Todo el mundo tiene opinión política, y criterios sobre los que mandan…
El proceso que ruge en 1992, viene con apoyo de varios grupos insurreccionales derrotados por décadas, y se pegaron rápidamente empresarios, sindicalistas, intelectuales, capitostes comunicacionales, que siempre soñaron liquidar el régimen de partidos. Un hoy seudopositor candidato a diputado por el MIN, el 4F esperaba un lote de armas que no llegaron, para hacer alguna gracia. El golpe, al contrario de ser efecto de la corrupción, la pobreza, la ineficiencia, como dice la leyenda dorada, explota cuando la democracia corregía sus errores pasados, igual que el resto de Latinoamérica. El enemigo era la ola neoliberal en su distorsionada jerga: descentralización, apertura económica, reforma del Estado y del municipio, el cambio positivo. Eran las lenguaradas de la izquierda anacrónica del continente y por eso lo acompañan los sospechosos habituales de la democracia.
De otra manera no se entiende por qué alguien de larga experiencia en las lides, siga a un militar en cuyo curriculum brilla un golpe de Estado. ¿Lo apoyó por error, o la verdad es que era la realización de lo que él quiso hacer durante esas décadas y no pudo? Una cosa es equivocarse y otra es estar situado del lado choreto de la historia. Durante todo el siglo XX soñaron una revolución en Venezuela, pero Rómulo Betancourt los mantuvo a raya. El papel de los dirigentes que tendieron la cama a la revolución es básico para entender su triunfo ¿Cómo es posible que ganen criptocomunistas que sin excepción terminan por producir terribles crisis y arruinar presente y futuro? Triunfan en procesos electorales, pero eso no sería posible, ni tampoco suficiente para apoderarse del poder total, puesto que la democracia es una compleja estructura de mecanismos que nace precisamente para prevenir la tiranía.
El agente patógeno
Todo el mundo tiene opinión política, criterios sobre los que mandan, y es tendencia espontánea asociar lo que ocurre en la vida social con el gobierno. La ciudadanía se forma criterios -acertados o no- sobre lo que debe hacerse en política o economía y existen poderosas matrices de opinión generalizadas. Los desfavorecidos quieren comprensiblemente ganar más, trabajar menos y que los productos sean baratos. Concurren también al mismo tiempo resentimiento y admiración por los ricos y exitosos, bien sean países o personas. El sistema de creencias es contradictorio, incoherente y encierra valores antagónicos en lógica proposicional. De esta manera embelesan tanto Bill Gates como el Che Guevara, el éxito y el fracaso, lo que no parece lógico. Esa contradicción y muchas más conviven en la cultura, hasta que emergen caudillos autoritarios populistas que hacen predominante el polo del resentimiento y la envidia.
Así satanizan el éxito y el progreso personal. Fragmentan la comunidad en odios horizontales y convierten en enemigos del pueblo a quienes producen, crean, estudian y generan riqueza. Promueven una cosmovisión simple: los comerciantes suben precios porque no están regulados, las divisas se las roban porque el poder no las controla, se pagan bajos salarios porque el gobierno apoya la explotación: la culpa es de los que te arrebatan la riqueza (ser rico es malo) y de gobiernos títeres (cúpulas podridas, casta, momios, partidos). Individuos de derecha e izquierda del viejo orden, imbuidos de esta estúpida visión del mundo, ven la ocasión de pasar factura por sus derrotas y frustraciones, y el movimiento revolucionario los usa y deshecha. Ellos son vitales para polarizar en un movimiento estratégico opiniones antisistema aisladas de los ciudadanos, que en condiciones normales se resolverían dentro de la convivencia.
¿Por qué los disidentes?
Chávez se convirtió en un candidato aceptable gracias al apoyo de varios partidos y dirigentes conocidos. El 4F de 1992 luego del pronunciamiento militar, el gran país estaba en vilo, desconcertado, pero las declaraciones comprensivas de varios importantes factores de poder, y la furiosa campaña anti-puntofijista, le confirieron un sentido heroico. La dramática diferencia es que en todas partes, salvo en Venezuela, fracasó la insurgencia anti-apertura porque los liderazgos establecidos fueron muro de contención ¿No conocían los jefes políticos, empresariales e intelectuales confundidos, el proyecto de Decretos del golpe, que disolverían todas las instituciones con una persecución masiva? Pensaban abrir procesos penales contra “los culpables -directos o indirectos: horror- de la “corrupción general, el acaparamiento y la especulación”, una cacería de brujas generalizada. Luego muchos se lanzaron del tren revolucionario por diferentes razones.
Los que no tenían muchos conocimientos de la política, por decepción, al considerar que las promesas fueron incumplidas, como ocurre con las mayorías populares. Algunos dirigentes porque los escrúpulos y las convicciones al final se impusieron sobre los beneficios que da el poder, y cruzaron para colocarse en primera línea de combate contra lo que apoyaron, un gran mérito, una expiación. Se incorporan a los partidos y a la Unidad. Pero caso distinto es el de aquellos que cambiaron de bando, pero siguieron actuando contra los partidos, estimulando opciones para destruirlos. Se fueron de la revolución pero siguen pensando parecido y posiblemente apoyarían una revolución verdadera. Los hay de varias edades.