Publicado en: Tal Cual
Por: Laureano Márquez
El fenómeno del miedo forma parte de la vida de los seres humanos, todos los tenemos y gracias a él, animales y hombres –o mejor dicho: todos los animales y entre ellos, el hombre– hemos sobrevivido. El miedo nos previene contra el peligro de muerte. Pero el miedo también puede ser un instrumento de dominación. No es casual que el hato de de Doña Bárbara se llame justamente “El Miedo”. La celebérrima protagonista de la obra de Gallegos infunde temor en el llano y somete así a su entorno.
El poder, cuando es ejercido de manera arbitraria, abusiva y dictatorial usa el miedo para doblegar. Es imposible defenestrar a 30 millones de personas, pero basta con hacerlo con algunas emblemáticas y difundirlo, para que la gente saque sus propias conclusiones: “si esto le hacen a una personalidad pública y notoria, protegida por fueros, qué no harán conmigo”. Maquiavelo teorizó sobre el uso de la violencia en la política: el gobernante que es temido por su pueblo ejerce una mejor dominación. La fama de cruel del gobernante, lejos de causar perjuicio, le favorece.
En Venezuela conocemos bien del ejercicio de la crueldad y la violencia, de la utilización del miedo como mecanismo de sometimiento: miedo a la muerte, miedo a la cárcel, miedo a la tortura, miedo a perder el empleo, miedo a no poder comer. Sin embargo, todo tiene un límite y como bien señaló Étienne de La Boétie (Francia 1530-1563) en su trabajo sobre “la servidumbre voluntaria”: el ser humano se comporta según la educación que ha recibido.
Así, a los pueblos acostumbrados a la ausencia de libertad les resulta más sencillo vivir sin ella (como China, Rusia o Cuba) que aquellos que la han conocido y aprendido a valorar. A los tiranos les conviene educar en la servidumbre para que a sus súbditos les parezca cosa natural su esclavitud. La libertad es, entonces, para La Boétie, consecuencia no solo de la tenacidad de la gente para conservarla y defenderla, sino también de haberla conocido y de haber sido formados para ella.
Los venezolanos no hemos podido olvidar que alguna vez fuimos libres, lo recuerdan incluso aquellos más jóvenes que no lo vivieron. Por más de que sean dos décadas, no nos termina de parecer cosa normal la esclavitud.
En estos últimos días parece que “desde el Empíreo el Supremo Autor un sublime aliento al pueblo infundió”. Las acciones de la esperanza están en alza y hay que invertir. Tal vez es que comenzó el año con Mercurio en la casa ocho. Quizá es que hay una alineación planetaria que está generando una atracción de fuerzas gravitacionales positivas, quién sabe, pero se percibe un renacer de la ilusión que asusta a los desilusionadores. Una conjunción de factores externos e internos se han dado cita. El monstruo ya no asusta. Monster Inc está en quiebra.
Ahora son ellos los que tienen miedo de no asustar y eso a los monstruos les produce pánico terrible. El miedo cruzó la calle, se mudó de acera, eso a veces pasa.
Para lograr el sueño de La Boétie, los que son muchos y pisoteados deben comportarse como uno solo. La unidad es la clave y como suele decirse en criollo: “mucho ayuda el que no estorba”.
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