Las negociaciones son para que grupos y personas con intereses contrapuestos se encuentren y permitan funcionar procesos entrabados. Con ese fin las partes deben hacerse concesiones mutuas. Las que el Papa en persona propone –ahora considerado enemigo mortal de los calle calle–, persiguen evitar la somalización de Venezuela, pero tienen demasiados factores en contra, que algún manual de sicología social llama “negociación de mala fe” (con tan poquita fe, diría Feliciano). Uno prominente es que hemos introyectado, convertido en carne y sangre, el sello revolucionario que puso Chávez a la política, ahora arte del exterminio de enemigos despreciables con los que hablar es una especie de sarcoma. Hay que eludir tan bárbara perspectiva si es que se aspira interpretar la visión opuesta, democracia, libertad, pluralismo ante quienes nos observan. Por un largo año se dijo que diálogo era abominación, para al final ir a sentarse avergonzados.
Conviene ser menos fulminante, flamígero, porque después seguro hay que tragársela e ir a las reuniones rojos como tomates (cerrar retóricamente un capítulo que sigue abierto). En juegos racionales, un contendor se niega a conceder cuando tiene la opción ganar-ganar, pero en este no hay nada parecido. Luego de que se nos cayó la pelota en 2016 y del agotamiento aparente de la marchitis, nació otra etapa. Si la guerra asimétrica del terrorismo consiste en atacar a la población civil ya que con el Estado la cosa se pone dura, nunca debería emprenderse la ladrilla asimétrica contra los atormentados conductores, enladrillarlos, fastidiarlos, molestarlos, destrozar sus nervios, amargarles el día y provocar risotadas al gobierno. Son acciones intelectualmente famélicas, evidencia de agotamiento político y procuran el odio de víctimas cuya vida de suyo es cada minuto más miserable.
Rabipelaos y matemáticas
Por aquí somos descomplicados sobre las secuelas de cada yerro, no así los ductores de la política internacional, el Vaticano, la Unión Europea, OEA, Unasur, Celac, ONU, EEUU, Rusia. Cada bando piensa que se la está comiendo y sigue en su brega como si tal cosa, pero la gente muere en manos de la delincuencia –y ahora en una oleada de suicidios– o de miseria. Por ejemplo: sale del cargo el Presidente del Banco Central, uno de los principales autores del milagro económico del siglo XXI, inflación de 900% y caída acumulada del PIB de 50%, y seguramente será Embajador, Duque o Marqués. Y no hay que pasar por de lejos otro de sus aportes a la Historia. Inventar junto con algunos profesores especializados en matemáticas para arrieros de rabipelaos, el método electoral de la Constituyente de 1999 que birlibirloqueó la voluntad popular: con 60% de votos obtuvieron 97% de los electos.
Las conversaciones fracasan en primerísimo lugar porque las desprecian, pero también por desconocer normas elementales. En los medios diplomáticos existen los llamados documentos mártir, borradores escritos para cambiarlos, herirlos, enmendarlos, suturarlos. Se presentan a las partes para la discusión y no para que cada quien se pare en la puerta de su liceo a denunciar perversiones. Por eso debe haber un acuerdo sobre discreción en las conversaciones y ser “censura XXX”, solo para adultos. Pero el error más primario se aprecia en el siguiente galimatías: el gobierno desconoce, malogra, pisotea, escupe la Constitución, lo que moviliza mediadores, propulsores, patrocinantes, bomberos, parlamentos, cardenales, expresidentes, y es el centro del nudo, lo que hay que resolver.
Mi Dinamarca natal
Entonces ante el intento de negociar, viene la respuesta que desafía las mentes más poderosas de nuestro tiempo: que los denunciantes de tales tropelías digan, acto seguido, que no hay nada que discutir, porque no puede negociar un derecho constitucional. San Agustín escribió que entender el Misterio de la Santísima Trinidad era más difícil que vaciar el mar con una taza. Pero esto va más allá: voy a un tribunal para que, como resultado del juicio, alguien me devuelva mi casa, pero al mismo tiempo digo que solo me presento ante el juez si previamente me restituyen lo que me quitaron “porque es mío”. Al final, Ud. se queda sin casa pero con su flamante derecho. Naturalmente si estuviéramos en Suecia o Dinamarca, sería absurdo ir a transacciones para ejercer facultades fundamentales, pero parece estar claro que no estamos ni siquiera en Guatemala.
El punto es que tendremos que conquistar la libertad de los presos políticos y elecciones de gobernadores por medio de negociaciones, o no las habrá confiados en que “el futuro nos pertenece” y los presos seguirán presos. Ese es el gran nudo gordiano de papel que está en la cabeza de algunos. Ojalá el Vaticano facilitara un equipo de negociación y solución de conflictos, que no esté marcado por la confrontación (y de paso, un buen exorcista). Muchas universidades poseen institutos, departamentos o cátedras especializados y deberían invitar alguno a orientar la marcha de las conversaciones, digo, si es que a alguien le interesa. No funciona el “Maduro vete ya”, “el país no aguanta más”, “el hambre no espera”, ni ninguno de esos etcéteras. El panorama se oscurece porque el gobierno se siente seguro gracias a la victoria que obtuvo en 2016 con todas las condiciones en contra.