El diputado Pedro Carreño solicita al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) una junta médica para evaluar a la fiscal Luisa Ortega Díaz. Deberían asignarle la misma que examinó el cadáver del espía peruano Vladimiro Montesinos. Aunque Carreño insiste en poner en entredicho su salud mental, el de Ortega Díaz es el penúltimo llamado de un sector del chavismo a la racionalidad. Puede que a estas alturas parezca un sinsentido plantear una salida institucional en un país sin instituciones, pero apelando al discurso y al marco legal diseñado por el chavismo, la jefa del Ministerio Público ofrece al presidente Nicolás Maduro la oportunidad de iniciar una negociación sensata y abortar esa locura llamada Asamblea Constituyente. Mejor sentarse en el diván que sobre una bayoneta.
Aunque siempre gana en el TSJ, en realidad el régimen chavista perdió el juicio. En la calle la represión es demencial. Apelando a la violencia, quieren que Los Verdes pasen a Maduro. Ni un perro se salva de la jauría roja. El ministro de Interior, Néstor Reverol, anuncia que en un conjunto residencial detuvo a “23 terroristas”. La vecindad de ISIS. El defensor del pueblo, Tarek William Saab, se niega a cumplir con sus funciones y ahora quiere asumir las de la Fiscalía. La Sala Constitucional que “corrigió” unas sentencias por las observaciones de Ortega Díaz, ahora la amenaza con cárcel por falta de “legitimidad”. El diputado Darío Vivas grita –como es normal- que la Fiscal es “vocera del terrorismo”. El titular de Comunicación, Ernesto Villegas, le pide al papa Francisco que se ocupe de los niños que la revolución prometió rescatar y atender. Y el conductor de La Hojilla, Mario Silva, cierra un encuentro de psicólogos chavistas afirmando que “la guerra psicológica es más peligrosa que la guerra económica”. Pero todos esos trastornos serán resueltos por la Constituyente. Bárbula de escape.
Para el régimen chavista, las instituciones democráticas son una camisa de fuerza. Con la Constituyente piensa desatarse, eliminando a la Asamblea Nacional, removiendo a Ortega Díaz y “aniquilando” a la oposición, tal como lo anunció el ex fiscal Isaías Rodríguez, aquel que ve más allá de lo evidente. El general en jefe, Vladimir Padrino López, pide que se incluya el carácter “antiimperialista” y “antioligárquico” de la Fuerza Armada en la futura Constitución que se imprimirá con el dinero de los bonos de Goldman Sachs. La revolución energética que desplegaría el majestuoso Gasoducto del Sur, tiene a su gente haciendo siete horas de cola por una bombonita de gas. Otro delirio. Todas las semanas el Ejecutivo anuncia una nueva devaluación del bolívar fuerte y lo celebra como un rotundo éxito. El país se desploma. Tratando de frenar este disparate, la Fiscal lanza un salvavidas para evitar el hundimiento definitivo de Venezuela, pero el Gobierno lo rechaza. Maduro y sus colaboradores han decidido fingir demencia. O, peor aún, quizás no estén fingiendo.