovisual es un arma subversiva, la inteligencia oficial ya tiene credenciales de gorila.

En público, en el marco de la aparente legalidad, mandan notas de prensa, hablan bajito, no dan la cara.  Mientras, en la calle, mandan un mensaje más directo y feroz. Con más sangre que vocales.

Lo que no dice el CNE lo dice la policía secreta.  Ahora, el vocero más real del gobierno de Maduro es el SEBIN.

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