Como tanto se ha dicho estamos mal pero lo peor está por llegar, solo hay una certeza: no hay salvación a la vista, y sobran las razones para mirar con temor el futuro. Es asombrosa la indolencia, la torpeza con que el actual presidente ha manejado a Venezuela.
Venezuela desaprovechó mil ocasiones para salvarse del desastre, o mejor dicho, los gobiernos chavistas, los peores de la historia del país. Entre Chávez y Nicolás Maduro nos hundimos y no acudiremos al Fondo Monetario Internacional porque los dogmas nos hunden en el abismo. Otro régimen, otro país, se financiaría internacionalmente con organismos como el FMI, pero el socialismo del siglo XXI es también la gran estupidez del siglo XXI y rechaza la verdadera salida, prefiere ahogarse, o que se ahoguen los venezolanos. ¿Quién tiene la culpa? ¿Los chinos? ¿Los imperialistas? No los gobernantes chavistas los que solo apuestan a un súbito aumento del petróleo, lo que no ocurrirá ni este año ni quizá el otro. A lo más habrá una lenta recuperación, pero no lloverán los dólares del cielo.
Ahora se habla de la última payasada, el Decreto de Emergencia Económica, como si con una disposición legal se recupera una economía.
Aparecen carros abandonados en Caracas, según el corresponsal de la BBC. Los dueños no saben cómo arreglarlo ni venderlo, solo les queda desarmarlos y al final dejar el cascarón del chasis tirado por una calle cualquiera.
Nicolás Maduro quiere que suba el precio del petróleo, como si Venezuela fuera el país decisivo en el mercado petrolero, o la OPEP funcionara como hace 30 años. Ese tiempo ya pasó, hoy el mercado la dominan Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos que de gran importador se ha convertido en exportador ocasional. Los sauditas producen uno de cada nueve barriles de petróleo en el mundo y sostiene que aunque el precio siga bajo ellos sobrevivirán. Venezuela quisiera que como en otros tiempos los sauditas bajarán su producción para aumentar los precios. Los sauditas ya no quieren sacrificarse por la OPEP, al contrario, buscan que desaparezcan los productores ineficientes, eliminar la competencia.
El chavismo dejó caer la producción petrolera en 800 y tantos miles de barriles, no se cumplieron los planes para aumentar la producción, pura palabrería. Se continuó regalando petróleo, millones de barriles a los países amigos, se gastó sin freno, se desalentó la producción agrícola, se importó sin límites acabando con los empresarios locales, Chávez actuaba como si nunca se le fuera a acabar el dinero, como si el petróleo continuara subiendo indefinidamente de precio y pasara de 100 dólares a s200, en cambio, bajó a menos de 30 dólares
Esa es la crisis sin remedio en la que se está hundiendo Venezuela. Se veía venir la catástrofe, no fue una sorpresa, estaba a la vuelta de la esquina, pero Nicolás Maduro prefirió enterrar la cabeza en la arena, n o ver lo que reventaba frente a sus ojos. Tuvo una Ley Habilitante, pudo aprobar las medidas que requería. No lo hizo, ¿por qué? Es un misterio, o hay una sola respuesta, por una incapacidad única en la historia venezolana.
Sin duda la principal responsabilidad le cabe a Nicolás Maduro porque le ha sobrado las oportunidades para dar un viraje, buscar una solución. Prefirió no alterar la marcha del país hacia el caos, como apostando siempre al milagro.