Aún no salgo de mi asombro. El país entero esperaba el pronunciamiento de la MUD el lunes pasado. La expectativa era absoluta. Mas aún, porque el fin de semana previo la MUD había hecho algo inédito, inesperado, como fue convocar a diversos sectores de la sociedad civil para exponerles su propuesta y a la vez, escuchar opiniones, sopesar ideas, alimentar el contenido que se urdía en esas horas claves. Es tradición: los políticos prefieren hablar, les cuesta escuchar. Eso los hace muchas veces distanciarse del pulso real de la calle, patinar sobre el fango de su soberbia, perder el norte dentro de la brújula. Por eso fue tan bien recibida la noticia de que la MUD abriría sus puertas a otras voces. Y, efectivamente, así ocurrió. Reunidos en un salón del Hotel Pestana, en Caracas, miembros de las distintas toldas políticas estaban allí, sentados, atiborrados de café y agua, recibiendo el desfile de opiniones y sugerencias de distintos sectores de este complejísimo país. Yo mismo tuve la oportunidad de ser invitado, de dejar caer algunas ideas, de proponer matices o ángulos de la realidad que podrían obviarse con facilidad en la vorágine de los hechos. Insisto, muchas veces he sido convocado a tertulias políticas y generalmente uno los oye monologar sin pausa, y termina con la sensación de haber sido solo audiencia, público en primera fila, sin más utilidad que ser receptor y no interlocutor. Esta vez fue distinto. Oían, anotaban, evaluaban, asentían o no, pero casi nunca interrumpían. Estaban allí para escuchar. Es como si hubieran roto las reglas del club para ampliar con urgencia la membrecía. Eso solo se puede catalogar de instinto de supervivencia. Ante el desmoronamiento del país, y lo crucial del momento, lo más sensato era escuchar otras voces. Fueron, cómo no, tres días de lucidez.
Chúo Torrealba, que es un periodista de raza prestado a la arena política, era quizás el más convencido de lo que allí ocurría. Por eso me comentaba con entusiasmo la jornada del día anterior cuando representantes de los barrios de Caracas llegaron allí y expusieron sus criterios. Gente de La Vega, Antímano, Catia o Petare que daba cuenta de sus penurias cotidianas pero también de su posición ante la idea del revocatorio como solución a ese trágico accidente de nuestra historia llamado Nicolás Maduro. No era poca cosa lo que allí ocurría.
Una de las ideas que prosperó con éxito fue la de hacer del pronunciamiento de la MUD un evento que replicara lo sucedido ese fin de semana. Es decir, que no hablaran solo los representantes de los partidos políticos, sino que en esa tribuna del Parque Miranda estuviera también parte del país que sufre la crisis: las amas de casa, los estudiantes, los médicos, los transportistas, los profesores, los ciudadanos sin adjetivo, los que no persiguen el poder. Hubo consenso. Y así ocurrió.
Pero, y he aquí el asombro que asomé en la primera línea de este texto, prácticamente casi ningún medio de comunicación, a la hora de reseñar el acto, hizo el más mínimo énfasis en los pronunciamientos de gente como Evelyn Martínez, miembro del Consejo Comunal “El Carmen Socialista” de Antímano; de Oscar Gutiérrez, líder de los transportistas de Guarenas; de Victor Márquez, de la Asociación de Profesores de la UCV o de Carolina Jaimes Branger, articulista de prensa y locutora de radio. Solo en un periódico me tropecé con un brevísimo recuadro que daba cuenta de la intervención de Hasler Iglesias, representante del Movimiento Estudiantil. Muchos portales web que transmitieron por Periscope el evento para romper el cerco comunicacional establecido por la cadena de Maduro, se afanaron en transmitir los discursos de Capriles, Ramos Allup, Henry Falcón, María Corina Machado o Freddy Guevara. En definitiva, eran las figuras mediáticas. Y muchos analistas aplaudieron luego, con el acento debido, que María Corina hubiera estado presente reforzando el carácter unánime que entraña la propuesta del revocatorio y convalidando la supervivencia de la Unidad. Pero uno de los puntos más importantes del evento, la inclusión de rostros de la sociedad civil, la urgente ampliación de la MUD a la hora de tomar decisiones, fue ignorado por los propios medios de comunicación. Allí no había mucha sal. No eran nombres jugosos. No había gritos ni aplausos fervorosos de la militancia. No había farándula posible. Se silenciaron las voces que finalmente tenían cabida. Las voces que también merecían ser escuchadas y a las cuales la política esta vez les prendía los micrófonos. Quizás vale la pena reflexionar sobre este hecho. Entender la política como espectáculo terminó abriéndole el camino del poder a uno de los personajes más carismáticos y perniciosos de la historia de Venezuela: Hugo Chávez Frías, el último gran animador de la televisión venezolana.
Leonardo Padrón
POR: CARAOTADIGITAL – SEPTIEMBRE 29, 2016