La oposición democrática, apremiada por los terribles momentos que vive el país, se ha dado 6 meses para encontrar una fórmula que permita un cambio de gobierno, constitucional, pacífico, democrático y electoral. Ya las opciones están corriendo: enmienda constitucional, referéndum revocatorio o renuncia del presidente Maduro. La última de las posibilidades citadas depende de la voluntad del propio mandatario -sucumbe o no a las eventuales presiones- y es por tanto algo ocioso intentar dilucidar, desde ya, cuál será su decisión, si es que toma la margarita por el tallo y la deshoja sin destruirla. Entonces, solo hay dos fórmulas que parecieran tener asidero real: enmienda y revocatorio.
Algunos de los principales portavoces de la oposición democrática han manifestado sus preferencias sin coincidir, pero sin sacarle chispas a la desavenencia. Probablemente, será la MUD quien zanje la discusión en su seno, poniendo a prueba, una vez más, su capacidad para armonizar las diferentes sensibilidades políticas que allí se sientan. Lo logró el 6D y debería poder hacerlo de nuevo. Luego, vendría el examen de cómo implementar el mecanismo escogido -cada uno tiene sus exigencias y tiempos propios- y después vendría la prueba de fuego: darle cuerda y echarlo a andar. ¿Cuánto tiempo duraría el proceso? Digamos el solo trámite por taquilla, sin tomar en cuenta que los rusos también juegan… y arreao. Es difícil saberlo ya que no es un ejercicio mecánico, es un complejo dispositivo político con todo lo que ello implica.
El Gobierno está en su peor momento, el socialismo del siglo XXI es una bandera deshilachada, la situación económica es insostenible, y la social es una olla de presión con la válvula echando humo como una locomotora del viejo Oeste. Y aún así, hace apenas dos meses, más de 5 millones de venezolanos votaron por el oficialismo. Todas las señales que enviaron los votantes el 6D merecen ser leídas con detenimiento, y sobre todo respeto, que es una forma de la prudencia. Por lo demás, un boxeador puede deambular aturdido y tambaleante por el cuadrilátero hasta que lo salva la campana, del entusiasmo impreciso de su contendor.
Tanto la enmienda constitucional, el referéndum revocatorio, y aún la voluntaria renuncia del presidente Maduro, son opciones democráticamente válidas para cambiar el estado de cosas que sufre el país. Y ya están cobrando vida propia. Corresponde a los miembros de la MUD -como dicho anteriormente- dar con la mejor de las fórmulas para lograrlo. Pero, habría que rescatar a la Cenicienta actual: las elecciones regionales previstas para fin de año. La optometría es una disciplina precisa, hasta que se topa uno con aquello de: Y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira; todo es según el cristal con que se mira. Y así, según la graduación política del lente que nos asiste, lo cerca nos parece lejos, y lo lejos nos queda enfrente. ¿Cuán remoto estaba el 6D en febrero del 2014?
Sea enmienda o sea revocatorio el mecanismo escogido, y que se logre implementar, habría que preparase para mantener y ganar contundentemente las elecciones regionales pautadas para fin de año. Sería un paso más en la acumulación progresiva de fuerzas lograda en todos estos años, cuyo esfuerzo no debería ceñirse únicamente a una eventual partida o no del presidente Maduro. Cualquiera sea el destino de los mecanismos de cambio adelantados por la oposición democrática, se necesitará de un ancla adicional en el país amplio y profundo para sustentar el cambio.
¿Habrá elecciones regionales? Quién sabe… pero de que vuelan, vuelan.
@jeanmaninat