Por: Laureano Márquez
Por razones de conciencia me veo obligado a realizar algo que ningún chavista ha querido hacer: salir en defensa del presidente Maduro frente a las acusaciones de que es objeto. Comparto lo que dice usted en su crítica, también lo que señaló Felipe González: efectivamente Maduro se ha dado a la tarea de destruir lo que queda del país. En lo que en verdad no concuerdo con usted es en dejar de lado la propia labor de 15 años suya suyita de usted y del presidente a quien sirvió, en este proceso. Creo que al menos, el presidente Maduro ha tenido un último gesto de lealtad con quien desde la eternidad suele hablarle de diversas formas y es el de echarse encima la profunda raya, que quedará registrada en los anales de la historia, de la destrucción de una nación en momento en que más ingresos le han entrado en 200 años de vida republicana. La dilapidación de una fortuna tan notable y el endeudamiento crónico en medio de tanta abundancia es algo por lo que habrán de pagar muchos millones de venezolanos con sufrimiento en los años por venir. Lo peor – y usted lo sabe- es que pagaran, como es costumbre, los más humildes, los que se encuentran hoy en la misma pobreza de siempre y pagando los platos rotos de los millones que sus compañeros (no lo incluyó a usted, porque es fama que es hombre decente) se han choreado. Y lo pagaran, como muchos voceros autorizados han reconocido sin ruborizarse, con más pobreza, porque han sido mantenidos en ella con intención, para mayor dominación de sus conciencias.
Leo estupefacto -reaparece publicado en los medios- su documento del año pasado y de verdad parece una irónica broma todo lo que usted señala allí con esa misma actitud de ausencia con la que le mirábamos en la televisión durante 15 años de cadenas en las que progresivamente se demolía un país. Los que están en el gobierno no se lo van a decir, Dr. Giordani -porque o creen que se la están comiendo, supongo, o raspan la olla, quizá-, pero su merced no puede lavarse las manos de esta tragedia. Dice usted, refiriéndose al difunto presidente: “Como líder de este proceso bolivariano, como compañero de viaje, como amigo, siempre primó entre nosotros la búsqueda de un mundo mejor, más justo para la mayoría del pueblo venezolano, y más allá de nuestras fronteras, el encontrarse con la utopía del sueño bolivariano”. Este sueño bolivariano es el mismo del que Maduro es principal exponente y continuador y que se ha trastocado -y se trastocará aun más- en una de las peores pesadillas de nuestro devenir como pueblo. Hoy Venezuela presenta una economía destruida, un sistema institucional verdaderamente vergonzoso en términos de valores y principios de democracia, justicia y libertad. Usted y el expresidente llevaron al país al borde del abismo, él solo ha dado un paso al frente, esclavo como es de un modelo del que no puede dar marcha atrás, como lo hace usted ahora que se encuentra fuera y que seguramente cree que en nada tiene que ver con esta monstruosidad. Es su creación, Dr. Frankenstein, ¿es que no lo reconoce? Es un verdadero y auténtico hijo del comandante y continuador de su legado, del “sueño bolivariano” del que han huido ya cerca de dos millones de compatriotas.
Maduro es el abanderado de la política económica que usted promovió y que se manifiesta en procesos como:
La destrucción del aparato productivo nacional para hacerlo depender de importaciones corruptas.
El desmantelamiento de nuestra principal empresa que otrora estuvo entre las mejores del planeta: PDVSA.
El mantenimiento de un sistema cambiario que solo ha hecho multimillonarios a los bolichicos. Esos de corazón antichavista y bolsillo chavista.
El desmantelamiento de los servicios públicos y su continuado y progresivo deterioro.
Un endeudamiento público inconcebible justo cuando más ingresos le entraron a la nación.
Destrucción de las empresas públicas a punta de una mezcla de ineficiencia, corrupción, estímulo de la vagabundería improductiva y generación de mafias sindicales gánsteriles.
Transformación en lo anterior de todo lo expropiado que funcionaba: siderúrgica, cemento, empresas de producción de alimentos y todo cuanto han tocado vuestras manos que, como por arte de magia, entra en un proceso destructivo irremediable.
Todo lo señalado, salpicado por una de las peores muestras de corrupción e ineficiencia como nunca se ha conocido en nuestra historia. Nada de ello es obra de Maduro, Dr Giordani, tampoco el desmantelamiento de la poca institucionalidad que teníamos, el encarcelamiento del que piensa distinto, la represión a los disidentes y la destrucción de todo vestigio de esa democracia y libertad, por la que lucharon nuestros antepasados. Es cierto que el presidente ha hecho unos aportes notables, fruto de su originalidad destructiva, pero lo ha hecho siguiendo el guión que ustedes trazaron en los 15 años anteriores. De modo que atribuir autoría a quien solo ha sido un catalizador positivo (en el sentido de que acelera un proceso negativo), es cuando menos injusto.
Es triste que quien venga a salirle al paso a sus argumentos sea un cómico, pero es que la comicidad es de las pocas cosas serias que van quedando en el país. Nos vemos en la cola.
Son verdades! Dolorosas Dr Giordani! Pero verdades.