Por: Luis Vicente Leòn
Dejemos de lado por un momento los elementos ideológicos y vayamos directamente a los resultados del proceso de incremento de la participación pública en la economía venezolana. ¿Qué conseguimos?
- El sector público expropió varias empresas en diferentes sectores de la economía durante los últimos 16 años. Si revisamos los resultados concretos de esas expropiaciones, encontraremos que se tomó la principal empresa eléctrica del país y la situación del sector ha sido claramente negativa. Se expropiaron todas las empresas cementeras y la producción cayó, el abastecimiento es irregular y las empresas constructoras se han visto obligadas a hacer maromas y pagar sobreprecios para obtener su principal materia prima, afectando su capacidad productiva. Se expropió SIDOR y la empresa se encuentra en una situación deplorable: financieramente quebrada, con su producción en el piso y conflictos laborales explosivos y el mercado de las cabillas, tal como el del cemento… o peor. Se expropió Agroisleña y se batió un récord en destruir un sistema y una empresa. Se expropiaron varios centrales azucareros y no hay azúcar. Se expropiaron varias torrefactoras de café y no hay café. Lacteos Los Andes quedó para envasar leche importada cuando suenan las campanas y la situación de Aceites Diana da pena ajena.
- El gobierno estableció acuerdos con países “aliados” para montar plantas de producción y “convertirnos en una potencia industrial”. La planta iraní de harina de maíz sólo ha tenido actividad relevante las ya varias veces que ha sido inaugurada. Y de la de carros sólo supimos en una visita presidencial. Los parques industriales del país están llenos de chatarra que alguien importó recientemente a dólar barato y nadie nunca puso después a funcionar.
- Las importaciones en Venezuela han sido sujetas a la mayor toma que se pueda recordar. De una participación pública sobre el total de importaciones de no más de 5%, en apenas cinco años el gobierno ya controla cerca del 50% de las mismas. Con números concretos en la mano, se puede demostrar que con un millón de dólares entregados a Empresas Polar se produce, en volumen de alimentos, cuatro veces más que lo que importa el Ministerio de Alimentación con esa misma cantidad. Es obvio que un incremento en las importaciones públicas representa una agudización del problema, toda vez que esas importaciones, en manos del Estado, generan mayores necesidades de divisas escasas para abastecer un mercado, que el sector privado abastecería plenamente con una cuarta parte de esos recursos. Es evidente que esta pérdida de eficiencia tiene su origen en dos elementos centrales: la ineficiencia y la corrupción. Y esta última se ha convertido, por cierto, en el principal obstáculo para los ajustes racionales que tanto han costado implementar.
Vistos estos resultados, le quedan a uno algunas preguntitas. Por ejemplo:
– ¿Bajo cuáles argumentos se le puede ofrecer al país una solución al problema de escasez y recesión aumentando la participación del gobierno en la economía nacional, luego de ver los resultados desastrosos de su participación actual?
– ¿Qué es lo que ocurrirá en las empresas que el gobierno tome, una vez que sus dueños decidan tirar la toalla por la imposibilidad de mantener la operación sin cobrar sus acreencias en dólares, sin poder repatriar dividendos, sin posibilidad de reconocer los incrementos de costos en los precios y sin ajustar las plantillas laborales ante el redimensionamiento del negocio?
– ¿Qué es lo que ofrece el presidente Nicolás Maduro de distinto a la población en cuanto a las importaciones del Estado como solución del problema, que no represente mayor destrucción del aparato productivo, mayor ineficiencia en el manejo del presupuesto de divisas de la nación y mayores estímulos al enraizamiento de la corrupción?
Las respuestas a esas preguntas en el plano político serán una oda al populismo, pero la realidad no aguanta tanta paja. Si no hay un incremento en la producción privada y el país se enseria, la economía está condenada a empeorar más, aunque lamentablemente esto no signifique necesariamente la presión a cambiar, sino una primitivización mayor a la que muchos se pueden habituar. Amanecerá y veremos.
Excelente como siempre, de verdad que Ud. hace un trabajo analítico impecable, yo estoy seguro que Ud. puede ser el presidente que necesitamos…