Por: Elías Pino Iturrieta
El hecho de que el alcalde oficialista de Caracas no le haya perdido patada a las primarias de la oposición indica la ocurrencia de un acto de importancia política. Sus declaraciones, destinadas a desacreditar el proceso que organizó la MUD, remiten a la realización de un hecho digno de atención. El fracaso le hubiese provocado desprecios, pero prefirió meterse con la forma de escoger a los candidatos o con otros temas relativos a restricciones electorales, debido a lo cual no pudo reducir la estatura de lo que quiso presentar como enanismo. Sin que estuviéramos frente a la madre de todas las jornadas, parece evidente que las fuerzas de la oposición presentaron una prometedora fortaleza y pudieron mostrarse cada una como es de veras frente al favor popular.
En tal sentido destaca la presencia de electores, numerosa si se considera que el acto electoral se redujo a un puñado de estados y que no contaron los candidatos, sino apenas un poco, con la posibilidad de presentar sus nominaciones en los medios de comunicación. Pese a lo reducido de las circunscripciones y a las limitaciones de publicidad, un universo superior al medio millón de electores les hizo compañía. Tal vez el hecho de que se llevara a cabo una suerte de competencia familiar, una pugna que no debía convertirse en batalla campal para evitar las ronchas de la parentela, obligó a la presentación de entusiasmos pudibundos que no podían ocupar grandes espacios en la prensa. En medio de un conjunto de reservas, pues, se concretó un fenómeno que solo la miopía o la mala fe pueden subestimar.
La jornada demostró la existencia de dos fuerzas fundamentales, Primero Justicia y Voluntad Popular, cuyos candidatos obtuvieron un caudal de votos digno de atención. Se comprueba así el afianzamiento de dos partidos de reciente nacimiento y controlados por unos líderes jóvenes en su mayoría, esto es, el ascenso de un par de organizaciones que por motivos cronológicos, debido a la fecha de su nacimiento, solo ostentan vínculos relativos con el proceso de la vieja democracia representativa. Se observan como lo más nuevo dentro del panorama de los negocios públicos, pero también como elementos capaces de renovar la atmósfera sin la propuesta de fórmulas que se alejen del entendimiento de la democracia creado a partir de 1958. Aunque sea temprano para llegar a conclusiones estables, se observan como organizaciones en ascenso que forman el soporte más consistente de la oposición. Que peleen entre ellos como mellizos no deja de ser un escollo para el logro de metas más profundas, pero tal vez los límites de sus planes, que también se observaron el domingo, los lleven a la conciliación.
La persistencia de los partidos antiguos se patentizó en el número de las nominaciones obtenidas por Acción Democrática, de cuya apreciación como baluarte de la convivencia en el pasado salieron voluntades suficientes para mantener su influencia. Si se agrega el factor de su experiencia en la hechura de alianzas orientadas al éxito, puede juzgarse como una presencia imprescindible para los desafíos del porvenir. Seguramente estemos así ante las tres patas que pueden sostener el taburete que salió de la reciente carpintería, si no olvidamos el descalabro de dos banderías personales o tribales que ostentaban consistencia en la víspera. La derrota de las fuerzas antiguamente dominantes en Carabobo y Nueva Esparta descubre la aparición de potencias regionales o municipales, susceptibles de aconsejar una renovación de mayor calado que apenas despunta.
Un análisis responsable de las primarias de la oposición también debe considerar el decaimiento de los que se quedaron sin nada, o con poca cosa, debido a que ahora pueden ser escollo en lugar de fuelle; y los problemas de la búsqueda de consensos que puede desprenderse de ciertos descalabros que no estaban en el programa, pero ahora solo se ha intentado una descripción somera. Este artículo también es primario. Mientras los opinadores sesudos le meten el diente a lo que de veras pasó, nos conformamos con celebrar una jornada que no solo fue capaz de provocar una movilización importante y de decirnos más o menos quién es quién en la mesa de las decisiones, sino también de poner al alcalde Rodríguez a decir tonterías.