El martes en la noche las autopistas del Twitter criollo se poblaron de denuncias, acusaciones, amenazas, maldiciones eternas, en contra de un supuesto acto de traición que habría cometido alguien –nadie sabía, con exactitud quién– al pactar un imaginario cambalache de un referendo consultivo sobre la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) por el abandono de la calle y las protestas. Volaban los tuits feroces acusando a todos en la oposición de haber traicionado –no se sabía bien cómo–la confianza del pueblo, y la memoria de los caídos en estos días de protesta.
Los profesionales del odio a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los “inmúdicos”, no vacilaron un segundo en reconfirmar sus sospechas de que los hasta hacía nada valientes dirigentes opositores, que se habían batido en la calle, eran en realidad unos topos del gobierno, unos entreguistas de la lucha popular.
“No mi amor, yo sabía que nos estaban engañando”; “Qué otra cosa esperabas, darling, son unos vendidos”; “Hay que salir de todos ellos”, y así por el estilo rodaban improperios terribles, sin que nadie se preocupara en averiguar quién había propuesto qué. El juicio ya estaba consumado. “Vamos, ya me extrañaba a mí que se portaran tan bien”.
Pues bien, pasada la resaca se sabe que es una propuesta de la Asamblea Nacional (AN) para realizar un referendo popular en el que el pueblo exprese si está de acuerdo o no con la “Constituyente” adelantada por el gobierno. En ningún momento se dijo que había que ceder en la protesta, o dedicarse exclusivamente a contar firmas como un testigo de mesa. Y eso, simplemente, es lo que hay que discutir.
El momento vendrá para hacerlo, una vez que tengamos claridad del combo que se está proponiendo. Lo que volvió a dejar claro la sampablera del martes en la noche, es que la MUD necesita afinar su vocería y sus propuestas. Sobre todo, si se piensa que viene un desenlace inmediato –muy poco probable, nos parece– que requeriría de propuestas cohesionadas para enfrentar una hipotética transición. En todo caso, no parece eficiente tener varios managers –por excelentes que sean– gritando instrucciones o cambiando las señas, según sople el viento de sus visiones políticas particulares.
No hay que ser muy ducho en la lectura de la palma de la mano de la política para barruntar que se vienen encima momentos sumamente difíciles que requerirán de una dirigencia opositora unida, cohesionada alrededor de una propuesta única y capaz de respetar los acuerdos una vez logrados. La crisis ha sido sumamente costosa en vidas, en bienes materiales y para la salud mental del país.
Nuestro dirigentes, los jóvenes que se han estrenado en una coyuntura tan difícil como la actual, y los que se han hecho veteranos en la lucha, tienen que hacer de la Unidad –así con mayúscula– el signo de su gestión. Necesitamos cohesión y eficacia para poder avanzar. Una política, un único mensaje que la trasmita.
No estamos para sampableras.
@jeanmaninat