El estorbo – Leonardo Padrón

Por: Leonardo Padrón

A Nicolás Maduro la realidad se le está convirtiendo en un estorbo._OIy8-Y4_400x400 Que el día comience ya debe ser para él una noticia desalentadora, un punto en contra. Abrir los ojos, incorporarse –sí, pesadamente-, asomarse al hueco fiscal, a la cuneta donde siguen los precios del petróleo, ver de lejos las colas de la gente en los abastos y mercados, implacables, eternas. Es como para arruinarle el bostezo a cualquier camarada en ejercicio del poder. Como para que le circulen por el cerebro pensamientos de todo calibre. Es que la gente sí come, ¡dios mío! ¿Y si por decreto elimino uno de los tres golpes diarios? La cena, por ejemplo, y así todos adelgazamos. Como sugieren los médicos: “desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”. Listo. Genial. Un beneficio más para la población. Que se sumaría al que bien resaltó Jacqueline Farías, (¡Oh, salve, reina del exabrupto!), que gracias a la desaparición del azúcar el venezolano es ahora más desabrido, sí, pero más sano. ¿Y qué tal otro decreto que prohíba tener hambre y enfermarse? Así zanjamos dos problemas que hacen demasiado ruido en la prensa internacional. Qué vaina con la realidad. Qué vaina con la gente tomándole fotos a la otra gente que anda comiendo basura. ¿Y si terminamos de prohibir los celulares, las redes sociales y el boca a boca? No hay duda. La realidad es oligarca y golpista. La realidad es antirrevolucionaria. La realidad irrespeta a la Patria. Bueno, sí, no hay reactivos, ni antihipertensivos, ni antibióticos, ni material de laboratorio. Es verdad, para adquirir la cesta básica se necesitan 33,4 salarios mínimos, somos el país menos competitivo de América Latina y el más corrupto del mundo. Pero, ¡ya va! ¿Quién dijo que gobernar este bochinche era fácil? Son muchos enredos a la vez, mucho agite, muchos temas complicados. Y uno cambia y cambia ministros y nada. Los recicla, los rota, los devuelve para donde estaban y nada. El juego sigue igual. La realidad va ganando por paliza.

Tan fácil que sería quedarse en cama un rato más, estirando la modorra y comentando con tu pareja la visita de Jamie Foxx y el divertido anecdotario de Hollywood. Pero no. Ahí está la bendita realidad, con ese ruido de manada desbocada, de tambor in crescendo, de huracán caribeño. Y de paso, Ameliach proponiendo a Cabello para presidente. Qué vaina, Pancho, ¿cómo le haces eso al presidente obrero? Y Escarrá, en un arranque de bipolaridad, diciendo que el 20% por estado es inconstitucional. Por no hablar del Comandante Eterno, dios lo tenga en la gloria inmarcesible de los grandes benefactores del mundo, pero caramba, en mala hora se le ocurrió meter lo del Referendo Revocatorio en la constitución. El tiempo tiene esas cosas. Ejecuta sus pequeñas venganzas. Y entonces hay que hacerse el loco. O ponerle anexos, jardín y piscinita al Tribunal Supremo de Justicia. Porque todavía pesa ese 6 de diciembre de nuestras pesadillas donde el tan mentado pueblo se nos volteó y dijo basta. Pero ningún basta porque si uno se deja lo sacan, lo despiden del cargo, y eso da vergüenza, cónchale, qué dirán los viejos amigos del Metro.

A ver. ¿Aumentar la producción de arroz no es más urgente que ir a votar? ¿No es más importante acabar con el guiso de los CLAPs que estar perdiendo el tiempo poniendo cuatro huellas y una firma? Al que diga que una cosa no quita la otra hay que meterlo preso por instigador al odio y conspirador. Ya Tibisay sabe. Esa es la línea. El argumento irrebatible. No hay plata. ¿No se ha explicado lo suficiente? Y no es momento de ponerse a averiguar qué se hizo tanto dinero. Para eso tampoco hay tiempo. La prioridad es la revolución. Eso es lo que quiere el pueblo: más revolución. A los oligarcas que se olviden del coroto. Ni en cien años vuelven. Ni con veinte Ramos Allup, diez Capriles o cincuenta monstruos de Ramo Verde. Por cierto, si les siguen con la cantaleta de los presos políticos, ya saben, es facilito, denle la vuelta a la frase: Son políticos presos. Punto. Y nos lavamos la cara. Y a los transportistas me los marean hasta noviembre, y a los pensionados hasta donde sea, y a los maestros, canaimitas con ellos. Y a demandar a toda la Asamblea Nacional por vilipendio, por misoginia, por traición a la patria, por diabéticos, por magallaneros, por lo que sea, vamos Delcy, tú puedes, vas bien.

Y así vamos corriendo la arruga, que es gruesa y terca. ¿Quién dijo que las elecciones son importantes en una democracia? Está clarísimo que no es así. Que levante la mano el que tenga alguna duda, aquí está la constitución, en su edición de bolsillo, donde cabe todo lo que nos de la gana, todo lo que salve a la revolución. No me vengan a hablar de derechos civiles, esos son solo un sustantivo y un adjetivo en conchupancia golpista. La oposición nunca va a gobernar porque no tiene pueblo. Lo del Referendo Revocatorio es un capricho de la derecha putrefacta. Y tampoco se trata de venir ahora a hacer unas elecciones de gobernadores. ¿Qué vamos a hacer después con García Carneiro, con Arias Cárdenas, con Vielmita? ¿Con el gentío que se va a quedar desempleado? Ya no podemos seguir inventando más ministerios. No, no van a haber más elecciones, y mucho menos la sospecha de un revocatorio, ¿verdad, Tibisay? Y en el 2018 veremos, porque uno nunca sabe, quizás la emergencia económica siga y tampoco haya plata para hacer elecciones, quizás lo del arco minero no funcione, quizás la guerra económica la sigan ganando ellos. Y, vamos a estar claros, no se trata de que la cuarta república vuelva al poder ni de estrenar la sexta. Eso no nos lo perdonaría el Comandante. Imagínense la cara que pondría desde la región inmarcesible de la galaxia socialista donde se encuentre. El legado debe continuar. Es una orden.

Y la realidad que se joda. Por golpista y oligarca. Porque es un verdadero estorbo.

Leonardo Padrón

POR: CARAOTADIGITAL – OCTUBRE 6, 2016

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