En la obligada marcha conmemorativa del 4-F, este 2016 Maduro no pudo reeditar ni una sola de las esperanzas suscitadas por Chávez a la luz del sangriento y frustrado golpe militar, mitificado propagandísticamente como el inicio de un “legado” de felicidad, libertad, prosperidad, redención y seguridad para los más pobres y olvidados del país. Recursos para materializar esos sueños sobraron, pero los despilfarraron en regalos para sus compinches ideológicos externos, chatarra militar para guerras imaginarias contra el Imperio, populismo exacerbado para ganar elecciones, y una gigantesca corrupción, hasta llegar a la catástrofe de ahora. Chávez contó con la más larga bonanza petrolera que aportó más de 1 millón de millones de dólares al presupuesto público (más del doble que lo recibido por todos los gobiernos anteriores juntos), y controló todos los poderes públicos, de modo que no tuvo ningún obstáculo que le impidiera cumplir su larga lista de promesas sociales, como aquella de que “con Chávez manda el pueblo” o “Pdvsa ahora es del pueblo”. A 17 años de aquellas encendidas proclamas, la verdad verdadera es que nunca mandó el pueblo, sino el autoritario Chávez, que siempre hizo lo que le dio la gana a espaldas de la Constitución, incluido el derroche que empobreció al país, y Pdvsa nunca fue del pueblo, sino de los corruptos rojitos que la convirtieron en la ruina que ahora es. El brillante periodista español Salvador Sostres escribía este viernes que “la derecha tiene razón, pero la izquierda son los maestros de la propaganda”, refiriéndose a los pupilos de Podemos, financiados por Chávez, otra sangría continuada por Maduro. Todavía hoy –en plena quiebra del país– hay quienes hablan del “legado” de Chávez, y en medio de la hambruna y miseria generalizadas, sostienen que el régimen acabó con la pobreza. El diccionario define “legado” como “un don que se hace en testamento”. Hagamos entonces memoria de los “dones” provenientes del “legado” del 4-F, sacralizado impúdicamente por el chavismo.
Muchos venezolanos creyeron que con un militar al frente del gobierno tendríamos garantizada la seguridad. Craso error: de 3.000 asesinatos anuales en 1998, un año antes de la llegada de Chávez al poder, a cerca de 30.000 muertes violentas en 2015. Esta semana el oficial de Polichacao Héctor José Herrera, quien me fuera asignado por un tribunal como escolta, a raíz de las medidas cautelares dictadas por la CIDH de la OEA, a causa de las amenazas y atentado de los que fui víctima, fue asesinado vilmente para robarle su arma de fuego, cuando se dirigía al colegio Divino Niño a buscar a sus hijas. Héctor José era un policía ejemplar, cumplidor de su deber y excelente padre. En febrero de 2008 él y su hermano morocho, Héctor Manuel, también polichacao, sobrevivieron a un ataque de disparos, del que Héctor José salió gravemente herido. Su muerte nos afectó como si la de un hijo se tratase. Apenas estamos iniciando febrero y Héctor José es el policía número 15 ultimado este año en Caracas y el primero de este mes. Sus asesinos siguen libres, como tantas veces ha sido liberado “el Buñuelo”, asesino de policías y secuestrador, “quien después de volar con una granada a otro PNB, amenazó con estallarse con las damas que tenía como rehenes… una señora y una niña de 11 años”. Lo que se le ocurrió decir al inepto ministro del Interior sobre este criminal es que “el Buñuelo es miembro de la derecha” y omite que los delincuentes portan armas de guerra que solo deben estar en manos militares. El fracaso del régimen en materia de seguridad es vergonzante: una banda delictiva ordenó toque de queda en Maracay por la muerte de un “pran”, y aterrorizó a la población de tal manera que se paralizaron los comercios, centros educativos y transporte público. El “legado de paz” del 4-F es reseñado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública de México: Caracas ocupa el número 1 como la ciudad más violenta de América Latina, con una tasa de 119,87 homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes. En los actos de “celebración” del 4-F Maduro grita en cadena que “impedirá por las buenas o por las malas, que la oposición tome el poder en Venezuela”: totalitarismo golpista, otro “legado” del 4-F.
Pobreza (55%), violencia, desempleo, represión, escasez (80% en fármacos y 75% en alimentos), hambre, inflación (superará 900% este año), endeudamiento, narcotráfico y corrupción son el verdadero legado del 4-F. El gobierno omite cifras sobre los enfermos de zica (unos 400.000) y no hay fármacos para frenarlo; sarna extendida en todo el país, hospitales con sus equipos dañados, sin medicinas y en ruinas, mientras pacientes mueren de mengua. Cuando en 1997 los precios del petróleo llegaron a 8 dólares el barril, ¿los venezolanos teníamos que hacer cola para comprar comida o medicinas? No, porque los anaqueles de mercados y farmacias estaban llenos, y si la batería o los repuestos de nuestro carrito o moto se dañaban, los conseguíamos de inmediato. Este gobierno tiene el petróleo a 28 dólares el barril, las farmacias y mercados vacíos y el pueblo empobrecido, hambriento e indignado: “El primer mes de 2016 ha pillado al régimen sin recursos para importar lo que se consume en el país. Después de 17 años en el poder, el chavismo está cosechando los frutos: la desinversión, el gasto dispendioso, el crecimiento descontrolado de la burocracia estatal, el hostigamiento y la expropiación de empresas privadas, que han dejado el país en una ruina inédita”, publica El País de España este 4-F 2016. Maduro, acorralado por la catástrofe de la que es corresponsable, lejos de aceptar la mano tendida por el presidente de Polar, lo llamó ladrón y oligarca y amenazó de nuevo con “tomar medidas contra sus empresas”. Más de 85% de los venezolanos son contrarios a su estatización, convencidos de que si la Polar fuese “expropiada”, en breve pasaría a engrosar el cementerio de empresas arruinadas e improductivas en manos del Estado y moriríamos de hambre.
¿Quién es el ladrón? El veterano periodista Rafael Poleo recordaba esta semana que “el monto de depósitos personales de chavistas en los bancos de Andorra ascienden a 2.000 millones de dólares” y que una fuente del Departamento de Estado de Estados Unidos le informó que “bancos chinos retienen depósitos de altos chavistas aduciendo que son garantía de la deuda con financieras chinas contraída por el régimen”. Los numerosos y millonarios casos de corrupción chavista que nunca fueron investigados por la AN saliente: Corpoelec, Pdvsa, Cadivi, Cencoex, Pudreval, Fondo Chino y cientos más que comienzan a ser aireados por el nuevo Parlamento, incluidas las denuncias de los ex ministros Giordani y Navarro sobre 300.000 millones estafados con empresas de maletín, confirman que “la revolución solo sirvió para robar en nombre de los pobres”. Por eso está llegando a su fin.