Primero, el chavismo renunció a hacer política. Y ahora ha resuelto desmarcarse completamente del sentido común. En Miraflores, la sensatez ha muerto. Todo comenzó con la presidenta de Movilnet, Jacqueline Faria, llamando a disfrutar de las “colas sabrosas” y está terminando con el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, justificando el asesinato de un joven por el “recurrente asedio a la base militar La Carlota”. Por hambre o por un balazo a quemarropa, en revolución la vida no vale nada. Da miedo. El doctor Hermann Escarrá rueda por los estados del país expresando su pesar porque no pueden confiscar todos los bienes de los golpistas. Goloso. En medio de su disertación en Anzoátegui, con voz engolada, Escarrá confesó que a los constituyentes de 1999 se les pasó incluir más disposiciones represivas en el texto fundamental porque “nos fuimos de poetas”. Sin duda. Los poetas malditos.
El video no tiene desperdicio. Plano medio de los dos protagonistas. Ambos elegantemente trajeados, faltaba más. En el fondo, un cuadro de Bolívar con el rostro que le quedó tras la exhumación. La imagen de Jesús de la Misericordia asomando en una de las paredes laterales. Cinco y acción. “Voy a gestionar las solicitudes hechas por usted”, promete el excelentísimo presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno. “Además quiero acotarle, presidente, que como una medida cautelar se establezca un aseguramiento de todos sus bienes”, demanda el implacable diputado Pedro Carreño. La película se llama “El fusilamiento de la Fiscal”. Es trágica, pero da risa. Al margen de la capacidad interpretativa de los histriones, sorprende que hayan aguantado ese minuto sin soltar una carcajada mientras escenificaban esa farsa. La mojiganga bolivariana, la comedia institucional. El video no se viralizó. Simplemente es un virus. Después de su éxito en Whatsapp, Carreño no descarta una versión más extensa OnDirectv.
Nicolás Maduro relató en cadena que cuando sus nietos oyen la palabra “Constituyente”, se ponen a cantar y bailar el jingle de la propaganda que machaconamente difunden todos los medios. El comentario del Presidente ratifica lo ya sabido: la Constituyente solo puede entusiasmar a niños de entre 2 y 6 años. Cualquiera que tenga una mayor capacidad de razonamiento, se espanta. La iniciativa presidencial combina los dos elementos: insensatez y burla. Mientras la gente sufre la violencia de la represión, la escasez de alimentos y la ausencia de medicinas, Maduro despega sus pies de la tierra y se convierte oficialmente en el primer venezolano que se muda a la luna. Difícil encontrar una mayor desconexión de la realidad. Pero la Constituyente va, dice. Sin pueblo, sin ley y sin resolver ninguno de los problemas que hoy empujan a miles de personas a las calles. Su mundo paralelo. “Donde estoy yo, está Chávez”, sentencia el mandatario. Quizás es al revés.