Publicado en Noticiero Digital
El “nuevo” año se inicia con los temas políticos, sociales y económicos del año que se nos fue y que recordaremos por las oportunidades perdidas o desperdiciadas y por los errores cometidos; no obstante, en política también el tiempo y la vida siguen, no se detienen y es conveniente desde el principio dejar señalados algunos temas que deben orientar nuestra acción política y reflexión ciudadana.
Los venezolanos tenemos que proponernos que este sea el año del rescate de la democracia, porque es la forma de gobierno que permite la mayor participación de los ciudadanos para alcanzar el mayor bienestar posible, para todos, gracias a la voluntad de la mayoría, respetando las diferencias y a las minorías, que conformen una sociedad que controle al gobierno, con verdadero balance de poderes y la máxima participación.
No es una democracia lo que tenemos ahora; lo que tenemos es una oligarquía que se ha apropiado del poder y de los recursos del país en provecho propio; que se mantiene en el poder por la fuerza de las armas y que se “legitima” ganando elecciones, al principio “limpiamente” (nótese las comillas), pero ahora ya sin vergüenza ni disimulo, como sea, de cualquier manera. Las ganan, con trampa, usando los recursos y órganos del estado para intimidar y perseguir, apoyados en la mentira, sin decoro y un discurso populista, que enmascara la realidad y nos pretende hacer ver lo que no somos: un país rico de cuya riqueza se han apropiado otros, los ricos, la oposición, el “imperio”, etc. y ellos nos vienen a rescatar.
Por eso el primer tema a plantearse es el electoral; porque pese a todo éste será un año electoral, de elecciones presidenciales sobre las cuales lo único que desconocemos es la fecha y las condiciones finales en que se realizarán. Si las negociaciones son exitosas para la oposición −y para el país− las elecciones serán con un CNE distinto, limpias y bajo observación internacional; pero si no es así, de todas formas, habrá elecciones, en las cuales será mucho más complejo participar, pero igualmente habrá que hacerlo fortalecidos en nuestra condición de mayoría y preparados para enfrentar el fraude que pretendan imponer.
Desde luego que la electoral no es la única vía para resolver un conflicto −y no siempre es la más eficaz, sobre todo en uno como el que vive Venezuela− que ya arroja muchas dudas de su efectividad, por la violencia desplegada por la dictadura, contra el pueblo, contra la oposición.
Llegado este punto siempre se argumenta el tema de la eficacia y en materia política la eficacia de una medida, de una acción, es importante. Pero esa eficacia debe ser filtrada, tamizada, por otros criterios, valores, principios, ética, donde la preservación de la vida humana es insustituible e irrenunciable; es decir, se debe preferir aquellas medidas y acciones que menos daño causen, que menos vidas sacrifiquen; de allí que la violencia debe ser la “última instancia” y esa “última” siempre es un problema determinarla.
Entre muchas razones, algunas obvias, para preferir la vía electoral a cualquier otra vía violenta es que no conozco ningún otro método que a diferencia del electoral permita una mayor incorporación del pueblo, una mayor movilización de la mayoría, que esté al alcance de cualquiera, donde cada uno pueda participar; todas las demás son acciones de élites, de “escogidos”, comandos, pequeños grupos, que usualmente terminan imponiendo “su ley”, su proyecto y sus condiciones o una “dictadura” similar a la que pretenden deponer, y la historia nos brinda múltiples ejemplos.
No es tampoco y simplemente ganar elecciones, se trata de una acción política que nos permita recobrar la democracia, reconstruirla o construirla, como los más escépticos piensan; ni siquiera es solo “salir” de este oprobioso gobierno, para eso hay otros “métodos”, aunque insisto en que la “forma” es importante; debemos buscar que sea una acción consciente, masiva, cívica y ciudadana que movilice al país en una dirección de futuro, de esperanza de bienestar y progreso para todos, con un proyecto compartido de país, de inclusión, con base en el esfuerzo de todos.
No conozco mejor vía que la electoral; cualquier otra nos lleva a una simple sustitución de “élites” y probablemente −por no decir seguramente− a más y peor de lo mismo. Continuaremos la próxima semana con otro tema marcador para la acción política de este año.
@Ismael_Perez